El encuentro de Shai Agosin con el Papa

COMUNIDAD

Formando parte de una delegación de líderes judíos de 13 países  latinoamericanos, el Presidente de la Comunidad Judía de Chile, Shai Agosin saludó el Papa Benedicto XVI durante una audiencia en el Vaticano.  El encuentro con el Pontífice , que anunció su renuncia a la jefatura de la Iglesia Católica en el día de ayer,  tuvo lugar en mayo de 2012. Tras la visita, Agosin dijo que “el encuentro con el Papa nos permitió afianzar los vínculos entre judíos y católicos y lograr mayor entendimiento para hacer nuestro aporte a la paz”. El líder comunitario, a quien el Papa le entregó en privado una bendición para los  miembros de la Comunidad Judía, destacó  en el marco de este importante encuentro “ hemos asumido juntos, como hermanos, el compromiso de irradiar un fuerte mensaje a la sociedad en la que vivimos, defendiendo la familia, el pluralismo y la democracia, todo esto en el contexto de valores comunes de nuestra tradiciones religiosas.

Según Agosin el Papa rechazó “ todas las formas de antisemitismo” y envió sus bendiciones al pueblo chileno, anhelando que siempre prime un ambiente de concordia y encuentro.

Respecto a los valores que caracterizan a la CJCh, su presidente enfatizó que “la Comunidad Judía de Chile cree profundamente en una sociedad plural, que tenga respeto por la diversidad de sus ciudadanos y especialmente por las minorías, donde el prejuicio y la discriminación no tengan lugar y en la cual sea rechazado por ende también el antisemitismo o cualquier otra forma de discriminación, porque ni la fe ni la tradición religiosa de las personas pueden ser motivo de exclusión, así como tampoco puede serlo ningún otro aspecto o dimensión de la persona humana”.

Durante la audiencia privada con los líderes judíos latinoamericanos, el Papa ofreció el siguiente discurso:

“Queridos amigos judíos:

Mucho me complace dar la bienvenida a esta delegación del Congreso Judío Latinoamericano. Nuestro encuentro es particularmente significativo, pues ustedes son el primer grupo que representa a organizaciones y comunidades judías en América Latina con el que me he encontrado aquí en el Vaticano. En toda Latinoamérica hay comunidades judías dinámicas, especialmente en Argentina y Brasil, que viven junto a una gran mayoría de católicos. A partir de los años del Concilio Vaticano II, las relaciones entre judíos y católicos se han fortalecido también en su región, y hay diversas iniciativas que siguen profundizando la mutua amistad.

Como ustedes saben, el próximo mes de octubre se celebra el cincuentenario del comienzo del Concilio Vaticano II, cuya Declaración Nostra  Aetate sigue siendo la base y guía en nuestros esfuerzos por promover mayor comprensión, respeto y cooperación entre nuestras dos comunidades. Esta Declaración no sólo asumió una neta posición contra toda forma de antisemitismo, sino que sentó también las bases para una nueva valoración teológica de la relación de la Iglesia con el judaísmo, y manifestó su confianza en que el aprecio de la herencia espiritual compartida por judíos y cristianos llevaría a una comprensión y estima mutua cada vez mayor (n. 4)

Al considerar el progreso adquirido en los últimos cincuenta años de relaciones judeo-católicas en todo el mundo, no podemos por menos que dar gracias al Todopoderoso por este signo evidente de su bondad y providencia. Con el crecimiento de la confianza, el respeto y la buena voluntad, grupos que inicialmente se relacionaban con cierta desconfianza, se han convertido paso a paso en socios de confianza y amigos, buenos amigos incluso, capaces de hacer frente juntos a la crisis y superar los conflictos de manera positiva. Ciertamente, aún queda mucho por hacer en la superación de los lastres del pasado, en el fomento de mejores relaciones entre nuestras dos comunidades, y en la respuesta a los desafíos que afrontan cada vez más los creyentes en el mundo actual. Sin embargo, es un motivo para dar gracias el que estemos comprometidos a recorrer juntos el camino del diálogo, la reconciliación y la cooperación.

Queridos amigos, en un mundo cada vez más amenazado por la pérdida de los valores espirituales y morales, que son los que pueden garantizar el respeto de la dignidad humana y la paz duradera, un diálogo sincero y respetuoso entre religiones y culturas es crucial para el futuro de nuestra familia humana. Tengo la esperanza de que esta visita de hoy sea una fuente de aliento y confianza renovada a la hora de afrontar el reto de construir lazos cada vez más fuertes de amistad y colaboración, y de dar testimonio profético de la fuerza de la verdad de Dios, la justicia y el amor reconciliador, para el bien de toda la humanidad.

Con estos sentimientos, queridos amigos, pido al tres veces Santo que les bendiga a ustedes y a sus familias con abundantes dones espirituales, y que guíe sus pasos por el camino de la paz”.

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