León Cohen concluye su período en la CJCh

Chile

El personero aseguró que la única esperanza que se alcance la paz en el Medio Oriente es a través de negociaciones, lo que descarta la violencia y por supuesto el terrorismo, y que estas negociaciones sean directas y bilaterales.

“Aprovecho estas páginas para agradecer al gran número de personas en especial jóvenes que participaron en este proyecto tan fecundo, a cada uno de los miembros del equipo profesional y del Directorio, a quienes en forma muy generosa realizaron importantes donaciones, a todos los dirigentes comunitarios por haber depositado su confianza en nosotros, a mis amigos por su apoyo incondicional, en especial en los momentos duros, y por sobre todo a mi mujer y a mis hijos”.

Con estas palabras, el presidente de la Comunidad Judía de Chile, León Cohen, resumió a La Palabra Israelita, sus sensaciones al momento de concluir su período y dejar el cargo a la directiva que seré elegida en algunos días más.

-¿A qué se debe que tu periodo esté terminando antes de lo previsto?

-Si bien el actual Directorio asumió en junio de 2015 por circunstancias particulares, la fecha habitual de cambio de liderazgo en la CJCh es en el mes de marzo. Se consideró conveniente en esta oportunidad que el nuevo presidente asumiera su mandato al inicio del año, a fin que pueda tomar decisiones relevantes, especialmente asociadas a las redefiniciones que se estimen necesarias en concordancia a la realidad presupuestaria con que cuente para afrontar su periodo.

-¿Cuál es tu evaluación de tu ejercicio como presidente de la comunidad junto al equipo que se formó para enfrentar este período?

-Mi evaluación es muy buena. En el ámbito de las comunicaciones se desarrolló una línea editorial que nos distingue, la que se potenció con una nueva página web, una intensa actividad en RRSS y una relación constante con los medios masivos. Respecto de la acción política se avanzó en forma relevante en sus típicos tres espacios. En el punto del esclarecimiento, dimos un paso fundacional con la creación de la Academia, cuna de las siguientes generaciones de voceros, muchos de los cuales ya han realizado un trabajo muy relevante en universidades. En segundo lugar, el fortalecimiento de redes y relaciones. En este plano se ha profundizado el trabajo con todos quienes desde distintos ángulos comparten con nosotros una agenda de defensa y promoción de valores universales y de defensa del Estado de Israel. Aquí me refiero al Comité de Amistad Chile Israel de la Cámara de Diputados, al mundo evangélico, a la Iglesia, a minorías históricamente discriminadas, como la comunidad gay. Con el gobierno, la relación se ha centrado en dar un nuevo impulso al combate de la discriminación en nuestro país, con la próxima Ley contra la Incitación al Odio. En tercer lugar, hemos realizado un gran trabajo de aporte al país, en especial en torno al proyecto MAIM, siendo ya reconocidos a nivel nacional como protagonistas de la agenda pro cuidado del agua en Chile. También en este plano hemos colaborado con el Congreso del Futuro, que se está realizando en estos días, para poder contar en Chile con lo mejor de la ciencia y el conocimiento de Israel, y hemos asimismo divulgado el aporte social al país de algunas de nuestras instituciones, como el CMI, la Bomba Israel y el Ariel Job Center.

“Pero quizás en el plano del desarrollo interno de la CJCh es donde creemos están los mayores logros. Tras una compleja restructuración, dimos con un equipo profesional robusto y altamente calificado que estamos seguros puede llevar el trabajo comunitario a nuevas alturas. Este equipo, cuyo director ejecutivo ha asumido ya la vocería profesional de la CJCh, en un marco de objetivos y estrategias formales, de presupuestos elaborados y controlados y de las mejores prácticas de gestión, estoy seguro permitirán a los futuros directorios contar con cimentos muy sólidos para que lleven a cabo sus proyectos e iniciativas”.

-¿Cuáles fueron los momentos más complejos de este periodo para la comunidad judía?

-Creo que como comunidad vamos a tener que acostumbrarnos a vivir períodos complejos. En Chile, como en muchas partes del mundo, la sociedad se está polarizando, lo que genera un entorno crispado en que el debate se vuelve violento y los espacios para escuchar y para la conversación serena van menguando. Esto no es bueno para nadie, ni menos para quienes constituimos una minoría. Al mismo tiempo, el Medio Oriente sigue estando agitado, y como sabemos bien, lo que ocurre allá repercute acá. Es por esto que nuestra acción debe estar enfocada en el mediano y largo plazo. Sabemos que el día a día es intenso, pero si solo nos dedicamos a eso no avanzaremos en lo más importante, que es sentar las bases para una comunidad judía respetada, querida y considerada como un aporte real a nuestro país, tras ya 110 años de vida organizada judía en Chile.

“En lo estrictamente personal, los momentos más difíciles son aquellos en que se recibe fuego amigo. Nunca va a dejar de sorprenderme la facilidad con que muchos integrantes de nuestra comunidad caen en la descalificación personal, desde la más profunda ignorancia, actitud tan condenada en nuestra fe (lashón hará), y que ahora encuentra grados inéditos de propagación, como consecuencia del uso indiscriminado de las redes sociales, con la ingenua creencia que se trata solo de canales internos de comunicación. También es duro constatar que muchos creen que el terremoto comunitario que sufrimos en 2014 con ocasión de la última guerra de Gaza nunca más se va a repetir, lo cual es a todas luces una creencia aventurada y poco fundada”.

-¿Cuáles fueron los momentos o logros más gratificantes?

-Los mejores momentos tienen que ver cuando escucho a una autoridad nacional o un chileno común y corriente expresarse con cariño y respecto acerca del aporte que hacemos los judíos a nuestro país. Cuando logramos cambiar aunque sea parcialmente los paradigmas y estereotipos, normalmente consecuencia del desconocimiento acerca de nosotros, como comunidad y como pueblo, y de Israel.

-¿De qué forma piensas tú que la comunidad judía debe abordar la situación de Israel en el contexto internacional, particularmente en relación con Naciones Unidas?

-Nuestra posición ha sido muy clara en esta materia, y así la hemos transmitido en todas las esferas. La única esperanza que se alcance la paz en el Medio Oriente es a través de negociaciones, lo que descarta la violencia y por supuesto el terrorismo, y que estas negociaciones sean directas y bilaterales, lo que excluye a las Naciones Unidas como un foro eficaz para el logro de la paz. Esto es aun más claro tras las declaraciones recientes de Ban Ki-moon, quien al dejar el cargo, admitió el sesgo contra Israel de la ONU, lo que califica incluso como contrario a los intereses de los palestinos a resolver el conflicto.

“El mayor avance hasta la fecha ha sido el que se produjo en Oslo en 1993. En esa oportunidad, negociadores israelíes y palestinos alcanzaron un acuerdo, si bien trascendente, aún no suficiente, y lo hicieron de esa forma, negociando en forma directa y bilateral. Para que se pueda retomar este proceso, el paso fundamental es restaurar las confianzas entre las partes (esto me tocó vivirlo en primera persona cuando tuve el honor de representar a la Comunidad Judía en la Mesa de Diálogo por los Derechos Humanos, en los años 1999 y 2000), y ese es el rol de la comunidad internacional, crear las condiciones y alentar la vuelta a la mesa de negociaciones de ambas partes. Creo que esta postura es bien entendida en Chile, ya que todos nuestros gobiernos han asumido como política de estado que la única forma de avanzar con las demandas marítimas bolivianas son las negociaciones directas y bilaterales, descartando de plano que dicha aspiración pueda ser resuelta en foros internacionales”.

-¿Cómo ves el futuro de la relación entre la comunidad judía y la comunidad palestina y si consideras que existe un desfase entre la posición de la directiva de la Federación Palestina y lo que piensa y siente la calle palestina?

-Francamente cuesta mucho entender la postura de la Federación Palestina, empeñada solamente en demonizar a Israel en forma permanente e irracional, incurriendo en actos claramente antisemitas como ciertas caricaturas que en nada envidiaban a aquellas que se publicaban en Múnich en los años ‘30. El último episodio ha sido la inclusión prácticamente como vocero del corresponsal en Chile de Hispan TV, agencia pública iraní, es decir, la voz oficial del gobierno de un régimen teocrático y abiertamente comprometido con el terrorismo internacional, como está acreditado que ocurrió hace casi 23 años con la voladura de la AMIA, a solo dos horas en avión de Santiago.

“Mirando hacia adelante, espero que la cordura se instale en esa Federación, y se den cuenta que el único aporte real que podemos hacer desde Chile a la solución del conflicto es generar espacios de confianza que permita a las partes volver a la mesa de negociaciones. ¿Si aquí en Chile, como compatriotas y a miles de kilómetros de la zona en disputa no podemos conversar, habrá alguna posibilidad que ello ocurra allá?”

-¿Y por último, cuáles son a tu juicio los desafíos prioritarios que deberá enfrentar la nueva directiva de la comunidad judía de Chile?

-Tenemos muchos desafíos, y el primero por supuesto es la sustentabilidad. Es un pendiente de este período, y espero confiado que seamos capaces como comunidad de crear a corto plazo los canales para que todo chileno judío contribuya al financiamiento de la CJCh, tanto de su estructura como de sus principales proyectos.

“El segundo desafío a mi juicio es profundizar la estrategia de friendraising, esto es de trabajar cada vez con mayor proximidad con todos quienes en Chile aspiramos a una sociedad más respetuosa y plural, en que todo tipo de discriminación sea crecientemente condenada y aislada. En tercer lugar enfrentar un año marcado por las elecciones en Chile, y por diversos aniversarios relevantes, como los 50 años de la reunificación de Jerusalén, los 70 años de la Partición, y los 100 de la Declaración Balfour. En este ámbito, el rol de nuestros jóvenes es fundamental.

Por último, seguir trabajando por el fortalecimiento de los vínculos entre todos nosotros al interior de la comunidad, haciéndola cada día más unida, inclusiva y solidaria. Es un solo barco en que vamos todos, con alegría, esperanza, y un profundo orgullo de nuestra condición de judíos”.

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