Parashat Ki Tetze

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( sábado 1 septiembre )

GPS

Durante estas primeras semanas en Estados Unidos, una de las ayudas más grandes que hemos tenido ha sido contar en nuestro auto con un GPS. Este pequeño aparato, cuyas siglas significan Global Positioning System – sistema de posicionamiento global – nos ha ayudado a encontrar fácilmente calles y direcciones completamente desconocidas para nosotros. Para darles una idea, Fairfield, el pueblo en el cual estamos viviendo, tiene una población aproximada de 60.000 habitantes y está rodeado de extensos bosques, lagos y ríos. Al no haber sido diseñado como una ciudad, se hace extremadamente difícil llegar a una dirección y ubicar una casa. Pero como les decía, el GPS ha sido una enorme ayuda. Basta con introducir la dirección del lugar donde vas y el GPS se encarga de indicarte paso a paso en que calle doblar, en cual avanzar y con una bandera cuando ya llegaste a tu destino. Lo interesante de esto es que si durante el camino te equivocaste de ruta (y créanme que me ha pasado ya en bastantes oportunidades), este increíble aparato tiene una función llamada recalcular, en la cual automáticamente te recalcula la ruta hacia tu destino y te lleva por un nuevo camino. Pero la utilidad del GPS no termina ahí. Cuando uno quiere volver a su casa, no es necesario introducir la dirección completa en cada oportunidad, sino que con tan solo apretar un botón que dice “casa”, el GPS se encarga de llevarte directamente allí.

Durante estos días he estado pensando en la similitud que existe entre el GPS y el mes de Elul. Durante el año hemos transitado diversos caminos que nos han llevado a distintos destinos. En algunas oportunidades el camino ha sido fácil. En otras ocasiones hemos tenido que recalcular nuestra ruta, tomar caminos alternativos para finalmente llegar a nuestro destino. Pero la característica más importante de este mes es que todos queremos volver a nuestra casa. Una casa que está representada por nuestras convicciones, nuestra visión de mundo, nuestros anhelos y deseos más profundos en la vida. En este paralelo con la tecnología, la casa seria el lugar donde todos nos sentimos cómodos, resguardados, y donde D´s nos está esperando para darnos fuerza en los caminos que recorreremos en el futuro. Es cierto, la vida no es tan simple como apretar un botón y llegar de vuelta a casa. La vida nos enseña que quizás este camino de retorno – de Teshuva – es uno de los caminos más difíciles que nos toca recorrer. Este mes de Elul es una invitación a ello. A preguntarnos sinceramente qué caminos estamos recorriendo, hacia qué destinos nos estamos dirigiendo y cómo volveremos renovadamente a nuestra casa en este nuevo año que comienza.

 

Shabat Shalom!
Rabino Marcelo Kormis

Fuente: La Palabra Israelita

Ilustración: chabad.org

Rabi Cruspedai dijo en nombre de Rabi Iojanan: en Rosh Hashaná se abren tres libros: uno para las personas completamente malvadas, uno para los completamente justos, y uno para los beinonim (personas que tienen tanto actos buenos como malos). Los individuos completamente justos son inscriptos y sellados de inmediato para la vida. Los completamente malvados son inscriptos y sellados de inmediato para la muerte. La (sentencia de los) beinonim (que tienen tanto actos buenos como malos) queda suspendida desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur. Si lo merecen, son inscriptos para la vida y si no lo merecen, son inscriptos para la muerte.

Rashi: Beinonim: “Tienen tanto actos buenos como actos malvados” – tienen exactamente la mitad de actos buenos y la otra mitad de actos malos.

Israel Salanter Cada acto puede ser evaluado de acuerdo al acto en sí mismo y a la persona que realiza ese acto:Desde la perspectiva del acto: cada acto bueno es juzgado por los resultados que produce. Una persona será elogiada por sus actos de manera acorde. De acuerdo al grado en el cual los resultados sean beneficiosos, un acto será considerado mejor desde el punto de vista cualitativo. Todos los buenos actos pesarán a su favor. Este principio fue expresado por nuestros Sabios cuando dijeron: “Un buen acto tiene una [recompensa] principal y tiene frutos [una recompensa adicional]; una trasgresión tiene un [castigo] principal y no tiene frutos [no hay castigos adicionales]” (Kidushín 40). Desde la perspectiva de la persona que realiza el acto: cada buena acción es evaluada por la calidad del esfuerzo que requiere su cumplimiento, tal como enseñaron nuestros Sabios: “De acuerdo al esfuerzo es la recompensa” (Pirkei Avot 5). Y lo mismo ocurre con cada acto malo, que es juzgado de acuerdo a la calidad del esfuerzo que hubiera sido necesario para evitar cometerlo. Mientras más difícil era evitarlo, menos severa se considera la responsabilidad, tal como dijeron nuestros Sabios: “Rabi Meir dijo: ‘Es mayor el castigo por no usar hilos blancos en el tzitzit que el castigo por no usar el hilo azul [el cual es mucho más difícil de conseguir]” (Menajot 43). ¿Con qué puede compararse esto? Con un rey de carne y hueso que tenía dos sirvientes. A uno de ellos le ordenó: “Tráeme un sello hecho de yeso”; y al otro le ordenó: “Tráeme un sello hecho de oro”. Ninguno le hizo caso y no le llevaron al rey aquello que pidió. ¿Cuál debe recibir el castigo más grande? ¡Obviamente aquél que ni siquiera le llevó el sello hecho de yeso!A esto se refiere el Rambam [citado en la fuente número 4 más arriba]: ningún individuo puede llegar a estimar las consecuencias de sus actos para poder llegar a juzgar el valor de sus mitzvot y de sus pecados de acuerdo a aquello que éstas provocarán. Similarmente, ninguna persona puede llegar a evaluar el gran esfuerzo que se invierte para cumplir la Torá y las mitzvot.

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