110 años de vida judía organizada en el país: “Un caso ejemplar de humanidad solidaria”

110 años CJCH, Chile

El joven capitán de la motonave “Copiapó”, Roberto Muñoz Horz (32) se vio impactado de la represión sufrida por los judíos alemanes, subiéndolos a la embarcación para llevarlos a Sudamérica y así salvarlos de una muerte segura de manos de los nazis. La hazaña, de la cual fueron parte 90 judíos –20 de ellos niños y mujeres– fue compleja y angustiante dado que para subir al buque de carga –que trasladaba provisiones y combustibles– se debía sortear la inspección de la Gestapo, complicando a algunos, pero logrando que otros pudieran escabullirse.

El cineasta Rodrigo Sepúlveda -“Un ladrón y su mujer” (2001) y “Padre Nuestro” (2006)- quien tiene en carpeta la historia del “Copiapó” dijo a El Mercurio que esta “es la épica de un noble capitán que se transforma en un héroe, pues siente una profunda lástima por la inminente muerte de estas personas y hace lo imposible por salvarlas. Esto, que es desconocido para la mayoría de los chilenos, lo hago como una forma de honrarlo”.

El “Copiapó” fue el último barco que salió en Hamburgo el 30 de agosto de 1939 y lo hizo con 200 pasajeros, la mitad de ellos judíos. Su capacidad sólo permitía 100 pasajeros, debido a su pesada carga. Como la Gestapo impidió el zarpe del buque “Patria” de nacionalidad alemana, muchos de sus pasajeros fueron acogidos por el “Copiapó”, que cuando estaba a punto de levar anclas fue interceptado por los agentes de la policía secreta nazi, provocando la histeria colectiva entres los pasajeros. La intervención del capitán Muñoz Horz permitió salvar la situación. Explicó que sus pasajeros eran mayoritariamente niños y mujeres chilenas que regresaban a su país tras un periodo de vacaciones en Europa por lo que no era necesario subir a bordo para una inspección. “Copiapó” emprendió el viaje hacia Amberes (Bélgica) donde no recibió control, pero cuando se enfiló hacia Puerto Rico, para abastecerse de agua potable, fue interceptado por un submarino germano con clara intención de echarlo a pique. El ingenio del capitán se impuso al trance.

Manfred Klein, uno de pasajeros del Copiapó, se refiere al capitán Muñoz como “un caso de ejemplar humanidad solidaria“ no sólo por la acogida y acomodo que brindó a un grupo de hacinados en aguas peligrosas, sino además por el afán que puso para que todos salieran con vida, según se señala en el capítulo Aires de Libertad y otras huidas del libro “Sueños de Libertad” que relata el legado de los primeros inmigrantes judíos llegados a Valparaíso.

Cabe destacar que un grupo de pasajeros del “Copiapó” se reunió varios años atrás en Valparaíso para rendirle homenaje al capitán Muñoz Horz, tributo que fue recibido por su hermano ante el fallecimiento, previo a la ceremonia, del honrado capitán.

 

Por Marcos Levy

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