El Gan del Instituto Hebreo, semillero de la Comunidad
Vida Comunitaria

Haciendo uso de la técnica de despertar asombro, inicia la entrevista con esta frase: “Juega limpio, no le pegues a la gente, pide perdón, canta, baila, descansa, no tomes cosas que no son tuyas, devuelve todo a su lugar, tomar leche es bueno, cuídate del tráfico, dibuja… Todo lo que realmente necesitaba saber acerca de cómo vivir, qué hacer y cómo ser lo aprendí en el jardín de infantes. Eso lo dijo Robert Fulghum: la sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la carrera educativa, sino allí, en el arenero del jardín…”. ¡Y no podemos más que asentir!
El gan del colegio es sin duda el reflejo de la confianza que toda una comunidad ha depositado en las manos de la institución y su equipo. ¿Por qué es tan preciado? ¿Cuál es su secreto? “Lo que más necesita un papá es tener la certeza de que su hijo está protegido aquí. Y lo que nosotros más damos son evidencias de que los niños están contenidos; que los temas que hablamos son los temas que se hablan en casa, tenemos un lenguaje común, a pesar de la diversidad enorme.
Sumado a ello, los padres también disfrutan; son parte del gan. Tenemos espacios para que todos los papás estén alguna vez, dentro del año, dentro de la sala de clases, ya sea en las festividades judías, o compartiendo una actividad lúdica. Mantenemos a los padres informados”, explica Evelyn Schocken.
“Cuando un padre del gan ve crecer a su hijo, lo ve contento, lo ve cantar, ve que los niños se apropian de lo que aprenden. Además, tenemos un equipo maravilloso de educadores, que tienen un compromiso con su profesión pero también con la institución. Y cada niño es conocido por su nombre, desde el que lo recibe en la puerta hasta todo el equipo. Un alumno del Instituto Hebreo tiene millones de amigos y eso parte desde el primer día de Alef”, dice la directora.
Respecto a cómo entra un niño el primer día y cómo egresa cinco años después, explica que “en Alef llega un niño ávido de saber y con necesidad de ser contenido. Egresa un niño con personalidad, que sabe de lo que habla, que puede tomar decisiones, que sabe la diferencia entre cuidar al otro y no, que sabe de judaísmo. ¡Lo ha vivido!. Venir al gan es venir a jugar, eso es y en eso tiene que quedar; aprender jugando. Ya que a través del juego, el gan estimula todas las habilidades necesarias para la vida. El gan tiene muchos ritos que generan identidad, no sólo con el gan sino con el colegio completo. Con coordinadoras que pueden ver en 360 grados, no sorprende que aún sin estar dentro del currículo el 80% de los niños de kínder egresan sabiendo leer. Nuestro gan es un lugar de tremenda seguridad y cariño, por eso ocurre el aprendizaje”.
Inmersión
Y este aprendizaje es completo. Inglés, hebreo y lengua materna. Matemática y ciencias a través de lo concreto. Música, deporte, yoga, natación. Paty Barbarach, coordinadora de inglés, matemática y ciencias de Guimel a kínder, nos habla de una fórmula infalible: un equipo de excelencia y la búsqueda constante de los mejores programas educativos en el mundo. Además, una visión muy importante sobre la centralidad de lo concreto en esta etapa: hacer crecer la huerta, contar botones, dulces o clips, pinchar un globo y entender por qué explota. “Estimulamos los procesos de observación, predicción, inferencia. Que le tomen el gusto a la investigación”, sostiene Paty Barbarach.
Un lugar privilegiado ocupa la dinámica de las distintas lenguas que, con increíble naturalidad, manejan los niños en el gan del Hebreo. El proyecto de inmersión implica que una morá – deberíamos decir teacher- se expresa en inglés a lo largo de todo el día, logrando la menor inferencia posible de la lengua materna. Ciencias y matemática son en inglés, en los dos últimos años del gan. En esta última disciplina se trabaja con el exitoso Método Singapur, cuyo enfoque es el desarrollo del pensamiento lógico.
Por sobre todo, valores Claudia Caro es la Coordinadora del Departamento Judaico. Tiene un enfoque claro y agudo que pone en marcha todo el aparato valórico y vivencial en el gan. “A ninguno de nuestros talmidim se les ocurriría decir ´estudio hebreo´, ´estudio Sucot´, sino ´es Sucot´, ´es Pésaj´. Hay una actitud vivencial, de plena apropiación del entorno, con naturalidad. Yo siempre digo que los niños en nuestro gan hablan un idioma llamado “yehudit”, con el cual todos podemos identificarnos: me refiero a esas palabras que sólo decimos en hebreo y que son tan formadoras de identidad.”kitá”, “talmidim”, “Moshé”, “sucá”. Decimos “paró”,”Yosef” y” Mitzraim”, y no Faraón, José y Egipto.
Decimos “Hagadá” e incluso “iparón shajor” (lápiz negro). Un idioma que un judío lo va a hablar en todo el mundo. El idioma es cultura”, insiste Claudia Caro.
Claudia tiene a cargo, además, el Proyecto Arajim. “Mes tras mes el gan entero se enfoca en expresar algún valor fundamental: solidaridad, comprensión, dar al necesitado o hasta algo tan esencial como el acto de saludar al prójimo. El Proyecto Arajim (valores) está basado en nuestro calendario judío. Me interesa que como judíos nuestros niños tengan el calendario lunar inserto en el cuerpo. ¿Viste la luna ayer? ¿Estaba llena? Seguro se nos va a acercar algún jag. Y cada jag se aprovecha para reforzar un valor esencial. Buscamos que el mundo judío tenga una traducción en el hacer diario”, sostiene.
El otro inglés
Raquel Kohn -más conocida como “Raca”- es la coordinadora de Alef y Bet. Es quien recibe a los más pequeños y, muchas veces, a padres primerizos con ansias y muchas dudas. “Los padres llegan y se sienten acogidos como familia. El colegio detecta, acompaña y no le soltamos la mano a nadie hasta que no estemos completamente convencidos de que se han adaptado. A diferencia de una sala cuna, aquí no se duerme. Los niños están estimulados respetando su ritmo. Tienen mucha actividad física, mucha manualidad. Es donde se dan las primeras experiencias en lo social y donde el incremento de vocabulario va a pasos agigantados”, manifiesta. Es entonces donde se producen las anécdotas tan simpáticas y tan típicas de la temprana edad. En el caso del gan del Hebreo, el terreno para las anécdotas lingüísticas es mucho más fértil, teniendo en cuenta la multiplicidad de idiomas a la que están expuestos los niños. “Una morá estaba tratando de interpretar lo que quería decirle su pequeño talmid. “´¿Quieres decir it´s a ball?´, le pregunta. ´¡No, morá… en el otro inglés!´. Es fascinante ver cómo un niño que recibe tantos estímulos, en idiomas diferentes y de tantos profesores, organiza y decodifica esta información.
¿Cómo se forma? Tiene que procesar en su mente las empanadas del 18 y la manzana con miel, la sucá y las ramadas. ¡Imaginen cuántas conexiones hace ese niño cada día, cada hora! Eso, acompañado de un entorno maravilloso, ya que las paredes del gan hablan. Y de un especial cuidado en la salud emocional”, comenta Raquel Kohn.
Padres de lujo
Evelyn Schocken sabe el tesoro que tiene entre sus manos. Ella lo atribuye, en gran parte, al cuerpo de padres que han escogido el Instituto Hebreo como colegio para sus hijos. “Tengo padres tremendamente comprometidos. Cualquier proyecto que quiero sacar adelante, siempre tengo el apoyo de todos los papás. Los padres confían en que las decisiones del colegio son las mejores. Y yo siento esa confianza, todos los días”, concluye.
(Fuente: Revista Shalom )