Gerardo Gorodischer: «No podemos olvidar ni permitir que el mundo olvide»

COMUNIDAD

El discurso central en el acto de Iom Hashoá realizado ayer lunes ( 8 ) correspondió al Presidente de la Comunidad Judía, Gerardo Gorodischer, cuyo contenido se publica a continuación:

“Elie Wiesel dijo  en el   USNews & World report el 27 de Octubre de 1986;

“Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia, lo contrario a la belleza no es la fealdad, es la indiferencia, lo contrario a la fe no es la herejía, es la indiferencia, y lo contrario a la vida no es la muerte, sino que la indiferencia entre la vida y la muerte”.

“La indiferencia para mi es la personificación del mal”.

Cuando comenzó la segunda Guerra Mundial en Septiembre de 1939, casi toda la sociedad fue indiferente a la muerte. Aproximadamente 1 millón 600  mil  niños judíos vivían en los territorios en los que los ejércitos alemanes o sus aliados iban a ocupar. Cuando la guerra terminó en mayo 1945, más de 1 millón y quizás hasta 1 millón y medio de niños habían muerto, como víctimas del calculado programa de genocidio Nazi. Como escribió el historiador del Ghetto de Varsovia Emanuel Ringelblum en 1942;  “aún en los tiempos brutales, brilló una llama de humanidad en el corazón más cruel, y perdonaron a los niños. Pero la crueldad Hitleriana es diferente, es capaz de devorar a nuestros seres más queridos, a  aquellos que hacen surgir la mayor compasión: los niños inocentes.

Los niños fueron especialmente vulnerables durante la época del holocausto. Los Nazis, propugnaron el infanticidio de los niños pertenecientes a grupos  llamados “indeseables” o tachados de peligrosos de acuerdo a su ideología, ya fuera parte de su programa de limpieza étnica o como medida de seguridad preventiva, es así, como en este periodo los alemanes asesinaron cientos de miles de niños gitanos…simplemente porque eran gitanos, niños alemanes con discapacidades físicas o psíquicas…simplemente porque eran niños discapacitados, niños polacos y niños de las zonas ocupadas de la antigua Unión  Soviética…simplemente porque eran niños de las zonas ocupada y niños judíos…simplemente porque eran judíos.

No solo unas pocas fotografías ajadas de algunos de ellos son sus únicos recuerdos, y de sus ojos inquisidores y preñados de recriminación que irrumpe el clamor de los cientos de miles de niños  a quienes no se les permitió madurar, soñar, amar, jugar, reír y gozar del derecho a vivir, unos pocos escribieron diarios, dejándonos registro de sus vivencias, exponiendo sus sentimientos, y delineando el trauma que sobrellevaron durante la pesadilla de aquellos años.

Otros se expresaron a través de la pintura donde los niños se trasportaban a un mundo de fantasía e imaginación donde el bien prevalecía sobre el mal, la voluntad era libre, la esperanza el camino y la vida una ilusión, ese legado artísticos sirvió más tarde como prueba en los juicios de Núremberg y  son  testimonio indeleble de aquella barbarie.

En medio de ese horror  hubo muchas personas que no fueron indiferentes y arriesgaron sus vidas para salvar a los niños,  un ejemplo a destacar, es  Maria Edwards Mac-Clure, mujer  chilena quien fue un miembro de la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial, distinguida por Yad Vashem con el reconocimiento “ Justos entre las naciones “ por su contribución a la salvación de varios judíos víctimas de la persecución durante el Holocausto, rescatando   también,  a decenas de niños judíos que habían sido separados de sus padres.

No podemos olvidar  a  Janusz Korczak, en realidad Henryk Goldszmit, judío,  médico, pedagogo, escritor, publicista, activista social y oficial del ejército polaco,  fue  director de un orfanato en el Ghetto de Varsovia, quien se negó a abandonar a los niños elegidos para la deportación, y los acompañó en el transporte hasta Treblinka, donde allí encontró la muerte junto a ellos sin abandonarlos ni un solo instante.

Gracias a su legado escrito, fue él  el  precursor  de la lucha en favor de los derechos y la igualdad de los niños, que luego se materializara a través de  la Declaración de los Derechos del Niño  firmada el 20 de noviembre de 1959 por las Naciones Unidas,  y que   Chile ratificó en 1990 junto a otros 57 países, la cual  se rige   por cuatro principios fundamentales:  la no discriminación, el interés superior del niño, su supervivencia, desarrollo y protección, además de su participación en las decisiones que los afecten.

Ellos y muchos más no fueron indiferentes

La indiferencia y la impunidad son el terreno fértil para propagar el odio y la intolerancia, nuestro país no está ajeno a estos males y estamos convencidos que se ha avanzado en la dirección correcta. El año pasado   el gobierno promulgó la ley  contra la discriminación, hoy más conocida como ley Zamudio , y podemos decir orgullosos que nuestra comunidad tuvo gran participación durante todo el proceso ;  hoy creemos necesario complementarla y  resulta indispensable contar pronto con una ley   que condene la incitación al odio, la cual se encuentra en   la comisión de Constitución , Reglamento y Justicia del Senado desde el 2011.

No podemos olvidar

El deber del sobreviviente es dar su testimonio de lo que ocurrió, debemos advertir a la sociedad que estas cosas pueden volver a suceder y que el mal puede desencadenarse nuevamente. El odio radical, la violencia y las idolatrías aún proliferan entre nosotros.

A medida que transcurra el tiempo, será cada vez más difícil mantener vivo el recuerdo de la  Shoá, no podemos quedar indiferentes  frente a crímenes  tan crueles y dolorosos en la historia de la humanidad, para que solamente queden depositados  en un capítulo de algún  libro de historia, o sean parte de algún documental en la televisión.

Entonces debemos preguntarnos:

¿Cómo asegurar que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos  conozcan  la historia y la sientan  como propia?

¿Cómo canalizar  nuestra fuerza comunitaria para garantizar que no habrá olvido individual ni colectivo?

Una cosa cierta es que No podemos olvidar ni permitir que el mundo olvide.

Ya hemos construido suficientes monumentos a la muerte y a la destrucción,  pero falta construir muchos  monumentos a la Paz, a   la  Tolerancia, a la  Fe en una vida judía más rica, a una comunidad más  unida  y más comprometida.

Amigos: Contemos la historia. La del Holocausto donde más de 6 millones de nuestros  hermanos judíos fueron cruelmente asesinados por la maquinaria de destrucción Nazi.

Contémoslo a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros conocidos,  y a todos los seres humanos.

Recordemos que

No somos quienes debemos perdonar.

Pero sí, quienes no debemos olvidar.”.

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