Un soplo de aire fresco en la ONU

COMUNIDAD, Mundo

Por Julián Schvindlerman

 

Ni bien resultó electo, e incluso antes de asumir funciones, Donald Trump le hizo saber al mundo entero que había un nuevo sheriff en el pueblo. En rápida sucesión, desconcertó a la prensa, irritó a los opositores, desorientó a Rusia, advirtió a China, insultó a México, ofendió a Australia, desafió a Irán y alteró los nervios a buena parte de Europa. En medio tanta cacofonía política, sin embargo, alcanzó a hacer algo formidable por Israel en las Naciones Unidas: dijo las cosas como son, al inyectar dosis de realismo a un ámbito demasiado acostumbrado al doble discurso y  al doble estándar. Dos ponencias dadas por diplomáticas norteamericanas en Nueva York y en Ginebra ilustran ello.

El 16 de febrero, Nikki Haley, la flamante embajadora ante la ONU en NY, participó por vez primera de la reunión mensual habitual sobre asuntos del Medio Oriente. Al salir de la sala de reuniones, dio una conferencia de prensa que vale la pena citar extensivamente.

“Se supone que el Consejo de Seguridad debe debatir cómo mantener la paz y la seguridad internacionales. Pero en nuestra reunión sobre Oriente Medio, la discusión no fue acerca de la acumulación ilegal de cohetes por el Hezbolá en el Líbano. Ni sobre el dinero y las armas que Irán ofrece a los terroristas. Ni acerca de cómo derrotamos al ISIS. Ni se trató de cómo responsabilizamos a Bashar al-Assad por la masacre de cientos y miles de civiles. No, en cambio, la reunión se centró en criticar a Israel, la única verdadera democracia en el Oriente Medio.

… Estoy aquí para decir que Estados Unidos no hará la vista gorda a esto. Estoy aquí para subrayar el firme apoyo de Estados Unidos a Israel. Estoy aquí para enfatizar que Estados Unidos está decidido a enfrentar el sesgo anti-Israelí de la ONU.

El enfoque prejuicioso de las cuestiones israelo-palestinas no favorece el proceso de paz. Y no tiene relación con la realidad del mundo que nos rodea. Los dobles estándares son impresionantes… Este sesgo anti-Israelí de las Naciones Unidas hace mucho tiempo que espera un cambio. Estados Unidos no vacilará en hablar en contra de estos sesgos en defensa de nuestro amigo y aliado, Israel”.

Luego, el 1 de marzo, expuso ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra Erin Barclay, la Subsecretaria Adjunta de Estado para Asuntos de Organización Internacional. Este es el foro de la ONU que lidera el debate sobre derechos humanos a nivel global. La composición del 2017 da una idea de su anormal funcionamiento, al incluir como vigilantes de los derechos humanos a Cuba, Venezuela, Burundi, Bangladesh, China y Arabia Saudita, entre otros depredadores. Esto es lo que dijo, en parte, la delegada norteamericana:

“Estados Unidos también sigue profundamente preocupado por el constante enfoque desigual e injusto del Consejo en torno a un país democrático, Israel. Ninguna otra nación es el foco de todo un ítem de agenda. ¿De qué forma es eso una prioridad razonable? En este momento, el régimen de Assad está bombardeando hospitales en Siria y forzando a su propio pueblo a huir como refugiados a países vecinos para escapar de su gobierno asesino. Ahora mismo, en Corea del Norte e Irán, a millones de personas se les niegan sus libertades de religión o creencias, de reunión y asociación pacíficas y de expresión. La obsesión con Israel a través del ítem 7 de la agenda es la mayor amenaza a la credibilidad del Consejo.

… Cuando se trata de derechos humanos, ningún país debe estar libre de escrutinio, pero tampoco debería ser regularmente sometido un país democrático a injusticias, desequilibrios e infundada parcialidad… Para que este Consejo tenga credibilidad, y ni qué decir éxito, debe alejarse de sus posiciones desbalanceadas e improductivas. A medida que consideremos nuestros compromisos futuros, mi gobierno estudiará las acciones del Consejo con miras a una reforma para lograr más plenamente la misión del Consejo de proteger y promover los derechos humanos”.

Yo presencié muchas de esas reuniones surrealistas del CDH durante mi residencia en Suiza. No ha sido esta la primera vez que EE.UU. defiende a Israel en su seno, pero este alegato a favor del trato ecuánime y el sentido común al inicio mismo de una nueva Administración es especialmente refrescante. Ídem en lo concerniente a NY. La denuncia de la embajadora Haley es una de las más contundentes en boca de un diplomático estadounidense que he escuchado desde los tiempos de Daniel Patrick Moinyhan. La situación es tan mala para Israel allí que Samantha Power, quien fuera la embajadora del presidente Obama en la ONU, debió admitirlo el pasado diciembre en el Consejo de Seguridad aun mientras defendía la artera abstención de Washington ante una resolución hostil a Jerusalem. Esta parcialidad, dijo “no sólo perjudica a Israel, sino que socava la legitimidad de las propias Naciones Unidas”.

Afortunadamente, ahora Obama está surfeando en Hawaii y renovados aires soplan en la ONU. Esperemos que duren.( Fuente: Comunidades ).

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