Chile conmemoró Día Internacional de Recordación de las víctimas del Holocausto

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“Muchos de los asistentes a esta ceremonia no experimentaron en carne propia los crímenes a que fueron sujetos los judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pero justamente actos como el que nos congrega esta tarde cumplen la función de transmitir el testimonio de lo sucedido para que episodios como la Shoá no se repitan en el futuro”. Este fue uno de los párrafos destacados del discurso del Ministro de Relaciones Exteriores , Heraldo Muñoz durante el acto de conmemoración del Día Internacional de Recordación de las víctimas del Holocausto realizado en la Cancillería chilena y al cual convocaron el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Comunidad Judía , el Distrito 27 de Bnai Brith y la Sociedad Chilena para Yad Vashem.

La ceremonia, desarrollada en el marco de la resolución 60/ 7 de Naciones Unidas que designó el 27 de enero como el “Día Internacional de Recordación de las víctimas del Holocausto”, fecha que en 1945 el ejército soviético liberó el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau, contó con asistencia de autoridades nacionales, miembros del cuerpo diplomático y dirigentes y miembros de la Comunidad Judia.

Durante el transcurso del acto, de 75 minutos, se encendieron 6 velas en recordación de las seis millones de víctimas judías del Holocausto, y se escucharon las intervenciones del Canciller Muñoz, de la Presidenta Bnai Brith, Emma Finkelstein, quien habló en representación de la Comunidad Judía, del Presidente de la Sociedad Chilena para Yad Vashem, David Feuerstein, y de la Directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Lorena Fries Monleón, quien recibió de la Comunidad Judía, representada en la ocasión por el Presidente (S), Hernán Fischman, el reconocimiento “Luz y Memoria”.

La presidenta de Bnai Brith, en parte de su discurso, señaló que en los hechos ocurridos con los judíos en la Segunda Guerra Mundial “ hubo cómplices , voluntarios, enrolados, ejecutores , simpatizantes e incluso apologistas, más allá de las fronteras de Alemania”, agregando que “ la comunidad internacional y nosotros los judíos, sabemos que el Holocausto no fue sino la culminación de siglos de intolerancia y persecución, de un antisemitismo y un racismo muchas veces alentado por gobiernos y autoridades, e incluso en numerosas ocasiones visto con indiferencia”.

David Feuerstein, sobreviviente de Aushwitz, llamó a tener “ conciencia” en cuanto a que “ el relativismo no es compatible con una sociedad de justicia y tolerancia”. Y agregó: “Como sobreviviente y testigo de Auschwitz hablo para advertir. La historia se repite. No podemos permitir que en el 2015, 70 años después de la segunda guerra mundial, los hombres amantes de la libertad, tengan miedo. Vivimos en un tiempo de uso del terror y el odio, sin embargo, debemos recordar que el pasado está en el presente y el futuro en nuestras manos».

Finalmente, la Directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Lorena Fries, junto con agradecer el reconocimiento otorgado por la Comunidad Judía, enfatizó que los derechos humanos constituyen “ un standard ético de las democracias modernas”.

Durante la ceremonia, el Rabino Javier Waissbluth rezó el “Malé Rajamim”, oración fúnebre de la liturgia judía en recuerdo de las víctimas del Holocausto, y el duo “Esther & Ariel” interpretó canciones tradicionales judías, y el himno de los Partizanos judíos en versión original en Yidish.

Discurso del Ministro Heraldo Muñoz

“Quiero agradecer a la Comunidad Judía de Chile y a B´nai B´rith, con quienes llevamos casi una década de colaboración conjunta para que esta ceremonia se vuelva realidad. Quisiera extender también un cálido saludo a los hombres y mujeres sobrevivientes de la Shoah, que encarnan la fortaleza, la valentía y la resiliencia que hoy queremos destacar y transmitir. Su espíritu, así como el de tantos otros judíos que hoy no pueden estar aquí, resuena más fuerte que nunca y sirve como inspiración para las nuevas generaciones. Es un privilegio estar con Ustedes y les agradezco profundamente su sacrificio al revivir duros recuerdos en pos de que sus experiencias sean aprendidas por otros.

En Chile, vuestra comunidad asciende a las 20 mil personas, aproximadamente. Esta comunidad sintetiza lo chileno con lo judío y el sentido del acto que nos convoca se basa en las ideas de tolerancia y no discriminación, que son compartidas por el Estado de Chile.

Muchos de los asistentes a esta ceremonia no experimentaron en carne propia los crímenes a que fueron sujetos los judíos a manos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial; pero, justamente, actos como el que nos congrega esta tarde cumplen la función de transmitir el testimonio de lo sucedido para que episodios como la Shoah no se repitan en el futuro.

Cada 27 de enero, día en que el complejo de campos de Auschwitz-Birkenau fue liberado por las tropas soviéticas, nos reunimos para recordar una tragedia que enlutó la historia y nos hace ver la importancia de la tolerancia, de la convivencia y el respeto hacia las minorías. Tengo el honor de haber sido uno de los activos promotores, en mi condición de Embajador de Chile ante la ONU hace casi una década, de una resolución de la Asamblea General que nos mereció un reconocimiento público en una estampilla del Estado africano de Gambia.

De todo acontecimiento traumático podemos rescatar enseñanzas. Y en este caso se trata de desterrar de la humanidad los sentimientos de superioridad y los abusos.

Desgraciadamente, tras el holocausto, el mundo también ha sido testigo de atrocidades genocidas en la península de los Balcanes, en Ruanda y Burundi y en otros conflictos inflamados por el odio racial o religioso.

Hoy, que ocupamos la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hemos visto que la tarea de contribuir a la paz y seguridad internacional es más compleja, ardua y difícil de lo que pensábamos, porque las causas de los conflictos también son diversas; hemos planteado la necesidad de adoptar un enfoque más integral que sirva tanto para la prevención como para que los conflictos no vuelvan a repetirse.

Nuestro país es un crisol de culturas, etnias y nacionalidades en el que convivimos, como afirma nuestra Constitución, libres e iguales en dignidad y derechos. No hay ciudadanos de primera o segunda clase; todos somos igualmente valiosos.

Uno de los signos de los tiempos es el rescate del valor de la diversidad, y de ahí que crecen tanto las reivindicaciones de las culturas originarias y otras minorías, como la necesidad de que el Estado de Chile se dé las herramientas necesarias para hacer respetar y promover la diversidad y el aporte imprescindible de cada grupo a la comunidad nacional. Esos son los principios que defendemos en la arena internacional.

En noviembre del año pasado, en este mismo salón, tuvo lugar el “Seminario Internacional para la Promoción de la Paz entre Palestina e Israel”, como una contribución al diálogo y al entendimiento entre las comunidades chilenas de origen judío y palestino.

Con ello, junto con abrir un espacio para el intercambio de opiniones, quisimos relevar algo que consideramos digno de mostrar al mundo: la tolerancia y la buena convivencia que imperan entre las comunidades en nuestro país. Tenemos la convicción de que éste es un patrimonio que merece ser conservado y promovido, hoy más que nunca, tras haber observado con consternación los hechos ocurridos recientemente en Francia”.

Discurso Emma Finkelstein

“Señor Ministro, quiero comenzar mis palabras agradeciendo el gesto del Ministerio de permitir que este acto se realice una vez más en este salón.

Enero de 1945. En pleno invierno los ejércitos Aliados avanzan en varios frentes a través de Europa en lo que será la ofensiva final contra la Alemania Nazi.

Durante los últimos años, el Reich ha montado una abominable maquinaria de la muerte en campos de trabajo y exterminio cuyas instalaciones fueron diseñadas exclusivamente para ser más eficientes en el asesinato de todos aquellos que consideraron como razas inferiores y no merecían vivir. Como la eficiencia es primordial, se determina que una bala es un costo demasiado alto a pagar por una vida humana, y se diseñan las cámaras de gas. Enterrar los cadáveres tampoco es muy eficiente, se edifican crematorios para deshacerse de los restos.

La solución final es parte de su política de estado, y con ella la eliminación de la faz de la tierra de gitanos, minusválidos físicos o mentales, judíos, eslavos, intelectuales, opositores al régimen… la lista sigue y sigue.

La eufemística Solución Final ha traído la muerte de seis millones de judíos. Más de un tercio de su población. A esta persecución y matanza de esos millones de judíos por el gobierno Nazi y sus colaboradores se le conoce como Holocausto, Shoá en Hebreo.

El 27 de Enero de 1945 el ejército soviético llega al mayor campo de exterminio del Reich, el de Auschwitz – Birkenau. Aquí y en todos los otros campos de exterminio, los aliados sólo encuentran algunos pocos sobrevivientes, verdaderos esqueletos.

Las evidencias del exterminio no pudieron ser eliminadas, ahí están los horribles crematorios, ahí están los campos cubiertos de toneladas de cenizas donde la vida ya no nace, ahí están las pilas de cadáveres sin enterrar, los cerros de huesos y cráneos, los millones de trajes de hombres, de vestidos, de cabello humano, anteojos, calzados.

Pero también están los testigos, los sobrevivientes y sus testimonios, los que regresaron del infierno, como el de Don David Feuerstein, a quién recién escuchamos, y todos los que nos acompañan el día de hoy.

El Holocausto ocurrió, y sucedió porque hubo cómplices, voluntarios, enrolados, ejecutores, simpatizantes e incluso apologistas, más allá de las fronteras de Alemania.

La comunidad internacional y nosotros, los judíos, sabemos que el holocausto no fue sino la culminación de siglos de intolerancia y persecución, de un antisemitismo y un racismo muchas veces alentado por gobiernos y autoridades, y muchas más visto con indiferencia. Esas fueron las condiciones que hicieron posible esta masacre.

Con la milenaria frase “no puedes vivir como judío entre nosotros” llegó el exilio. Luego en la Edad Media la Inquisición decretó “no puedes vivir como judío” y la orden fue la conversión forzosa. El siglo veinte conoció una idea aún más breve “no puedes vivir”, el resultado lo conocemos bien.

Han transcurrido tan solo 70 años de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Con tristeza vemos como ya se escuchan voces de aquellos que niegan lo sucedido, voces que difunden que todo ha sido solo una gran invención, tan solo una mentira, tan solo propaganda de los judíos.

El mundo escucha un Irán que no solo niega la Shoá, sino que su Presidente llama a un segundo Holocausto para borrar del mapa a los ocho millones de personas que viven en Israel y lo hace sin encontrar oposición seria y ejecutiva en la comunidad internacional, y así somos testigos, una vez mas, de un mundo que minimiza esa retórica del odio, que mira para el lado, una vez más, indiferente ante la política nuclear de ese país.

No cometamos el error de Chamberlain y Daladier en 1938 que creyeron las promesas de Hitler. Les pedimos que escuchen, que sepan interpretar las palabras y los hechos, una vez más. Si en la Edad Media se acusaba a los judíos de matar niños cristianos para utilizar su sangre hoy es por matar otros niños. Hemos progresado, somos más cultos, más conectados, pero la conclusión es la misma: los judíos matan niños.

Aún está fresco el recuerdo de los atentados terroristas en Paris.

No hace falta entrar en detalles. Después del asesinato de 12 miembros del equipo de Charlie Hebdo vino el asesinato de cuatro judíos en un almacén Kosher. Estas víctimas ¿eran israelíes? ¿Soldados de su ejército? No señores, eran ciudadanos franceses dispuestos a comprar sus alimentos antes de la llegada del sagrado Shabat.

Por favor no nos engañemos más, no hagamos trampas en el solitario.

El anti sionismo no es más que la excusa para disfrazar ese odio atávico contra el otro, el diferente, el judío. Al antisemitismo religioso lo siguió el racial, hoy es político.

Entre todo lo que se ha escrito estas últimas semanas quiero citar al periodista argentino Alfredo Leuco:

“Paris supo ser el faro de la libertad. Hoy es la tumba de la paciencia. No se puede convivir mas con quienes son capaces de masacrar a 132 chicos para convertir el patio de una escuela en un campo de batalla, como pasó en Pakistán. Basta de ser tibios con aquellos que asesinan cristianos por el solo hecho de verlos con un crucifijo colgando del cuello. Han llegado demasiado lejos. Han roto todos los códigos y todas las barreras. El terrorismo fundamentalista es capaz de degollar a cualquier en cualquier lugar. Viven alabando a un presunto Dios pero en realidad adoran el pánico que generan. Este atentado yihadista y todos los otros hablan de una guerra santa que es un oxímoron. No existe tal cosa. Son dos palabras contradictorias. No se puede hablar de santidad y de guerra como parte de la misma cosa. ¿Quién financia a estos poderosos criminales de lesa humanidad? ¿Quién alimenta ideológicamente su enfermedad de odio hacia los diferentes? En Francia viven casi 5 millones de musulmanes. Y ellos son las primeras víctimas de estos asesinos que hablan en nombre del Islam y que nada tienen que ver con la esencia ni de Dios ni de Allah ni de Ado-nai. Hablo del di´s de los cristianos, de los musulmanes y los judíos. Nos han declarado la guerra. Levantan una trinchera en cualquier lugar del globo terráqueo. El mundo civilizado debe enfrentarlos y derrotarlos antes de que ellos nos derroten a nosotros. Para que triunfe la civilización, el diálogo, la diversidad cultural y religiosa y sobre todo, la libertad absoluta”.

Por otra parte, en estos días y bajo otra forma, ha vuelto a estallar la bomba de la AMIA , el más grave atentado del fundamentalismo en nuestra región que tras 20 años se mantiene no solo sin esclarecer sino que por el contrario se enturbia cada día más y que requiere de la colaboración internacional para que no quede sepultado en la impunidad.

Amigos, la bestia no ha muerto, sólo ha mutando. El gas se ha disipado pero el veneno permanece.

Los antiguos mineros llevaban jaulas con canarios a sus faenas, si se desvanecían era la señal de huir, estas aves sensibles al gas eran su seguro de vida. Señores nosotros los judíos somos los canarios de la humanidad, pero ustedes tienen la opción de no atender la señal, permanecer o huir. Pueda ser que tomen la decisión correcta.

Las Naciones Unidas en este día de triste conmemoración nos hace un llamado, un fuerte llamado a jamás permitir que las mentiras se conviertan en verdad.

Este día nos da la oportunidad para nunca más ser indiferentes.

En la lucha contra todas las formas de intolerancia, contra el antisemitismo, contra la desigualdad, contra el olvido, la educación de las nuevas generaciones, es y deben ser una preocupación permanente para todos aquellos que profesamos la concepción judeo-cristiana de la cultura de la vida sobre la cultura de la muerte.

Hoy evocamos la memoria activa para que las nuevas generaciones tomen conocimiento del hecho histórico y se creen las condiciones para que las enseñanzas de esta tragedia impidan que en ninguna parte del planeta vuelvan a repetirse masacres contra grupos humanos de cualquier tipo, que jamás seamos tolerantes con las semillas que nutren el odio.

Como chilenos, como judíos, hacemos un llamado para mantener viva esta memoria, porque la memoria, como el olvido, se construye conscientemente, cotidianamente, y por sobre todo humanamente.

Que nuestro Parlamento, que después de tantos años de tramitación, haya aprobado una Ley anti discriminación es un gran logro pero ha omitido que esta exprese, sin eufemismos ni elipses, al antisemitismo como forma de discriminación.

Ha sido un gran paso pero insuficiente. Los judíos de Chile, y es cosa de ver los principales blogs, seguimos sufriendo de las campañas más arteras en nuestra contra, esperemos que este año se promulgue la Ley que juzgue y castigue la incitación al odio.

En representación de la comunidad Judía de Chile y como presidenta del Distrito 27 B’nai B’rith Internacional, organización que desde su fundación hace 170 años se dedica a la defensa y protección de los derechos humanos en el mundo, sabemos que nuestra obligación permanente es alzar la voz y denunciar estos hechos, exigir que no sean tolerados por la comunidad internacional, denunciar la indiferencia, exigir que el pasado nunca sea olvidado… porque se lo debemos a los muertos, pero por sobre todo se lo debemos a los vivos…a nuestros hijos….a nuestro futuro.

Hoy recordamos a las víctimas, las recordamos para que no sean nuevamente asesinadas.

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