Biobio: Futuros negados
ANÁLISIS / OPINIÓN

Futuros negados
Biobio 18 de julio 2025
Sebastián quería ser presidente. Tenía cinco años y lo decía con convicción. No sabía cómo se llegaba a la Casa Rosada, ni siquiera podía caminar solo por la calle, pero lo tenía claro: quería mejorar las cosas. Decía que cuando fuera grande iba a cambiar el mundo, sin entender aún cuán grande podía ser la crueldad de ese mismo mundo. Sebastián no alcanzó a cumplir seis. Murió el 18 de julio de 1994 cuando una bomba explotó frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en Buenos Aires. Fue la víctima más joven de ese atentado. Estaba con su mamá haciendo un trámite.
Cuando hablamos de terrorismo, muchas veces caemos en el lenguaje de los números. 85 muertos, más de 300 heridos. Pero lo que el terrorismo destruye no son solo cuerpos. Lo que arrasa son futuros. Proyectos. Caminos posibles. Ideas aún no escritas. Carreras aún no estudiadas. Abrazos que no se dieron y que nunca se darán.
Treinta y un años después, todavía nos falta justicia. Pero aún más grave: todavía nos falta una conciencia global clara de lo que el odio puede causar. Porque el terrorismo y el antisemitismo no son problemas del pasado. Es un veneno que sigue circulando, disfrazado de ideología, de activismo, de mitos sin fundamentos y de causa política. Pero siempre con el mismo resultado: negar la humanidad del otro.
Desde Chile, recordamos. No por costumbre, si no porque cada año que pasa sin justicia hace más importante que no lo olvidemos, que cada una de las víctimas sea nombrada y como comunidad judía, tenemos la responsabilidad de repetir una y otra vez, aunque muchas veces no haya nadie que quiera escucharlo que el terrorismo y sus fatales consecuencias no empieza con una bomba, sino que germina con palabras, con prejuicios, con la demonización y deshumanización del otro.
Sebastián no será presidente y al igual que él, 84 seres humanos, 84 familias, vieron sus futuros negados. Es hora de sacarnos las vendas y decirle NO al terrorismo. Es la única forma de que esto no vuelva a ocurrir en ninguna parte del mundo.