Cómo el liderazgo palestino ignora la historia

Artículo de Hasbará

Alan Dershowitz
The New Republic
28 de septiembre de 2011

Los palestinos están en el proceso de búsqueda de soberanía en las Naciones Unidas pero, al hacerlo, están pidiendo más de lo que se les ofreció en cualquier negociación previa con Israel (incluso durante las conversaciones de 2000 y 2001, con la participación del Presidente Clinton y Ehud Barak). Es fundamental que los palestinos reciban menos en lugar de más. Es fundamental, para la paz mundial, que los palestinos paguen un precio – aunque sea simbólico – por rechazar la generosa oferta Clinton/Barak y responder a ella con una segunda intifada, en la que murieron 4.000 personas. También es importante que Israel no vuelva a las exactas líneas de armisticio, existentes antes de la guerra de 1967. Si los palestinos lograran un retorno al status quo previo al ataque de Jordania contra Israel (junio, 1967), entonces la agresión militar no habrá sido castigada sino, mas bien, recompensada. Es por eso que, la Resolución 242 del Consejo de Seguridad – que fue, en esencia, el tratado de paz que resultó del final de la Guerra de los Seis Días – tuvo la intención que, Israel, retenga el territorio necesario para proporcionarle fronteras seguras (de hecho, en la solicitud formal presentada por Abbas, busca la membresía sobre la base de las resoluciones 181-11 de la Asamblea General , del 29 de noviembre de 1947, lo que ubicaría las fronteras donde estaban antes que los ejércitos árabes invadieran al nuevo estado judío en 1948). Eso recompensaría las multiples agresiones.

Sin embargo, no obstante lo importante que es que la violencia agresiva e injustificada no sea recompensada, la comunidad internacional parece decidida a hacer precisamente eso. Si el resultado final del ataque jordano a Israel de 1967 – apoyado por el liderazgo palestino y en el que participaron soldados palestinos – es que los palestinos recuperen todo lo que Jordania perdió, no habrá freno a comparables ataques militares en todo el mundo. Si los palestinos obtienen más, o incluso tanto como, lo que rechazaron en 2000 y 2001 (y no aceptaron en 2007), entones se alentarán más intifadas con masivas víctimas.

Debe pagarse un precio por la violencia. Así es como las leyes de la guerra se supone que funcionan, y no hay razón para hacer una excepción en el caso de los palestinos.

Estoy a favor de una solución de dos estados, basada en la negociación y mutuos compromisos. Pero las negociaciones no deben comenzar donde dejaron ofertas anteriores, que no fueron aceptadas. Deben tener en cuenta cómo se llegó a la presente situación: el rechazo árabe del plan de partición de la ONU y el ataque contra el nuevo estado judío (que resultó en la muerte del uno por ciento de la población de Israel); el ataque por parte de Jordania y sus soldados palestinos contra Israel en 1967 ( que resultó en la captura de la Margen Occidental por Israel); la oferta de Israel de negociar tierras capturadas a cambio de paz (rechazada en Khartoum con los tres famosos «no» – no paz, no reconocimiento, no negociación); la generosa oferta de Israel de condición de estado en 2000-2001 ( respondida con violencia) ; y la posterior oferta de Olmert ( todavía más generosa, que no fue aceptada por el Presidente Abbas).

Los esfuerzos para lograr la paz deben mirar hacia adelante, sin olvidar el pasado. Debe encontrarse un equilibrio entre no- premiar la violencia de ayer y no crear barreras irrazonables para un futuro de paz. Sin embargo, los palestinos dejaron en claro, la semana pasada, que rechazan tal equilibrio.

Estuve en Naciones Unidas el viernes, cuando el presidente Abbas pronunció su discurso exigiendo el pleno reconocimiento de Palestina como estado, con las fronteras existentes justo antes de que los jordanos y los palestinos atacaran Israel. En otras palabras, quiere «hacer más». Quiere que las naciones que atacaron a Israel no sufran ninguna consecuencia por su intento de destruir el estado judío. Quiere volver al Muro de los Lamentos, el Barrio Judío y a la carretera de acceso a la Universidad Hebrea. Sólo entonces comenzará negociaciones desde esta posición de fuerza. Pero, entonces ¿Por qué negociar, si la ONU le da más de aquello que, tal vez, pueda obtener a través de negociación? ¿Estará en condiciones de buscar menos de Israel de lo que la ONU le dio? ¿Sobrevivirá si es visto como menos palestino que la ONU ? Abbas acusó a Israel por la auto-infligida herida a los palestinos, llamada – con cinismo – Nakba (catástrofe). Negó la historia judía de la Tierra de Israel y citó, con aprobación, a su predecesor terrorista Arafat. Se negó a reconocer las legítimas necesidades de seguridad de Israel. El mensaje de Abbas, en suma, deja poco, o ningún, espacio para posteriores compromisos.

También estuve en la Asamblea General cuando el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ofreció iniciar negociaciones con Abbas, sin ninguna condición previa, en Nueva York, en las Naciones Unidas, ese mismo día. Dijo que iría a Ramallah para negociar con él o mantendría abierta la puerta de su oficina en Jerusalem. Ni siquiera requirió, como condición previa a las negociaciones, que los palestinos reconozcan aquello que con que la ONU se mostró de acuerdo en 1947, es decir, que Israel es el estado-nación del pueblo judío.

Aunque muchos, en la comunidad internacional y en las páginas editoriales de los diarios, afirman que Abbas quiere negociar una solución de dos estados ( mientras Netanyahu se niega a hacerlo), la verdad, expuesta en forma completa y abierta en la Asamblea General el viernes, es: Netanyahu quiere negociar una paz ahora mientras, Abbas, quiere ganar el reconocimiento de las Naciones Unidas antes que comiencen las negociaciones. Como lo declaró Netanyahu: «Dejemos de negociar sobre la negociación y comencemos a negociar ahora mismo».

Si los palestinos aceptan la oferta de Netanyahu (negociar una pacífica solución de dos Estados), recibirá, sobre el terreno, un estado real – un estado que Israel, Estados Unidos, y el resto de la comunidad internacional, reconocerán. No será con las fronteras anteriores a 1967 porque los palestinos no tienen derecho a esas fronteras y porque tales fronteras no son propicias para la paz, pero estarán cerca. Los palestinos obtendrán un estado viable e, Israel, obtendrá un estado seguro.

Si, por otra parte, la ONU recompensara casi un siglo de rechazo y violencia palestinos, simplemente girando el reloj hasta 1967 (o 1947), será más alentador el rechazo y la violencia gratuitos. Los palestinos deben pagar un precio por las miles de vidas que su rechazo y la violencia causaron. El precio no debe ser tan pesado como para impedir la paz, pero debe ser lo suficientemente pesado como para disuadir la guerra.

Alan Dershowitz es profesor en la Facultad de Derecho de Harvard.
www.tnr.com

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld.

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