Reporte de Medio Oriente

Medio Oriente

AJN / Por Roxana Levinson, corresponsal en Israel

La situación económica, política y de seguridad en Jordania comienza a generar protestas y despierta fantasmas de “Primavera Árabe”, Irán y Hezbollah habrían asesinado a un alto cargo de la organización y después acusaron a los rebeldes sirios. En Líbano, continúa la polémica por un atrevido clip de la controvertida cantante Myriam Klink. ¿Censura o defensa del buen gusto? Y más.

 

Soplan vientos de “Primavera Árabe” en Jordania

La embajadora de Israel en Jordania, Einat Shlein, ha levantado ampollas en el reino, debido a comentarios que habría hecho en el marco de una reunión de trabajo con el comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel, Gadi Eizenkot.

Altas fuentes del gobierno citadas por el diario local Al Rad, aseguran que la diplomática le dijo a Aizenkot que “la situación en Jordania es precaria” y que habría mencionado una serie de conflictos y problemas a los que se enfrenta el país. Las fuentes aseguran que la embajadora desmintió estas declaraciones y que “Jordania es un país seguro y estable, que no necesita que la embajadora de Israel lo constate”.

Más allá de declaraciones y desmentidas, lo cierto es que en Jordania la situación – económica, social y de seguridad – es compleja.

Los peligros de hoy en día son múltiples. La organización Estado Islámico se atrinchera en Siria e Irak, justo al otro lado de la frontera, lo cual no sólo implica un peligro de infiltración sino también de que los jordanos – aunque más no fuera un grupo pequeño – intenten unirse a la lucha yihadista.

A esto se suma el hecho de que, al intentar cerrar en forma hermética sus fronteras, Jordania minimiza o incluso pierde su antiguo y lucrativo rol de lugar de tránsito para el comercio y el movimiento financiero, como así también sus relaciones comerciales con Siria e Irak, países completamente desmoronados, también a nivel económico y comercial.

En una región abundante en petróleo y gas, Jordania es uno de los pocos países que casi no tienen recursos petroleros. Los habitantes de las ciudades reciben agua sólo un día a la semana y los habitantes del campo incluso menos. Al igual que en el resto de la región, el turismo – que solía ser una buena fuente de ingresos – ha disminuido considerablemente, debido los peligros que conlleva un paseo por Medio Oriente.

Mientras tanto, el rey Abdulla II se mantiene firme en su postura de rechazar y silenciar a todos aquellos que exigen más democracia. Los datos de la economía – con un desempleo del 16% y más del doble entre graduados universitarios y habitantes de la periferia – contribuyen al malestar. El paquete de ayuda de 5 billones de dólares para 5 años que Jordania recibió de los Países del Golfo se agotó y no se ve en el horizonte ninguna intención de renovarlo. Las relaciones del reino con Arabia Saudita no pasan por su mejor momento, ya que Jordania se niega a permitir que las fuerzas de la coalición que lideran los saudíes actúen desde su territorio. Además, también se sumó a Turquía y Egipto respecto al futuro de Bashar al Assad, apoyando la idea de que permanezca en el poder en un eventual gobierno de transición, si alguna de las conversaciones de paz tiene éxito y se alcanza un acuerdo que ponga fin a la guerra civil.

La masiva presencia de refugiados sirios en territorio jordano – no todos ellos en campamentos de refugiados sino también en las grandes ciudades – con los consiguientes problemas económicos y presupuestarios que trajo al país y una cada vez mayor competencia por menos puestos de trabajo. Los ciudadanos jordanos comienzan a expresar molestia por tener que subsidiar con sus impuestos a millones de sirios. Estas masas de refugiados, escapados del horror y viviendo en la miseria, constituyen también un terreno fértil para el enrolamiento en agrupaciones extremistas y terroristas, especialmente Isis, que no suelen dejar pasar estas “oportunidades”.

Y a todo esto se suma el reciente aumento del precio del combustible y de los artículos básicos, más un recorte en los subsidios estatales, que generó protestas en algunas ciudades del interior del país.

Algunos de todos estos elementos son relativamente nuevos, otros ya estaban latentes, presentes incluso durante la llamada Primavera Árabe. Si el rey Abdulla II no logra encontrar fuentes de financiamiento para la tranquilidad de su país – tal como lo hizo en aquellos días de convulsión regional, el futuro inmediato se presenta complicado para Jordania. La desestabilización y el caos en el reino sin duda afectarían a la región – que de todos modos está sumida en la lucha sectaria y la violencia – y, por supuesto, también a Israel.

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