Los Hermanos Musulmanes gobiernan en el caos

Medio Oriente

En recientes días se ha visto un deterioro aún más agudo en Egipto. En el contexto de crisis económica, los grupos salafistas islámicos se muestran cada vez más asertivos.

Por Jonathan Spyer.

Los salafistas están involucrados en el violento hostigamiento a los cristianos coptos y a los opositores laicos y en las constantes presiones al gobierno de los Hermanos Musulmanes, de Mohamed Morsi, para que acceda a sus demandas políticas, a través del desorden y la agitación pública.

El gobierno, por su parte, se encuentra atrapado en un dilema ineludible de la política económica y social. Las reservas de divisas se han reducido peligrosamente a 13.400 millones de dólares – un 60% por debajo del nivel que tenían en diciembre de 2010.

Egipto está, en estos momentos, procurando un préstamo de 4.800 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Pero las condiciones que probablemente acompañarán la concesión de estos fondos van a exacerbar el descontento social, en beneficio de los opositores al gobierno.

En la última escalada de hostigamiento contra los cristianos, dos personas murieron, luego de que una turba islamista atacara a los coptos que dejaban un funeral en El Cairo. A su vez, el funeral era cuatro coptos asesinados a balazos en la localidad de Khosous, cerca de la capital egipcia, la semana anterior.

Los disturbios comenzaron después del funeral cuando los musulmanes egipcios arrojaron bombas incendiarias contra los dolientes, que cantaban consignas en contra del gobierno. Posteriormente, los coptos acusaron a las autoridades de no proteger a su comunidad. Señalaron que la policía lanzó gases lacrimógenos en el recinto de la catedral de San Marcos de El Cairo, a donde los dolientes se habían refugiado de la violencia.

Más tarde, el patriarca copto, Tadrawos II, emitió una declaración pública condenando la incapacidad del gobierno para proteger a sus correligionarios y dijo que la sociedad egipcia está “colapsando”.

Por su parte, los salafistas cada vez más determinados, están ganándole la pulseada al gobierno en otras áreas. El ministro de Turismo, Hisham Zezoua, anunció la cancelación de los vuelos turísticos de Irán, que habían sido recientemente renovados. No se dio ninguna razón para explicar la decisión. Pero el gobierno de Morsi dio marcha atrás luego que manifestantes salafistas atacaran la casa de un alto diplomático iraní residente en El Cairo.

Los manifestantes corearon consignas contra los chiís, y trataron de colocar una bandera de los rebeldes sirios en la puerta de la residencia del diplomático.

La policía antidisturbios evitó a duras penas la toma del edificio.

La aparente impotencia del gobierno egipcio frente a las provocaciones salafistas y su instinto para apaciguarlos, representan sólo una parte de los problemas de Morsi.

La oposición secular y de izquierda está también cada vez más activa, e igualmente tendiendo hacia la desobediencia civil. El Frente de Salvación Nacional, una coalición de partidos laicos, está exigiendo la formación de un nuevo gobierno “neutral y creíble” para supervisar las elecciones parlamentarias que se celebrarán a fines de este año.

El “Movimiento juvenil 6 de abril”, un remanente de los jóvenes de la plaza Tahrir, que tanto entusiasmó a los medios de comunicaciones del mundo en 2011, permanece activo a nivel de base. El movimiento apoyó la elección de Morsi, pero ahora se ha vuelto en su contra. Cuarenta y cuatro personas resultaron heridas en las protestas organizadas por este grupo, convocadas bajo la consigna de ‘Día de Ira’, en el área de El Cairo.

Los partidarios del “Movimiento 6 de abril” sostienen que Morsi no es el verdadero líder del país. Por el contrario, afirman que las verdaderas decisiones son tomadas por Mohamed al-Badie, el “Guía Supremo” de los Hermanos Musulmanes.

Bajo el telón de fondo de los disturbios, un equipo del FMI se encuentra en Egipto, para negociar los términos de un préstamo de 4.800 millones de dólares. Las negociaciones están estancadas.

El FMI quiere que el gobierno promulgue recortes presupuestarios, en particular sobre los subsidios a la energía, a fin de garantizar el préstamo. Ante el creciente malestar, el aumento de los precios y la escasez de combustible, el gobierno teme que de hacerlo sería añadir leña al fuego que ya lo está amenazando.

Qatar, que ya ha dado cinco mil millones de dólares a Egipto, anunció una nueva subvención de tres mil millones de dólares. Qatar, el patrocinador regional principal de los Hermanos Musulmanes, siente evidentemente una responsabilidad hacia el asediado gobierno de Morsi.

Pero incluso aunque, la generosidad de Qatar vaya tan lejos; por sí sola no puede ofrecerle una solución a largo plazo.

La Hermandad Musulmana en Egipto parece estar atrapada en un dilema ineludible. Conformar con los requisitos financieros internacionales requerirá recortes que agravarán los disturbios que ya están creciendo. En cambio, la negativa a hacerlo, preservará la situación actual de disfunción económica – que también alimentará el creciente desorden.

¿A dónde lleva todo esto? Un artículo reciente de Eric Trager, en el Atlántic, cita a activistas del “Movimiento juvenil 6 de abril” admitiendo en privado que esperan un retorno al gobierno militar. Los activistas dijeron que un periodo breve de gobierno militar sería preferible a la creciente anarquía actual.

Por supuesto, el último período breve de régimen militar, en Egipto, comenzó en 1952 y terminó en 2011.

Otra posibilidad es que los Hermanos Musulmanes, en los próximos meses, traten de usar los órganos de seguridad del Estado para reprimir más duramente la creciente resistencia a su gobierno.

Después de todo, esperaron más de ochenta años para lograr el poder. Ellos no estarán dispuestos a aceptar la terminación de su mandato anticipadamente.

En la actualidad, no existen indicios de que los militares estén considerando regresar al poder. Es de suponer que los generales están, por el momento, felices de permitirles a los Hermanos Musulmanes asumir la responsabilidad de sus propios fracasos. Esto podría cambiar en el futuro próximo, si la situación se deteriora aún más.

Pero el hecho de que se lo considere como una posibilidad, e incluso una deseable, por elementos de las mismas fuerzas que encabezaron la revolución contra Hosni Mubarak, es quizás el indicio más revelador del estado actual de la situación en Egipto.

Fuente: Aurora.

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