CJCh en liturgia en La Moneda por el 40° aniversario del 11 de Septiembre

COMUNIDAD

La Comunidad Judía de Chile ( CJCh ) participó en la liturgia en el Palacio de La Moneda en conmemoración de los 40 años del 11 de Septiembre, a la que concurrió el Presidente de la República, Sebastián Piñera y su esposa Cecilia Morel, ministros de Estado , los comandantes de las Fuerzas Armadas, Carabineros y PDI y los capellanes católico, evangélico y judío. El mandatario dijo, durante la ceremonia, que “ llegó el tiempo, no de olvidar pero si de superar los traumas del pasado , subrayando que “ no tenemos derecho, como generación, a traspasar a nuestros hijos y nietos los mismos odios que dividieron y tanto dolor causaron a las generaciones que nos antecedieron”.

La Comunidad Judía se hizo presente en la ocasión a través de su vicepresidente Hernán Fischman, a quien acompañaron Gabriel Zaliasnik, Eduardo Weinstein y Marcelo Isaacson.

La intervención de la CJCh estuvo a cargo del capellán judío, Rabino Eduardo Waingortin, a quien le antecedió el Ministro de Defensa Nacional, Rodrigo Hinzpeter quien dio lectura a un breve texto sobre  la reconciliación entre Jacob y Esaú  ( Libro Bereshit-Génesis, capítulo 33. Versículos 1 al 4). Waingortin, luego, ofreció su reflexión:

“ El texto bíblico que acabamos de leer ( en referencia a lo expresado por el Ministro Hinzpeter ) es la culminación de una larga historia que comienza con dos hermanos nacidos de un mismo vientre pero que tienen distintas maneras de ver el mundo.  El objetivo final que ambos persiguen es el mismo, pero las formas son diferentes. Eso los distancia, los enemista, y genera separación , exilio y mucho, mucho dolor”.

“El texto nos habla de esta división pero a la vez nos llena de esperanza porque , increíblemente, habiendo tantos caminos para transitar, ambos se encuentran en el único camino que Dios coloca frente a ellos que es el de la reconciliación”.

“El texto es muy antiguo, pero sus personajes son seres humanos  y eso le da actualidad, ya  que como  seres humanos seguimos teniendo disidencias , formas distintas de ver el mundo. Y aunque compartimos el mismo ideal, esas formas nos distancian. Eso es lo que pasó en Chile, pero ¿cómo hacen estos dos hermanos para reconciliarse?”.

“En Pirkei Avot, una parte del Talmud, Rabán Shimón Ben Gamliel, dice: El mundo se basa sobre  tres pilares, la verdad, la justicia y la paz. Jacob y Esaú pudieron encontrarse  al entender que la verdad es esencial y debe buscarse hasta agotar todas las capacidades humanas y que hay un deber moral en decir la verdad, pero que la verdad absoluta está en manos de Dios”.

“Pudieron reencontrarse  porque entendieron que la justicia debe actuar hasta agotar todas las capacidades humanas, teniendo en cuenta que el respeto por los derechos humanos debe ser la base de todo entendimiento perdurable. Pero que la justicia absoluta está en manos de Dios”.

“Pero pudieron reencontrarse porque entendieron  que si bien la verdad y la justicia, en última instancia , están en manos de Dios,  la paz si estaba en sus manos. Entendieron que la paz si estaba en sus manos, y tomaron la decisión de emprender el único camino posible, que es el camino de la paz”.

“En hebreo, paz  se dice Shalom, y Shalom también significa estar entero, estar completo. La paz nos da plenitud, y solo estando completos, podemos estar en paz”.

“Cuando Jacob y Esaú se reencontraron, el texto nos dice que ambos se abrazaron, se besaron y lloraron. Se abrazaron porque reconocieron esa hermandad que los unía. Se besaron porque volvieron a soñar con ese proyecto grande, que trascendía sus propias vidas. Y lloraron por el tiempo perdido, por el dolor sufrido, y por no haber hecho antes gestos de acercamiento y de perdón”.

“En este mes de la Chilenidad , donde recordamos a los Padres de la  Patria que soñaron con un Chile grande, fraterno e inclusivo, pedimos a Dios que todos los chilenos y chilenas podamos reencontrarnos en un abrazo de hermanos, que podamos volver a besar el sueño de ese Chile justo, solidario,  que todos queremos, donde podamos ver en el otro el rostro de nuestro prójimo, a quien debemos amar como a uno mismo”.

“ Y que las lágrimas por todos los caídos , las lágrimas por todos los desaparecidos, las lágrimas de las familias que aún no pudieron cerrar su duelo, puedan transformarse , todas ellas, en lágrimas de alegría por un país finalmente reconciliado, que sin olvidar el pasado ni dejar de buscar la verdad y la justicia, sea capaz de perdonar, de mirar hacia adelante y de trabajar siempre por la paz. Amen”.

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