El mayor desafío
Chile, COMUNIDAD

Yonathan Nowogrodski
Director ejecutivo Comunidad Judía de Chile
A las puertas de un nuevo año (calendario gregoriano) y desde la posición en la que hoy me toca trabajar para nuestra amada kehilá, quiero llamar a toda la comunidad judía: agnósticos, ortodoxos, conservadores, reformistas, progresistas, a los que se han entregado por el quehacer nacional, también a los que viven y han vivido en Israel, a todos los convoco a unirse.
Nuestro mayor desafío es dejar atrás la indiferencia, uno de los peores cánceres de la modernidad. Junto a tanto chileno de buena voluntad, como la mayoría de nosotros, hemos trabajado codo a codo por construir nuestro hermoso país, Chile. Los chilenos judíos llevamos 110 años de vida comunitaria organizada, pero estamos en esta tierra desde la llegada de los primeros españoles y es con nuestro sudor y nuestra sangre que se ha levantado en parte el Chile que nos entrega paz para vivir nuestro judaísmo y las posibilidades de darle un buen futuro a nuestros hijos.
Es cierto que como a cada judío de la diáspora nos enorgullece Israel, también nos duele lo que allá sucede. Cada muerte o incidente allá nos estremece como si ocurriera cerca de nosotros y de tanto en tanto afecta directamente a nuestros seres queridos. Tengo la convicción que somos responsables de trabajar por la paz en Medio Oriente, que algún día llegará, no sólo porque hay muchos judíos que han muerto por ella, sino porque la merecemos.
Más allá de las diferencias legítimas que todos podamos tener, debiera ser nuestro imperativo -y en ello estamos empeñados- construir en Chile no sólo un discurso sino también un ejemplo de coexistencia, tanto entre las comunidades palestina y judía, como también entre los distintas minorías, religiones, creencias e ideologías políticas existentes.
Muchas veces es difícil, sobretodo cuando tenemos tanto discurso que pretende llevarnos permanentemente al terreno del conflicto, del odio. Pero créanme que cada vez que cedemos y nos situamos en ese espacio, sólo ganan los radicales, los que quieren vernos aislados, lejos de nuestros compatriotas.
Debemos de una vez por todas cambiar nuestra perspectiva y hacer nuestro mayor esfuerzo por integrarnos y ganar espacios públicos, desde nuestra identidad, sin miedo y sin prejuicios. Sólo así seremos apreciados de igual forma por la inmensa mayoría que no nos conoce.
El próximo año nos desafiará especialmente como comunidad, porque se recuerdan aniversarios importantes de la lucha de los judíos por lograr la creación y la consolidación del Estado de Israel. Se cumplen 50 años de la Guerra de los Seis Días, 40 años de la primera Intifada, 100 años de la Declaración Balfour y 70 años de la partición. Nuestro objetivo es que estas celebraciones y conmemoraciones las hagamos con respeto, pero ejerciendo los derechos que nos asisten.
Trabajar por la paz, el diálogo, la convivencia, la coexistencia, requiere coraje, requiere compromiso. En eso consiste nuestra convocatoria. Esto no quiere decir pasividad, ni indolencia. Por el contrario, seguiremos levantando con fuerza la voz contra la violencia, contra el terrorismo, contra el antisionismo y antisemitismo, contra quienes nos quieren envolver en su odio, pero no nos sacarán de nuestra vocación por construir y no destruir, por proponer y no por boicotear, por dialogar y no por censurar.
A veces veo indolencia, otras veces violencia verbal para debatir nuestras diferencias. No es la manera de construir los espacios de encuentro y amistad, tanto dentro como fuera de nuestra comunidad, que demora tiempo en solidificar, pero que estamos seguros será el único y próspero camino para lograr lo que todos queremos, tener una comunidad fuerte interna y externamente, apreciada dentro y fuera. Se lo debemos a quienes llevan siglos trabajando por Chile y nuestra comunidad, pero también a nuestros hijos.
Fuente: La Palabra Israelita