Yom tzedaká: “Más que lo que hace el Rico por el Mendigo, hace el Mendigo por el Rico”

COMUNIDAD

Desde siempre, para el pueblo judío, el concepto de tzedaká ha sido pilar central de su vida y costumbres.

Históricamente el día comunitario dedicado a dar, tenía la intención de juntar fondos para las ofrendas y requerimientos del Bet Hamikdash.

Según nos corresponde cada año después del año sabático, nos encontramos en Shanat Hakel, o año de la unión. Mientras existía el Bet Hamikdash, todos los judíos, desde los recién nacidos hasta los más ancianos, lo celebraban reuniéndose en el Templo durante la festividad de Sucot para escuchar al rey de Israel que ascendía a una plataforma a leer la Torá e inspiraba con sus palabras y bendiciones a toda la nación. En ese momento “todo Israel aparecía ante Dios” y se cumplía así con la mitzvá dedicada a la reunión.

¿Por qué se celebraba al año siguiente del año sabático? Durante el año sabático la economía se detenía, los hombres abandonaban la tierra para dedicarse al estudio en la tranquilidad de su hogar. Al año siguiente, debían estar listos para volver a sus labores y era un buen comienzo salir de su individualidad para reunirse en el Templo con el resto del pueblo.

Si bien la práctica sólo volverá cuando todos los judíos residan en la tierra de Israel y se reconstruya el Bet Hamikdash, mientras esto no ocurra hay ciertas acciones que podemos hacer para revivir y promover este fuerte espíritu de unión que nos provee Shanat Hakel.

El Talmud (Babá Batrá 10a) nos enseña “Es tan grande la tzedaká que acerca la redención”, es decir que la mitzvá de tzedaká tiene como característica especial, apresurar la redención y con ello la reconstrucción de nuestro templo en Jerusalén para que reine la paz en todo el mundo.

Es por eso que hemos querido recuperar este rito de unión de toda la comunidad judía, por medio de celebrar cada año “Yom Tzedaká”, un día especial para dar más, enfocándose en la necesidad del otro y no sólo en los propios problemas, así recordando la importancia de la tzedaká y que los más beneficiados son quienes dan más que los que reciben. Si bien todos los días del año tenemos la obligación de ayudar al prójimo, ésta será una ocasión para reforzarla, especialmente dada su relación con la unión con los demás.

Rambam (Maimónides) en sus leyes tituladas “regalos a los pobres” (cap. 7 ley 13) nos enseña: “un pobre que es tu pariente antes de cualquier persona, un pobre conocido antes que los pobres de tu ciudad y los pobres de tu ciudad antes que los pobres de otra ciudad”.

“Teshuvá, tefilá utzdaká maabirim et roá haguezerá” (el retorno –arrepentimiento-, la plegaria y la caridad desplazan lo malo del decreto divino). Los días que van desde Rosh Hashaná a Yom Kippur marcan todo nuestro año por venir, por eso se enfatizan estas tres cosas, pero nuestros sabios nos enseñan la importancia de prepararse antes de cumplir cualquier acto de santidad y es por eso que nos instauraron el mes de Elul, el último del calendario, como el mes de la preparación para los Yemé Hadín (Días del Juicio) y por lo tanto es Rosh Jódesh Elul, el primer día del mes de Elul (en el cual también comenzamos con la costumbre de hacer sonar el Shofar) como este día especial en el cual nos uniremos realizando esta gran mitzvá y así prepararnos para los días de Rosh Hashaná y Yom Kippur con buenas acciones.

Importancia de la Tzedaká.

Estamos acostumbrados a traducir la palabra tzedaká como caridad o ayuda, pero si vemos su raíz, tzedaká proviene de la palabra tzédek, que significa justicia. Esto se debe a que el auténtico concepto de tzedaká no es ayudar y beneficiar al receptor, si no que realizar un acto de justicia con nosotros mismos. Al entregar ayuda monetaria, no importa la cantidad, demostramos que el dinero realmente no nos pertenece a nosotros sino que Di-s nos los envió para administrarlo y utilizarlo de la mejor forma posible. Somos entonces los “banqueros de Di-s”. Di-s en su Torá nos ordenó que el dinero que Él destinó para nosotros hay que distribuirlo priorizando a la familia, a los cercanos y después a los necesitados.

Por otro lado, el Talmud (Babá Batrá 9a y más) nos comenta que la mitzvá de tzedaká, la mitzvá, es equivalente a todas las mitzvot, pues todas consisten en trascender y santificar lo material hacia un estado de divinidad, por lo tanto la mejor forma de hacerlo sería entregando ayuda monetaria al necesitado o a una institución, porque en el momento de la entrega refinamos y santificamos todo el equivalente a esas monedas, todo el esfuerzo puesto, todas las ilusiones y esperanzas, que es varios días de trabajo, el esfuerzo mental y emocional que uno invirtió para ganar ese dinero y el sudor para lograrlo. Todas estas se refinan y trascienden en una simple entrega: “la tzedaká espiritualiza lo material”.

La fórmula para convertirse en un hombre rico es la tzedaká, como nos dice la Torá:

“Aser teaser et kol teuvat zareja…” (Debarim –Deuteronomio- XIV:22) “Darás el diezmo de toda tu cosecha…, prestando atención a las palabras de la Torá”. Aparentemente suena repetitivo “aser teaser”. Dos veces nos indica la Torá que debemos dar el diezmo, pero nos dicen nuestros sabios que la Torá con esto está aludiendo a la fórmula para la riqueza, “aser” viene de la palabra “ashir” que significa rico y la Torá dice “aser bishbil shetitasher” que significa dar el diezmo para que te enriquezcas, y nos dicen los maestros kabalistas que esto se aplica en un sentido tanto espiritual como físico. Es decir, el individuo, al dar tzedaká, se refina a sí mismo y se convierte en una mejor persona y así también sus pertenencias incrementan.

Cuando se construyó el Mishkán, (el Tabernáculo) en los tiempos en que el Pueblo de Israel estaba en el desierto, se pidió una contribución de todos (había una fase en que se dio un mínimo por igual, y una segunda fase donde cada uno aportó según su corazón) y la Torá (Shemot -Éxodo- XXV:3) habla sólo de tres minerales: oro, plata y cobre. La Kabalá nos enseña por qué la Torá habló sólo de estos tres porque con esto incluyó y aprobó todas las formas en que uno puede y debe dar tzedaká.

Oro en hebreo se dice zahav, que es una abreviatura de “ze hanotén barí” (“este es el que da cuando está sano”), es decir que aporta en su mejor situación física, sólo por la causa. Késef significa plata y también es la abreviatura de “kesheyesh sakanat fájad” (“cuando hay peligro que produce temor”): la Torá también nos permite dar tzedaká cuando tenemos un interés en particular. Si, por ejemplo, queremos que algo no nos afecte o cuando tenemos algún temor. Nejóshet significa cobre, pero también es la abreviatura de “netinat jolé sheamar tenú” (“la entrega de un enfermo que había dicho entreguen”) es decir, un testamento. La Torá considera tzedaká también cuando la persona físicamente ya no está con nosotros y por el simple hecho de haber querido dar. Por lo tanto, al entregarla a nombre del fallecido, es considerada tzedaká para esa persona. 

En conclusión, la tzedaká es una mitzvá que no tiene un límite sino que se encuentra en toda circunstancia y momento.

Rambam (Maimonides) nos enseña (leyes de “regalos a los pobres” cap. 10) que hay ocho categorías en orden descendente de cómo dar tzedaká: A. El que regala, presta o crea una sociedad con el que se quedó sin trabajo, para que vuelva a recuperarse. B. El que da sin saber a quién le llega, y el que recibe tampoco sabe de quién viene, parecido a esto es depositar en una alcancía.

C. El que entrega sabe a quién va, mas el que recibe no sabe de donde viene. D. El que entrega no sabe y el que recibe si sabe de quien vino. E. El que le entrega directamente a un pobre antes de que éste le pida. F. El que entrega al pobre después de que éste le pidió. G. El que da menos de lo suficiente pero con buena cara. H. El que da con tristeza.

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