Sedarim de Pésaj: Óleos sobre Tela

COMUNIDAD

Rabino Roberto Feldman 

Un Séder de Pésaj en la ciudad vieja de Yerushalaim. La puerta color celeste abierta junto a la colorida Mezuzá en algún recodo de la callejuela empedrada, deja entreoír voces deHaggadá invitando a cualquiera y a todos, a entrar, sentir, compartir y celebrar.

Seder de Pésaj en Hamburgo en 1885, un mantel de terciopelo rojo, bordado, y sobre este, el Kittel blanco y abrigador del dueño de casa, los almohadones cubriendo las sillas graves, como la nieve sobre los pinos. Ilse y Scholem, bendicen a los niños al volver de la sinagoga del Poolstraßentempel.
Seder de Pésaj en Salónica, Grecia, en 1793. Estrella, la mujer de Yehuda, el estibador de barcos, bendice las velas con su mejor vestido y velo; el aroma a clavos de olor, canela y cordero. Las paredes blancas y la copa deKiddush enorme. Los niños espían al tío Mordo que trata de esconder el Afikomán.

Seder de Pesaj en Polonia, en 1678, los abuelos encorvados por el lado materno, Mendel y Benzion, se sacan el Kaftan y lo dejan en el vestíbulo. La casa está envuelta en luz y tres niñas ríen bajo la mesa. Hay aroma a pescados y cebollas. Las velas grandes que emiten luz de un mundo mejor, empinadas sobre la mampara de madera de abedul; ya llegan los hombres de la sinagoga.

Seder de Pésaj en Livorno, Italia, en 1532; pasas, almendras y vino dulce para el Jaróset. Rabí Leone canta junto a docenas de invitados de elegantes vestimentas en la enorme mesa, el Dayeinu con una extravagante y alegre melodía. El semblante de Rabí Leone enrojece al entonar Shirat Hayam con la segunda copa en una mano y una gran Matzáredonda en la otra, embriagado de un gozo solemne por salir de Egipto.
Séder de Pésajen Fez, Marruecos, en 1410.
La Keará de bronce destella bajo la lámpara octogonal de aceite, el abuelo Meir toma un manojo de la inmensa bandeja con caléndulas amargas y ruda, y con ojos cerrados, musita una oración silenciosa antes de decir la Brajá al ajilat Maror, y después de llevarla a su boca lentamente, como a un papelillo en el Kótel, llora con su cabeza metida entre sus manos huesudas, morenas, recordando su esclavitud en Egipto mientras la familia también come. El abuelo de barba crespa y gris mira hacía la lámpara, entona Halajma ania y los niños le responden a voz de cuello, alternándose.

Séder de Pésaj en Troyes, Francia, en 1292. Un niño pálido se para sobre una tarima pequeña y recita serio el Ma Nishtaná con su vocecita solemne. Pasan huevos de codorniz y dos mujeres jóvenes se ríen con el niño, le ponen nueces en la bolsa que trae en la espalda: Betzet Israel Mimitzraim, para cuando el Pueblo de Israel salió de Egipto, sale de Egipto a la Tierra de Israel.

Séder de Pésaj en Bagdad, Babilonia, en el año 988. Una gran fuente de arroz azafranado expele su vapor fragante y festivo. El Mo’alem, el sabio Abuna, reparte los dátiles acaramelados en agua de jazmín y anís, puestos dentro de Cos Eliahu, cantando en suMaqqamAvadim Hayinu, “Esclavos fuimos en tierra de Egipto, ahora somos libres”, y saca de entre las páginas de la Hagadá una carta que llega de los primos de Shiraz, Persia, con saludos de Jag Saméaj, de la familia, allá.

Séder de Pésaj en Sharab, Yemen, el año 465. Los niños con ojillos de obsidiana tierna cantan Neimotdel Diwán junto a todo el clan familiar emparentado, acomodado en cojines bordados, que se pone de pié para entonar un Piyut a Eliahu Hanaví, con la puerta abierta a la cálida noche estrellada que asoma tras la cortina corrida de palma. El bisabuelo se ha adormecido, y su nieta Hamama lo despierta con un beso en la mano y dándole a oler el aroma delguisher de café sharabi.

Séder de Pésaj en Goshen, Egipto, hace 3,422 años:Jad Gadiá, Halaila Hazé, Dayeinu Dayeinu, Halajma Aniá, Matzá, Koréj, Shulján Orej… Séder de Pésaj en tu casa, en la mía, en nuestras sinagogas, año 5776… Jad Gadiá, Halaila Hazé, Motzí Matzá y Ma Nishtaná…

Esta es la fiesta de la empatía. No solamente pensamos en el sufrimiento ajeno, lo comemos, y los lloramos porque es nuestro; nos deleitamos con el dulzor de la libertad: fuimos nosotros, somos nosotros. No solamente simbolizamos la alegría por nuestra redención, la bebemos cuatro veces hasta comprenderla, porque de esa redención venimos, en una sola cadena ininterrumpida, impulsados hacía la redención definitiva del mundo entero en el amor de D’s.

No solamente aludimos a la historia, somos la historia, atravesamos el mar hacia el desierto del Sinaí, a recibir la Torá, y de allí hacia la Tierra Prometida.

Pésaj es la empatía con la vida y con su verdad. El Seder de Pésaj es la tremenda realidad de la Vida a la luz de D’s, inundándola y estremeciéndola. Es atisbar con el corazón la dimensión épica y mística de nuestra Vida judía, una Saga de la cual nunca hemos salido, aunque a ratos la desconocemos.

La vida transcurre por su círculo eterno desde la esclavitud a la libertad, del sin-sentido al sentido. En palabras de la Hagadá: Hotzianu meavdut lejerut, miyagón lesimjá, meevel leyom tov, umeafelá leor gadol umishiabud legeulá. Así hemos caminado con -y a veces sin ver a- D’s, “desde la esclavitud a la libertad, desde la angustia a la alegría, del luto a la festividad, de oscuridad a gran luz, desde la perdición a la redención.”

Así, celebrar Pésaj juntos como pueblo judío en nuestro planeta, es celebrar la Vida toda, como el milagro de nuestra supervivencia que es, como un canto a nuestro viaje con su sentido redondo e inabarcable. Un canto al hecho de reconocernos perteneciendo y proviniendo con humildad todavía de este viaje, Torá en brazos, hacia un Yerushalaimen paz.

Y celebramos Pésaj todos juntos, junto a todos estosPesajim, que recordamos porque hemos estado en ellos, como pueblo, desde siempre. Aquí está el pueblo de Israel, preparando sus casas para la libertad, sacando todo Jametz de pan y de orgullo, hasta lo último, cambiando de loza y de pensamientos a fondo; receptivos a la melodía de Miriam y sus panderos, capaces de renovarnos, sedientos de paz, capaces de amar, ayudándonos a pasar todos por la estrechura, y elegir nuevamente la libertad, la Torá y la Vida.

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