Tefila por Chile: Discurso de la Presidenta de la República

COMUNIDAD

“Quisiera agradecer muy sinceramente la invitación que me ha hecho la Comunidad Judía a esta Tefilá por Chile.

Ceremonias como ésta, y todas aquellas en que la fe se manifiesta rogando en favor de Chile y su futuro, expresan los valores más profundos de los distintos credos y la esperanza compartida de un buen porvenir para todos.

Para mí como Presidenta, y para el Gobierno que encabezo, la relación con los diferentes credos y con las comunidades de fe que han hecho de Chile su patria, es un elemento que vitaliza la sociedad y enriquece esa diversidad que tanto apreciamos.

Soy una convencida de que Chile ha sido y seguirá siendo terreno fértil para la construcción de una sociedad tolerante, que condene la discriminación y en la que se relacionen sin conflictos todas las personas, independiente de su edad, sexo, raza, origen, religión, procedencia, orientación sexual e identidad de género.

Porque como país, a lo largo de nuestra historia, siempre hemos tenido las puertas abiertas para todos quienes, viniendo de lugares muchas veces lejanos, se han avecindado en Chile, aportando con su historia y su cultura a la construcción de nuestra patria.

Y sin duda, presidente, y sin duda rabinos, vamos a trabajar, y estamos trabajando, como Gobierno para poder acoger un importante número de refugiados, porque entendemos que la tragedia que se está viviendo, es una tragedia para la humanidad completa.

Porque yo decía que como país hemos recibido a muchos en momentos duros, y creo que así seguirá siendo.

El país que somos, abigarrado y diverso, tiene en la comunidad judía un componente muy importante, por los valores de respeto, de tolerancia y esfuerzo que son propios del judaísmo.

Quiero también destacar la trascendental contribución que miles de chilenos judíos han realizado a Chile desde la ciencia, las artes, las letras, el derecho, la política, la medicina o la economía, por mencionar algunas dimensiones.

Chile, y ustedes lo saben bien, tiene un compromiso permanente e irrestricto con el respeto, la tolerancia y la coexistencia entre los seres humanos y la mantención de la paz.

En el contexto internacional, nuestra postura ha sido la misma por parte de nuestros gobiernos democráticamente elegidos.

Somos un país que ha sido golpeado por los horrores de la persecución violenta a aquellos que piensan distinto, y que ha sufrido por las terribles consecuencias de la violencia institucionalizada entre hermanos.

Por lo mismo, valoramos de manera muy profunda el desarrollo de una cultura erigida desde el respeto al otro y que repudia la intolerancia y el odio.

Y estamos como Gobierno trabajando para ver, a través de cuáles instrumentos jurídicos podemos asegurar lo que nos plantea el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Religiosos, del cual Chile es parte, y que señala: “Toda apología al odio nacional, racial o religioso, que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia, estará prohibida por ley”.

También somos parte de la Convención Americana de Derechos Humanos, que obliga “prohibir por ley, toda propaganda en favor de la guerra y toda apología al odio nacional, racial o religioso, que constituyen incitaciones a la violencia o a cualquier acción ilegal similar, contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”.

Hemos avanzado en algunos temas, pero tenemos muy claro que tenemos que seguir avanzando en esta dirección, para prohibir la incitación al odio, a la violencia y a la discriminación de las personas por ninguna razón.

Quisiera concluir haciendo propio el mensaje que nos leyera nuestro Capellán de La Moneda y Rabino Waingortin, de la “Parábola del algarrobo”, y decirles que ese mensaje, el de plantar hoy para que haya frutos y que los que vienen puedan alimentarse de ellos, ha estado en el corazón de lo que hacemos como Gobierno.

Porque lo que buscamos es reducir las inequidades para que todas y todos, sin importar dónde vivan, la religión que profesen o cuál sea su origen, puedan comer de los frutos del algarrobo.

Pero también quisiera hacerme cargo, más bien con mucha esperanza, de las palabras con que terminara el presidente de la Comunidad Judía: me gustaría, justamente, en la víspera de Rosh Hashaná (Nuevo Año Judío), desearnos y desearle a usted, un tiempo dulce, “Shaná Tová Umetuká”.

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