Un informe de lo más peligroso y mentiroso
COMUNIDAD, Opinión

Ben-Dror Yemini – Adaptado por Juan Martín Fernández
Imaginemos por un momento que un funcionario iraní redactó un informe condenatorio sobre los derechos humanos en Suecia, o que un miembro de la extrema derecha estadounidense escribió sobre el Partido Demócrata en Estados Unidos. ¿Alguien se tomaría en serio un documento así? Por supuesto que no. Sin embargo, algunos países esperan que prestemos atención a un nuevo informe contra Israel escrito por Omar Shakir, quien dirige la oficina israelí-palestina de Human Rights Watch.
Shakir es un provocador y un peleador, que ha pasado más de una década haciendo campaña para negar el derecho de Israel a existir. De hecho, residió en Israel hasta que la Corte Suprema revocó su permiso cuando se reveló la escala de sus acciones contra la existencia misma del Estado de Israel.
Omar Shakir en una corte de Jerusalem(Reuters)
También se le negó la entrada a Bahrein cuando quiso asistir a una conferencia de la FIFA únicamente para persuadir a la organización de boicotear a la selección nacional de fútbol israelí.
El odio abismal de Shakir hacia Israel es evidente incluso cuando se compara con la hostilidad establecida de otros organismos que se califican a sí mismos como «organizaciones de derechos humanos».
Ya en 2010, instaba a los palestinos a abandonar el derecho a la autodeterminación y, en cambio, adoptar la terminología del apartheid y los derechos universales para hacer realidad un solo estado binacional. En 2015, firmó una petición en la que se oponía a una visita a Israel de un grupo de musulmanes que se suponía que serían invitados del Instituto Hartman en Jerusalem.
No hace falta decir que es un claro partidario del movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones, una organización cuyos líderes no intentan disfrazar el hecho de que están trabajando no por la paz sino por la eliminación de Israel. A pesar de estos antecedentes, Human Rights Watch (HRW) «contrató sus servicios» en 2016.
Teniendo un poco más en claro quién es Shakir, está claro que este nuevo informe es pura ficción. Es la misma vieja y cansada posición política que ha estado promocionando durante años.
Es más, un informe que publicó en mayo de 2020 incluso llevó a Hamás (¡sí, Hamás!) a emitir rápidamente un mensaje de felicitación al grupo. Las posiciones de Shakir y su organización están respaldadas por una coalición que se extiende desde Irán, Hezbollah y Hamás hasta «organizaciones de derechos humanos» que se han permitido convertirse en el ala propagandística de algunos grupos muy oscuros
De hecho, la crítica más dura a la organización provino del mismo hombre que la fundó, Robert Bernstein, quien en 2009 escribió en el New York Times el siguiente artículo: «Human Rights Watch ha perdido la perspectiva crítica sobre un conflicto en el que Israel ha estado repetidamente atacados por Hamás y Hezbollah, organizaciones que persiguen a los ciudadanos israelíes y utilizan a su propia gente como escudos humanos».
Para ser justos, uno debe tratar no solo con el autor y la organización detrás del informe, sino con el informe en sí. El problema es que esto no es realmente un informe. Es una colección sistemática de material en contra de Israel que emana de esas mismas organizaciones que Shakir ya apoya.
En las aproximadamente 200 páginas del informe, HaMoked se menciona 62 veces, Adalah 77 veces, Gisha 92 veces y B’Tselem 151 veces. Pero el récord es para el periódico Haaretz, que se cita en masa 190 veces.
En realidad, Shakir no comprobó los hechos ni investigó por su cuenta, y el concepto de justicia ni siquiera entra en juego. Estudió detenidamente las publicaciones antiisraelíes que pretenden ser objetivamente críticas y recopiló todo lo que coincidía con su hostilidad preestablecida. El resultado se decidió de antemano.
Peor aún, Shakir no se molesta en ocultar el hecho de que está socavando la legitimidad misma de la autodeterminación del pueblo judío. Por eso, el informe se centra en la Ley del Retorno desde el principio. Y, por supuesto, omite el hecho de que la ONU declaró en su Plan de Partición de 1947 que Israel es un «Estado judío», y la Ley del Retorno es una manifestación natural de esa decisión.
Según el informe de HRW, la prevención de la inmigración palestina a Israel después del matrimonio es otra manifestación del apartheid. ¿Puede Shakir nombrar una nación democrática que permita la inmigración de los miembros de una entidad hostil después del matrimonio? Por supuesto que no. De hecho, es el informe de Shakir el que practica el apartheid, porque en el fondo se basa en una ley para Israel y una ley para el resto del mundo.
El informe también se ocupa de la Franja de Gaza, y menciona el cierre decenas de veces, por supuesto. ¿Y qué tiene de problemático? Pues bien, no hay una sola palabra en el informe sobre las reiteradas propuestas que los gobernantes de la Franja de Gaza recibieron de la comunidad internacional, en particular del Cuarteto del Medio Oriente, para poner fin al cierre a cambio de honrar acuerdos previos firmados por los palestinos.
Israel no quería este cierre. Hamás tomó el control de la Franja de Gaza en 2007 para convertirla en una base yihadista, con la ayuda de Irán, como parte de la lucha por erradicar el Estado de Israel. Jerusalem se vio obligado a imponer el bloqueo para bloquear el suministro de misiles de Irán y evitar más daños a sus civiles. Pero Shakir no se deja distraer por los hechos; después de todo, el resultado se decidió de antemano.
¿Son todas las críticas dirigidas contra Israel por «organizaciones de derechos humanos» una mentira? Absolutamente no. Durante décadas, ha habido un fuerte debate dentro del propio Israel sobre la cuestión palestina.
Los informes de Peace Now sobre los puestos de avanzada de Cisjordania son un componente importante del debate público. Israel no está exento de críticas. Pero tampoco necesita organizaciones hostiles como HRW que le prediquen moralidad.
Una crítica tan parcial y tan hostil, compilada por alguien que niega la legitimidad misma de Israel, socava la crítica fáctica que debería ser y es expresada. Es importante recordar que si bien Israel ha controlado a los palestinos durante casi 54 años, principalmente debido a su negativa a aceptar una solución de dos Estados, esto no justifica la expansión de la industria de los puestos de avanzada o el vandalismo de un puñado de colonos. No justifica la inacción de Israel durante muchos años en la búsqueda de una solución diplomática.
Si bien estos informes de organizaciones hostiles son de hecho un problema, el mayor problema es que Israel avanza lentamente hacia un Estado binacional, con o sin otorgar derechos a los palestinos. Si se otorgan esos derechos, Israel dejará de ser un Estado judío y sin esos derechos se convertirá en un Estado de apartheid.
Estas dos situaciones deben evitarse a toda costa. Porque ningún informe, por hostil que sea, debería disuadir a Israel de tomar medidas unilaterales para asegurar su existencia continua como un Estado judío y democrático.