La expropiación que sigue al exterminio

Antisemitismo, COMUNIDAD

El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki y el canciller israelí Yair Lapid. (AP )
Shoshana Hen – Adaptado por Adrián Olstein
¿Cuánto tiempo pasó desde que mis abuelos fueron desalojados de su apartamento amplio y bien cuidado en una de las calles principales de Lodz, en Polonia, hasta que el portero polaco y su familia entraron y se apoderaron de su casa? ¿Una hora? ¿Un día? ¿Una semana? Cuando visité el edificio hace unos años, y toavía estaba allí la marca del lugar que había ocupado la mezuzá, no tuve coraje para subir hasta el segundo piso y ver quién vivía allí. ¿Estará todavía sobre el mueble el candelabro de Shabat de mi abuela, asesinada en Treblinka? El mismo que un día mi madre reconoció, cuando regresó a su casa una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, y fue amenazada de muerte si no se iba de inmediato.
Tres millones de judíos fueron asesinados en suelo polaco. Mientras que algunos eran rebeldes pobres, otros tantos eran dueños de propiedades. Aproximadamente un tercio de las propiedades inmobiliarias de Varsovia antes de la Segunda Guerra Mundial eran de propiedad judía. Sus ocupantes fueron desplazados a los guetos, campos de trabajo y de exterminio, y los polacos invadieron sus apartamentos en una escala sin precedentes en comparación a cualquier otro país donde se llevara a cabo el exterminio nazi. El Palacio Poznanski representa un buen ejemplo, perteneciente a los “Rothschilds” de Polonia, fue tomado por los polacos y se convirtió en un museo conocido vulgarmente como el «Louvre de Lodz», pasando por alto al pueblo judío, por supuesto.
Los pocos que regresaron a intentar salvar libros y pertenencias o recuperar la propiedad de sus casas fueron amenazados. Sumado eso a las dificultades del régimen comunista que nacionalizó y saqueó las propiedades judías y polacas. Los pocos que insistieron, se encontraron con una lucha llena de obstáculos. Pedidos sin sentido como los certificados de defunción de los asesinados en las cámaras de gas o el sellado de millones de documentos fueron cuestión de rutina. La posibilidad de restituir la propiedad judía de Varsovia se ha considerado desde entonces, y hasta ahora, como una cuestión poco importante, cuando no imposible.
No hay país donde restaurar cementerios y sinagogas judíos para el pueblo de Israel sea tan complicado como en Polonia. Implica permisos especiales. Gastos. El fin del comunismo en Polonia no cambió nada más que el discurso. El gobierno polaco se comprometió en una declaración de Terezin en 2009 a regular la cuestión de la propiedad judía. Pero a las palabras se las lleva el viento.
Los sobrevivientes del Holocausto provenientes de Polonia que hace años afirmaron con escepticismo que los polacos nunca devolverían el botín sabían lo que decían. Crecieron en un país donde muchos de sus compatriotas se criaron en el antisemitismo desde la cuna. Vivieron en primera persona a los cazadores polacos que buscaban judíos para traicionarlos. Su descripción al terminar la guerra fue realista.
La ley aprobada por el parlamento polaco la semana pasada en segunda lectura, que niega la posibilidad de restitución de propiedad a la mayoría de los relativamente pocos demandantes, es un paso en esa dirección. Del montón de trámites y dificultades, Polonia avanzó en los últimos años hacia el “blanqueo de la historia», de la cual la lucha por la propiedad es sólo una de sus aristas.
Se trata de una narrativa que convierte a Polonia en una víctima del dominio alemán tanto como el pueblo judío. A las acciones de las personas y las autoridades locales se suma el discurso oficial del Estado, se cierra por “asesinato y expropiación” una versión histórica actualizada.
La responsabilidad por el deterioro actual de la situación no es solo del gobierno polaco. Israel no hizo nada durante décadas por la lucha por la propiedad judía en Polonia, tanto privada como pública. La situación pone a prueba ahora tanto al gobierno israelí como al polaco. ¿Bastará con condenar públicamente y citar a embajadores? ¿O comenzará, por primera vez en la historia, un camino de justicia?

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