Mauricio Avayú: La perfección con el espíritu de un niño

Vida Comunitaria

Por Gabriela Arditi Karlik, Revista Shalom

Las tardes con tiempo infinito para inventar libremente son sus mejores recuerdos de infancia.

Desde muy pequeño se vio envuelto en varios procesos creativos Su madre dejaba todas las mañanas afuera de su pieza todo tipo de “cachureos”; desde frascos de perfume hasta cajas de zapatos. Todo lo “inservible”. Sin falta, Mauricio Avayú (45) se encargaba de recuperar estos “tesoros” y acumularlos en su espacio. “Luego comenzaba a reciclarlos y a crear con ellos todo tipo de cosas. A mi padre, sastre, lo recuerdo constantemente sacando modelos para las prendas que se confeccionarían en su fábrica. Cada retazo de cartón que caía al piso lo reutilizaba; pareciera que para mí las cosas ´desechadas´ tenían un valor extraordinario por sobre las nuevas”, dice.

Una de sus grandes virtudes es intentar siempre ver el lado bueno a las cosas. Por lo mismo, tiende a buscar los caminos más difíciles, entendiendo que “los errores son sólo etapas antes de cosechar logros verdaderos”. Uno de sus defectos es que muchas veces sus fantasías lo superan; “veo los proyectos antes que se concreten. Por eso me es muy familiar emprender muchas cosas a la vez .En mi pintura soy tremendamente perfeccionista y mañoso, sin embargo en la vida diaria soy muy relajado y permisivo”, afirma. ¿Su mayor obsesión? Estar constantemente poniéndose obstáculos y quedar siempre con la sensación de haber podido dar más.

A los cinco años de edad se trasladó a Quito, Ecuador, donde vivió siete años. Desde muy temprano desarrolló un gusto por el arte. Toda su infancia la pasó pintando y reciclando cuanto objeto o desecho encontraba. Al llegar a Ecuador ingresó al colegio Alberto Einstein y ya al poco tiempo entretenía a sus compañeros dibujando en los recreos. Esta habilidad tan prematura lo llevó a quedar seleccionado para ilustrar imágenes de algunas historias bíblicas que fueron publicadas en el anuario del colegio. Posteriormente regresó a Chile y finalizó sus estudios en el Instituto Hebreo de Santiago.

Optó por estudiar diseño con mención en equipamiento, periodo durante el cual profundizó con clases paralelas de escultura en cerámica, figura humana y escultura en aluminio en la Escuela de Arte de la Universidad de Chile.

Discípulo de Hernán Valdovinos durante ocho años, recuerda que no mucha gente aguantaba la disciplina del docente. Mauricio Avayú era, sin duda, especial. Luego de un par de clases el maestro le dijo “tú fuiste pintor en otra vida”. Le mostró un dibujo y el profesor le advirtió que no debía enseñarle sino sólo recordarle. Sus compañeros, por supuesto, alegaban. “Intuitivamente yo sabía a dónde quería llegar”, refiere convencido Mauricio.

– ¿Sientes que naciste para esto?

– Hoy me doy cuenta que absolutamente, en todas mis actividades, desde constructor, importador y fabricante de muebles, siempre fui un pintor jugando en estos roles.

– ¿Te parece necesario haber estudiado una carrera previa a dedicarte a la pintura?

– Pienso que para mi tipo de pintura es necesario tener una gran capacidad de observación del mundo desde la perspectiva que te dan las distintas profesiones.

– ¿A qué no te habrías dedicado jamás?

– Creo que a contador; todo el día escuchando problemas en un ambiente gris lleno de papeleos y burocracia.

Fuente inagotable

– ¿Cuán importante fue Hernán Valdovinos en tu trabajo?

– El día que comencé con mi maestro Hernán Valdovinos, me dijo dos cosas: primero que cuando pinte trate de recordarlo como cuando lo hacía de niño, con esa felicidad irresponsable de aquella etapa. En segundo lugar me dijo: busca la excelencia en cada cosa que hagas. Suena casi imposible pensar en buscar la perfección con el espíritu de un niño…Pero esa es la clave de mi obra.

– ¿Cuál es tu estilo, tu temática y cuándo comenzaste a desarrollarlos?

– Yo definiría mi estilo como realismo abstracto. De alguna forma busco acercarme al realismo casi obsesivamente, pero el resultado corresponde a una realidad pasada por el filtro de mis experiencias de vida. En un principio partí pintando mitología universal y chilena. De a poco descubrí que en el judaísmo tendría una fuente inagotable de inspiración temática.

– ¿Qué importancia tiene el judaísmo en tu obra?

– Siempre supe que la leyenda, magia y mitología, estarían en mi obra. Creo que hasta el más pragmático puede emocionarse con lo que escapa a su lógica terrenal. Me sorprendí y emocioné sobremanera al estudiar los midrashim y la Torá. Cada vez que los leía comenzaba a verlos en imágenes.

– ¿Cuáles son los elementos que se repiten en tus obras?

– Siempre hay algo oculto por develar: desde escrituras sagradas hasta personajes escondidos. No hay nada ya masticado para el observador.

– ¿Hay colores que empleas por sobre otros?

– Creo que las obras de los pintores clásicos flamencos o del Renacimiento italiano contienen tonalidades que sólo el paso de cinco siglos les pudieron dar. Con ellas, de alguna forma, logro plasmar obras con historia y leyenda.

– ¿En qué consiste tu técnica?

– Tal cual como pintaban los renacentistas, la técnica impone partir con un dibujo de una gran perfección. Luego se procede a fijarlo para después aplicar muchas capas o velos de óleo. De ahí su nombre: óleo a la veladura. Las tonalidades se logran por la superposición de capas, a diferencia de la técnica francesa en la que se mezclaban pigmentos, con un resultado más texturado y finalmente más sucio en colorido.

– ¿Cuáles son los pro y los contras de tu técnica?

– La gran ventaja radica en la inmensa precisión de los detalles y una pureza casi comparable con un vitreaux. El único contra radica en que necesitas una gran paciencia para lograr un oficio exquisito con el dibujo, achurando capa por capa y la enorme cantidad de horas de trabajo que la obra consume.

Dejarse llevar

– ¿Cómo das comienzo a una obra y cuánto puedes tardar en terminarla?

– Generalmente la obra la comienzo dejando al intelecto de lado; toda manipulación del ego y prejuicios no son bien recibidos a la hora de comenzar a pintar. El tiempo en terminarla siempre me es desconocido. Esa es parte del juego de dejarse llevar e ir redescubriendo la obra a medida que se va trabajando en ella.

– ¿Cómo son estos inicios; de dónde parten las ideas?

– Mi estudio está plagado de obras a medio comenzar. A veces uno empieza en una y al final del día estás trabajando en otra…La técnica requiere de esto ya que el óleo es extremadamente lento y a veces tienes que esperar a que seque y eso implica meterse en otra. Las ideas no sé de dónde parten, pero sí trato de ser muy prolijo en los detalles cuando estoy trabajando en alguna temática sobre la que ya se ha escrito.

– ¿Qué intentas transmitir a través de tu obra; qué buscas en la pintura?

– Para ser sincero, no parto una obra con una intención determinada. Si fuera así, sería imposible de encontrarte con una persona llorando, con otra emocionada hasta los huesos u otra que te dice “tu cuadro lo quiero porque me da paz” o que lo ama…Es solamente el fruto de dejarse llevar; poder fluir para entregar una obra honesta.

– ¿Cuán difícil ha sido abrirse camino en el mundo artístico en Chile?

– Gracias a D-s para mí no ha sido difícil. Estudié durante casi ocho años y en mi primera exposición me hicieron un reportaje en televisión. En todas mis muestras termino vendiendo el 90% de las obras. Mi maestro decía “la belleza siempre se abre un camino”. Te diría que lo difícil en mi caso fue asumir que mi camino sería la pintura.

– Explícanos algunas de tus obras…

– Por ejemplo, la obra, “Milagro al Atardecer” muestra a tres sabios rabinos parados frente al Kótel. Si te fijas, sutilmente las grietas del muro muestran un Shemá Israel. Entonces, debemos suponer a primera vista que ese es el milagro y que el atardecer se representa con el color rojizo del muro. Ahora, si observamos con mayor detención el de más a la derecha tiende a tocar y a revisar el muro poniendo en duda el origen divino de estas grietas. El del medio, con más fe que el anterior, se aleja un poco del muro como asignándole un mayor respeto por si acaso. Finalmente, el de la izquierda, el más anciano y sabio de los tres, no necesita ni mirarlo para creer.

En la obra “Aqua, Aer, Terra e Ignis” (“Agua, Aire, Tierra y Fuego”), muestra a cuatro caballos que representan los cuatro elementos de la naturaleza .Si uno se fija con mayor detención, todos llevan sobre su armadura los tres signos del zodíaco asociados a cada elemento. El primero, agua, tiene una postura de envolverte; el segundo, aire, está menos cargado de elementos, asignándole una mayor conexión con lo espiritual; el tercero, tierra, está mirando hacia abajo y recargado de adornos, como apesadumbrado por su apego a la materialidad; finalmente el cuarto, fuego, tiene esa chispa de energía encendida. En la obra “El Arcángel Gabriel”, llamado en el Renacimiento como “el anunciador”, es el mensajero de D-s. De esta forma su cuerpo y armadura están recargados con más de 300 personajes.

En 360°

-¿En qué consiste el proyecto “El Mural de la Torá”?

– “El Mural de la Torá”, a grandes rasgos, consiste en ilustrar completamente la Torá o Pentateuco (cinco libros de Moisés). Cada uno de los cinco libros (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) medirá 10 metros de largo por dos metros de alto, sumando finalmente un mural de 50 metros de longitud. A su vez, cada uno de estos libros se subdividirá en ocho partes (1,25 mts. x 2,0 mts.), proporción matemática entregada por D-s a Moisés para la construcción del Arca de la Alianza (2,5 codos x 1,5 codos). Esto hará más fácil el traslado de los murales y nos dará la posibilidad de exhibirlo en un plano circular, de modo que una vez terminados los cinco libros (40 partes en total), se exhibirán circularmente para unir el comienzo con el final. El próximo 10 de diciembre presentaré en la Comunidad Israelita de Santiago “El Mural del Génesis”. Luego el Éxodo en diciembre de 2015, Levítico en diciembre de 2016, Números en diciembre de 2017 y Deuteronomio en diciembre de 2018.

– ¿Qué importancia le atribuyes a este proyecto tanto a nivel comunitario como nacional e internacional?

– Es importante recalcar que éste es un proyecto que nunca se ha ejecutado en la historia de la humanidad, ni desde la perspectiva temática ni en términos de su envergadura .Por primera vez un judío ilustra completamente todos y cada uno de los detalles descritos en la Torá. Imagina que al estar terminada la obra tú podrás pararte en medio de un círculo de 50 metros de perímetro, girar en 360 grados y ver la Torá completa en imágenes. Este mural será sin duda un tremendo aporte cultural y espiritual a la comunidad judía en chile y en el mundo; un aporte para los no judíos que podrán visualizar las raíces de sus religiones. Siento que hasta ahora todas y cada una de mis anteriores obras fue una preparación para este momento.

– ¿Cuánto has debido estudiar para realizarlo y quiénes te han asesorado?

– Mi fuente de conocimiento va desde la traducción de la Torá de Arié Kaplan, los midrashim, la Torá comentada por Rashi y estoy trabajando con un Tikún Sofrim para tener acceso a la tipografía exacta de la Torá. Además, cuento afortunadamente con el respaldo de la Comunidad Judía de Chile, el rabino Ishai de Jabad, Eduardo Waingortin y Gustavo Kelmeszes del Círculo, así como con el apoyo del rabino Daniel Zang de la Comunidad Israelita Sefaradí de Chile.

– ¿Cuánto trabajo te espera por delante?

– Al colosal trabajo de lo que implica la pintura de este gran mural debo dedicarle una gran cantidad de tiempo para difundirlo y poder conseguir los patrocinadores para obtener un apoyo económico.

– ¿Cómo imaginas el 10 de diciembre de 2014?

– Veo perfectamente el mural terminado, montado y perfectamente iluminado, muchas personas emocionadas esperando cuál va a ser el resultado de semejante ambición , pero por sobre todo visualizo en mí una sensación de satisfacción total, de haber podido lograr lo que nunca antes nadie en el mundo se atrevió ni siquiera a soñar.

Mauricio Avayú hizo su primera exposición de escultura en el Centro Duoc de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En 2006 ingresó a la academia privada del maestro Hernán Valdovinos. De él aprendió la técnica “óleo a la veladura”, utilizada por los pintores del Renacimiento, aprendida por Valdovinos en Florencia.

Debutó como pintor al quedar seleccionado para la muestra colectiva “Arte de Raíz Judía”, en el Círculo israelita de Santiago. En diciembre de 2012 expuso la muestra individual “Mito-Lógica” en el Centro Cultural Juventud Providencia, lo que le valió dos reportajes en Televisión. En mayo de 2013 inauguró la muestra individual “Lej Lejá”, en el Círculo israelita de Santiago. Debido al éxito y la gran concurrencia, quedó seleccionado para exponer su nueva muestra individual “El Mural del Génesis”, que se exhibirá en diciembre de 2014. También tiene ya adjudicado el espacio en la Casa de la Cultura de la Minera Collahuasi para noviembre de 2015 en Iquique, lugar reservado sólo para pintores consagrados.

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