Mensaje de Gerardo Gorodischer

Chile, COMUNIDAD

“Estamos acá reunidos para pedir por nuestro país, un Chile que cobijó con los brazos abiertos a nuestros antepasados, y que hoy es nuestro hogar y el de futuras generaciones.
El aniversario patrio debe ser motivo de alegría y celebración por haber logrado el máximo anhelo de los pueblos: su libertad e independencia. Pero también es una invitación a reflexionar sobre el país que somos y el que soñamos ser. Por esta razón, es un imperativo mencionar que hoy, a través de la redacción de una nueva Constitución, todos y todas tenemos la oportunidad, no solo de ser espectadores y testigos de la historia, sino más bien de asumir un rol protagónico en la construcción del Chile de los próximos años, y del país que heredarán nuestros hijos y nietos.

Pocas veces en la vida se tiene la oportunidad de intervenir en la historia, la pandemia mundial, el estallido social y la configuración de un nuevo Chile, nos permiten –tal vez como nunca antes- a los ciudadanos y la sociedad civil, ser parte activa en el desarrollo de nuestra nación. No hay duda de que estamos en un punto de inflexión, donde debemos tener la capacidad de procesar y resolver nuestras diferencias, de forma institucionalizada, amparados en el estado de derecho y el diálogo activo.

Anhelamos que la nueva Constitución respete los derechos fundamentales de todos y todas y sea el reflejo de este Chile diverso, multicultural, con reconocimiento de los pueblos originarios, respetuoso de nuestros recursos naturales y de las diferencias étnicas, religiosas, sexuales y de identidad de género.

Asi tambien creemos firmemente que la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos, como esta consagrado en la declaración universal de DDHH de 1948, permiten proteger a todas las minorías, ya que la educación juega un rol clave en preservar la lengua, las tradiciones, la forma de comprender el mundo y en la formación religiosa y valórica. Apelamos a que en la construcción de un Chile más inclusivo se releve la importancia de que los padres puedan escoger el proyecto educativo que mejor se adecue a su forma de vida.

Hoy estamos acá, después de casi dos años sin poder reunirnos. La pandemia mundial ha sido tal vez una de las pruebas más difíciles que hemos tenido que enfrentar en los últimos tiempos como humanidad toda. Nos enseñó a reconfigurar nuestras prioridades y la manera de relacionarnos. Nos obligó a ser más solidarios y humildes. Lamentablemente, también significó la pérdida de miles de vidas, a pesar del esfuerzo sobrehumano de los equipos de salud y del liderazgo de nuestras autoridades al enfrentar un enemigo desconocido e invisible. Hoy quiero ofrecerles nuestro agradecimiento por ejercer con valentía y responsabilidad un desafío nunca antes visto.
Asi tambien honramos a los profesionales de la salud y a todos quienes han trabajando incansablemente para salvar miles de vidas.

La pandemia ha evidenciado más que nunca la importancia de ejercer los cargos públicos al servicio del bien común, y propiciar políticas orientadas al cuidado del ciudadano como un sujeto de derecho, pero también de responsabilidades.

Aprovecho también esta oportunidad para invitarlos a reflexionar sobre un hecho fundamental: nuestra humanidad compartida y nuestra responsabilidad de ser solidarios con nuestros hermanos y hermanas necesitados, independientemente de que vivan a nuestro lado o en otro extremo del mundo. Hemos comprobado que todos estamos interconectados, dependemos los unos de los otros. Por lo tanto, no podemos ser indiferentes a lo que sucede al interior de nuestras fronteras ante la necesidad humanitaria de los migrantes, la compleja situación que se vive en la Araucanía, como también a la frágil situación de las mujeres en Afganistán. En ese sentido, hago un llamado para que como comunidad nos continuemos sumando a los millones de personas que se dedican a construir un mundo mejor, convencidos de que la lógica del respeto y el diálogo debe primar en los asuntos nacionales.
La paz no es simplemente la ausencia de guerra, la paz sólo se conseguirá mediante una acción decidida y transversal ante todo aquello que anule o rebaje la dignidad humana.

Los climas de odio, la inseguridad y la discriminación no dignifican a nuestro Chile. Cuando suceden hechos de violencia, terrorismo, antisemitismo y xenofobia deben ser condenados de manera enérgica y transversal, vengan de donde vengan, ya que el silencio en esta materia nos daña como país y como sociedad. Por ello, como Comunidad Judía de Chile, creemos fundamental que se avance en la condena al odio, ley que lleva largos años en el Parlamento, y que se robustezca la actual Ley contra la Discriminación.

En el plano internacional, nos gustaría ver a Chile sumándose a otros estados que no dan espacio al Racismo, la Discriminación, la Xenofobia y la Intransigencia, absteniéndose de participar en eventos que promueven una agenda de odio e intolerancia , como por ejemplo es el caso de la Conferencia de Durban en el seno de la Naciones Unidas que se ha transformado en uno de los principales foros para el antisemitismo de nuestros tiempos.
Debemos ser un país líder y pionero en estas materias, un ejemplo para el continente en la lucha contra todo tipo de discriminación e intolerancia.

Por ello, celebramos la decisión del Secretario General de la OEA, Don Luis Almagro, quien en junio de este año anunció la creación de una oficina contra el antisemitismo, cuyo principal objetivo es involucrar enérgicamente a los estados y las organizaciones de la sociedad civil de la región, para crear conciencia sobre la necesidad de permanecer alerta ante todas las formas de antisemitismo. Esperamos que nuestro país prontamente esté entre quienes adopten de la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto y ejerza un rol activo en esta lucha.

El pueblo judío está próximo a celebrar la festividad de Simjat Tora, que marca el término de la lectura del Pentateuco los 5 libros de la Torá y se reinicia su lectura y estudio. No deja de ser simbólico que estemos pidiendo hoy por nuestro país en tan significativa fecha para el judaísmo. Finalmente, la Torá, los 10 mandamientos, son las leyes que nos rigen como pueblo, son la esencia y el corazón de nuestra existencia, y así como son leyes que nos han guiado durante miles de años, esperamos pronto que nuestro país cuente con una carta fundamental que nos permita construir el país que soñamos como sociedad y convivir en paz, armonía y tolerancia entre ciudadanos, en igualdad de derechos y oportunidades.

Esperamos que las bendiciones, vertidas en esta ceremonia, como en las que se realizaron en los diversos sectores, credos y religiones, iluminen a nuestras autoridades y les den fortaleza y sabiduría para continuar conduciendo los destinos de nuestro país por la senda del bienestar, la felicidad, la justicia, el respeto, la libertad y la paz.

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