LA CULTURA DE LA VIOLENCIA: UN HOBBY PALESTINO

Artículo de Hasbará

Jonathan S. Tobin

El año pasado, la prensa occidental focalizó gran parte de su atención en lo que se describió como una ola de violencia cometida por colonos judíos contra palestinos, viviendo en la Margen Occidental. El vandalismo y otros crímenes cometidos por judíos- conocidos como ataques “con precio en la etiqueta”- fueron condenados ampliamente por el gobierno israelí y virtualmente toda la sociedad, fuera de la extrema derecha. Pero ese fenómeno marginal- e incluso los críticos más severos de Israel deben conceder que eso es algo que solo le compete a una diminuta minoría incluso de colonos, sin hablar de Israel- recibió una cobertura de noticias desproporcionada, que rara vez contrasta con un fenómeno mucho más difundido: la violencia árabe contra colonos e israelíes.

Tal como aprendemos en la portada histórica de hoy en el New York Times, bajo el titular de “Mi Hobby es Arrojar Piedras”; la violencia dirigida a judíos no es una tendencia preocupante. Es s algo que se convirtió, casi, en un deporte palestino. Niños, adolescentes e, incluso, adultos tratar de tirar piedras letales a todo auto que pasa con chapas patente israelíes; no sólo los niños (por su condición de menores) sino que es una conducta aceptable y justificada por la continua disputa entre ambos pueblos por la tierra y otras cuestiones.

El conflicto – entre judíos y árabes- por la tierra es complejo y hay, de ambos lados, víctimas. Pero, lo que esta historia nos cuenta sobre la cultura contemporánea palestina y su glorificación de la violencia, así como el rechazo de medios alternativos para abordar, entre ellos, la presencia judía habla sobre cuán difícil será, alguna vez, alcanzar la paz.

Hay un par de puntos clave para comprender este, salvajemente popular, “hobby” palestino.

Lo primero es que a pesar que, la historia, solo menciona a las víctimas del lanzamiento de piedras al paso, arrojar una gran piedra hacia un individuo o a un vehículo en movimiento no es un juego. Es una forma de terrorismo. Esas acciones son ataques criminales para cualquier definición de la ley. El propósito de arrojar piedras no es hacer una declaración política sino infligir daño e, incluso, la muerte en aquellos que, desafortunadamente, están al alcance de esos misiles. Todo aquel que quiere entender hacia donde conducen los ataques, por parte de una pequeña cantidad de colonos, solo necesitan leer este escrito para comprender que ante lo que están reaccionando es a la rutina ilegal de violencia, condonada por toda la comunidad árabe.

Los defensores de los palestinos pueden decir que arrojar piedras es una reacción a la “ocupación” y que aquellos que los lanzan no tienen otro modo de protestar por los asentamientos o lo que consideran un comportamiento erróneo de parte de las FDI. Pero esto ignora el hecho que, la mayoría de los tensos encuentros, entre las FDI y los palestinos provienen de la violencia que, los últimos, y con habitualidad cometen.

Esto lleva al segundo punto: en ninguna parte en esta historia alguien, alguna vez, se detuvo y dijo que, tal vez, sería mejor para la calidad de vida de los palestinos e, incluso, para sus aspiraciones políticas si decidieran tratar, con los judíos de viven cerca, como seres humanos más que como enemigos.

Vale la pena destacar que Beit Omar, la ciudad descripta en la historia de “Times”, está ubicada cerca del bloque de asentamientos de Gush Etzion, en la Margen Occidental. Jodi, jefa del periódico en Jerusalén, destaca que la ubicación de Beit Omar es ideal para arrojar piedras dado que se apoya en una autopista principal, cerca de un grupo de comunidades judías. Pero deja afuera el hecho que hay una historia interesante de interacción judeo-árabe instructiva para entender el conflicto.

El bloque Gush Etzion está, después de todo, construido no sobre tierra árabe robada, tal como dice el cliché sobre esos asentamientos en la Margen Occidental, sino sobre las ruinas de comunidades judías, existentes antes de 1948. En los meses previos al nacimiento de Israel, cuando el gobierno británico retrocedió y permitió una guerra civil para hacer – bajo su mirada- estragos; los árabes locales, ayudados por voluntarios extranjeros, establecieron un sitio a las ciudades judías en la zona de Gush Etzion. Los esfuerzos para reforzarlos desde Jerusalén (sitiada) fracasaron y cayeron bajo el ataque árabe. Muchos de los habitantes fueron sujetos de una masacre indiscriminada. Otros fueron capturados. Sus hogares fueron destruidos mientras los árabes palestinos celebraban.

19 años después, luego que Israel tomó posesión de la Margen Occidental poniendo fin a la ocupación ilegal jordana, el proceso de reconstrucción de Gush Etzion comenzó y hoy las numerosas ciudades de la zona florecen y son vistas como suburbios de Jerusalén, sin ser centros de violencia o intolerancia de colonos. Nadie vislumbra su ocupación, incluso en el improbable escenario que se firmara un acuerdo de paz. Si los palestinos sueñan con repetir los acontecimientos de 1948, al menos en lo que concierne a Gush Etzion, eso es más que un problema de seguridad pública. Representa una falta de voluntad básica para vivir en paz junto con sus vecinos judíos. Si los palestinos pueden pensar que, nada mejor para hacer que robar o atacar a judíos en la ciudad desde la colina, ¿cómo podemos creer que están listos para aceptar, de modo virtual, la paz con Israel bajo cualquier circunstancia?

La cultura de violencia de los palestinos es mucho más profunda que arrojar piedras. Es, de hecho, sólo un síntoma del odio a los judíos e israelíes fomentado por su prensa oficial a través de todo el mundo musulmán y árabe. Cual sea su opinión sobre los asentamientos o dónde deberían ubicarse las fronteras de Israel, los palestinos seguirán condonando la rutina de violencia y entrenando a las nuevas generaciones de niños a tomar parte en esta violencia, y seguirán posponiendo el día en que llegue la paz.

Fuente: Commentary

Suscríbete a nuestroNEWSLETTER

Ingresando tus datos aquí, y recibirás noticias y novedades de CJCH en tu mail.