Ciencia, tecnología y educación superior en Israel

Ciencia y Tecnología

Alvaro Rojas
Rector de la Universidad de Talca
Artículo publicado en El Mostrador

“Visitar Israel es, por una parte, reencontrarse con las huellas más profundas de la historia y cultura occidental y por otra, comprobar como una política pública de ciencia y tecnología consecuente y bien orientada, le ha permitido a ese país superar sus limitaciones naturales, generar una investigación de un alto valor agregado y formar una masa crítica capaz de darle contenido a ese desarrollo”.

En una reciente visita a Israel, producto de una invitación hecha por la Comunidad Judía chilena a una delegación de parlamentarios, representantes de medios de comunicación y rectores de universidades, tuvimos la oportunidad de visitar, entre otras, dependencias de centros de investigación, empresas de alta tecnología y universidades del Estado de Israel. Resulta sorprendente el poder constatar como un país, consciente de las limitaciones que le imponen los recursos naturales, inicia muy tempranamente, 78 años antes de su reconocimiento oficial por parte de las Naciones Unidas, un concepto de desarrollo como nación estrechamente vinculado a las ciencias y la investigación. El punto de inicio lo marca la fundación de la Escuela Mikvé en 1870, la que da origen a la experimentación agrícola, pero la historia de la investigación científica en Israel se remonta al fundador de ese Estado, Teodoro Herzl (1860-1904), quién muy tempranamente concibe al estado judío en Israel, “como un gran centro de producción económica, científica y cultural”.

No sólo la agricultura acaparó los primeros pasos, a comienzos del siglo pasado se crea la Estación Hebrea de Salud, la que en los años 20 junto a la Universidad Hebrea de Jerusalén, generó los cimientos sobre los cuales se creó el Centro Médico Hadassa, la institución de investigación médica más importante del país. Por su parte, la investigación industrial se inició en los años 30 en los Laboratorios del Mar Muerto. El gran salto científico israelí surge en el año 1918 con la fundación de la primera universidad israelí; la Universidad Hebrea de Jerusalén, iniciativa que fue posible gracias a Jaim Weizmann, el que posteriormente se convertiría en el primer presidente del estado de Israel. Albert Einstein dictó la clase inaugural de la Universidad en el año 1925. Un año antes, había sido fundado en Haifa el Instituto de Tecnología Israel (Technión) y en 1934 el reconocido mundialmente Instituto de Ciencias Weizmann.

Para una nación fundada sobre estas bases, no resulta difícil comprender entonces, que el gasto en educación en Israel sea superior al de Chile en un 50% o, más categórico aún, que la inversión en Ciencia y Tecnología supere en 7 veces al de Chile, considerado como porcentaje del Producto Interno Bruto (base 2008). Los países, salvo excepciones, mantienen casi de manera imperturbable sus rasgos económicos que le dan origen. En este caso, Chile explotando al máximo sus generosas condiciones naturales; Israel, usando la tecnología para hacerse independiente de ellas.

La creatividad, el espíritu innovador, la búsqueda de nuevas soluciones y opciones tecnológicas son parte sustantiva del quehacer científico israelita. Por cierto que ello es estimulado muy tempranamente en la formación básica y secundaria. En los procesos formativos se intenta dejar más interrogantes abiertas, que enseñar la síntesis de respuestas ya conocidas. Eso marca una diferencia en la manera del cómo los distintos profesionales enfrentan su vida laboral y del cómo distintas empresas de alcance global utilizan estos atributos para la definición de su localización industrial. Es sabido que el factor más escaso de toda sociedad es la inteligencia, su estimulación precoz, la creación de condiciones óptimas para su expresión, la existencia de una educación pública de calidad y las mejores universidades de la OECD, permiten a una nación plantearse desafíos mayores en su desarrollo.

El sistema de ciencia y tecnología, lo integran 7 instituciones, cinco universidades y los dos institutos de ciencia ya mencionados. Todos ellos se ubican entre las 500 mejores instituciones científicas del mundo, según el Ranking de Shanghai 2011 (ARWU), la mejor posicionada es la Universidad de Jerusalén que se ubicó en el lugar 72. Interesante resulta destacar, que todas ellas tienen menos de un siglo de existencia, incluso cuatro instituciones, menos de cincuenta años. El país cuenta también con una Universidad Abierta, creada el año 1974. En el acceso principal de la Universidad de Jerusalén, ubicada en el Monte Scopus, se pueden observar las fotografías de cinco premios nobeles que han egresado o que han enseñado en esa Universidad, dos de ellos en el campo de la química, dos en economía y uno en física. También la fotografía de Elon Lindenstrauss, uno de los últimos ganadores de la Medalla Fields (2010), equivalente al Premio Nobel de Matemáticas, la que se entrega cada cuatro años. En esta universidad se custodian además, los originales completos de la Teoría de la Relatividad de Einstein, además de todos los manuscritos de este físico, galardonado con el Premio Nobel el año 1921.

Las universidades han jugado un importante papel en el desarrollo científico-tecnológico, sus investigadores presentan uno de los índices más altos de publicaciones científicas a nivel mundial. Diversos parques industriales se localizan en las cercanías de las universidades, las que a su vez han desarrollado empresas industriales «satélites», fundadas en productos de su investigación, a través de consorcios con empresas locales o internacionales. Por otra parte, muchos Institutos y Facultades prestan asesoría a las empresas, con las que establecen contratos de investigación de mediano y largo plazo.

Cerca de un 50% de las exportaciones del sector industrial de Israel están estrechamente relacionado a la política de I + D, por ejemplo, lo avanzado en la industria electrónica, hoy día transformada en uno de los ejes del desarrollo industrial. Los avances alcanzados en microelectrónica, telecomunicaciones, tecnologías satelitales y computadores de alta complejidad han ido creando las condiciones para el desarrollo de un nuevo “Silicon Valley”, favoreciendo la localización de grandes compañías internacionales, como por ejemplo Motorola e Intel. La visita realizada a esta última empresa, nos permitió comprobar directamente el alto grado de sofisticación tecnológica y la estrecha vinculación a procesos industriales mundiales, de una de las instituciones líderes en innovación del mundo.

Importante de destacar es también la nueva estrategia de desarrollo industrial que prevé la transformación de gran parte de la industria bélica en industria civil. Tal es el caso de IAI (Israel Aerospace Industries), empresa que tuvimos también la oportunidad de visitar y conocer detalles de su trabajo, en particular satélites de usos civiles y “tecnologías verdes” (green technology), tales como potabilización de aguas, reciclado de materiales y eficiencia energética.

El número de patentes registradas por los institutos de ciencia de Israel es una expresión de la efectividad de la relación universidad-empresa. Las universidades son los mayores registradores de patentes de Israel, en relación al gasto en investigación y desarrollo; las universidades de Israel han registrado el doble de patentes que las universidades norteamericanas. A nivel global, Israel ha patentado en los últimos cinco años un promedio de 230 patentes por millón de habitante, cifra comprable con las 161 de USA o las 210 de Alemania. Destacan también los avances aportados por Israel en el amplio campo de la Agricultura (irrigación computarizada por goteo), Energía (solar) y en la Medicina, por ejemplo kits de diagnóstico basados en anticuerpos monoclonares, rastreadores computarizados de tomografía, cámaras médicas nucleares y laser quirúrgicos. No menos relevante que lo anterior es el Cytoscan, una máquina que permite diagnosticar el cáncer.

Visitar Israel es, por una parte, reencontrarse con las huellas más profundas de la historia y cultura occidental y por otra, comprobar como una política pública de ciencia y tecnología consecuente y bien orientada, le ha permitido a ese país superar sus limitaciones naturales, generar una investigación de un alto valor agregado y formar una masa crítica capaz de darle contenido a ese desarrollo. Israel es hoy un referente mundial para muchos países que se adentran en los desafíos de un desarrollo autosustentado y con proyección internacional; conocer esa experiencia fue para toda la delegación de un gran valor.

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