Gil Sinay ( z.l.)

Vida Comunitaria

A los 102 años falleció en Santiago el destacado abogado y dirigente comunitario, Gil Sinay Sestopal, cuyos funerales, con masivo acompañamiento, tuvieron lugar ayer domingo  en el Cementerio Israelita de Conchalí.

Los restos de Sinay, escoltados por una guardia de la 5° Cia. de Bomberos “Bomba Israel”, de la cual fue parte como voluntario, fueron despedidos a través de una ceremonia litúrgica conducida por el Rabino Eduardo Waingortín quien se refirió al extinto como “ un guerrero de la pluma y la oratoria” en defensa del pueblo judío y del Estado de Israel.

En el cementerio intervinieron sus hijos Jaime y Rebeca, sus nietos Daniela y Felipe, su sobrino Roberto Bendersky, el director de la Bomba Israel, Alejandro Brady y el Presidente del Círculo Israelita de Santiago, Jorge Ancelovici quien destacó la personalidad de Gil Sinay haciendo un llamado para que “ su testimonio de vida y su indiscutido mensaje permanezca en nuestras generaciones como legado de todo quehacer comunitario y como fuente de inspiración para quienes humildemente queremos tratar de seguir sus pasos en el liderazgo comunitario”.

Gil Sinay ocupó los más altos cargos en el Comité Representativo de las Entidades Judías de Chile (CREJ), hoy Comunidad Judía de Chile, en la Federación Sionista y en el  Círculo Israelita, entre otras instituciones. Fue director del periódico La Palabra Israelita por casi 28 años. Escribió por años la historia de la Comunidad Judía y su opinión fue respetada por todos, según apuntó Ancelovici. En sus artículos dictó cátedra de judaísmo y “ su defensa irrestricta al Estado de Israel la  expuso en todos los foros nacionales e internacionales en los que participó”.

Fueron recordadas en el cementerio por el propio Ancelovici algunas de sus últimas intervenciones en público en las que expresó:

-“Durante mi vida me dediqué a luchar por la dignidad del pueblo judío y por el fortalecimiento de las comunidades judías, pero a la vez esa lucha  me sirvió para dar contenido y sentido a mi propia vida”.

-“Al final de mi centenaria existencia, quiero agradecer a Dios por haberme guiado para defender los intereses de la colectividad y por darme una razón para existir”.

 

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