Terroristas despiadados
Medio Oriente
David Mandel
Durante el último año las fuerzas de seguridad de Israel lograron frustrar 64 intentos de secuestro, pero hace tres semanas Hamás logró su cometido. Dos miembros, ya identificados, de la organización, disfrazados de judíos ultra ortodoxos, secuestraron a tres adolescentes escolares. Los cuerpos de los muchachos asesinados a sangre fria por terroristas despiadados, obsesionados por el fanatismo y el odio, carentes de todo sentimiento humano, fueron encontrados ayer bajo un montículo de piedras y rocas.
La trágica noticia dio término a 18 días de plegarias y optimismo, durante los cuales el pueblo de Israel demostró una vez más que su fuerza radica en su solidaridad, que no hay lugar en esos momentos para los debates y discusiones que en «tiempos normales» caracterizan a Israel. Israel, durante esos 18 días, fue una sola familia. Los tres adolescentes eran nuestros hijos, nuestros hermanos. El dolor y la angustia de las tres familias fueron compartidos por todos nosotros.
Pero hubo excepciones. En el pueblo árabe israelí Um el Fajem, (cuyos habitantes se niegan rotundamente a ser parte de un futuro Estado palestino si se realiza un intercambio de territorios), cientos de árabes israelíes, incitados por sus representantes en la Knesset, hicieron una demostración a favor de los secuestradores, protestando contra las acciones de búsqueda de las fuerzas israelíes. Cargaron banderas de la OLP, alabaron a sus «mártires», gritaron a voz en cuello slogans contra Israel y a favor de nuevos secuestros, bloquearon una carretera importante, y tiraron piedras a los policías.
Hamás, una organización islámica extremista creada, como su constitución lo expresa, con el fin de destruir Israel, ha utilizado diversos métodos de terrorismo contra la población civil israelí, incluyendo disparar miles de cohetes contra poblaciones israelíes, y enviar suicidas bombas a restaurantes, centros comerciales y autobuses, que causaron la muerte de más de mil personas e hirieron a miles.
Israel encontró la forma más humana de neutralizar esos ataques. Construyó una Cerca de Seguridad para evitar que los suicidas se infiltren en Israel. La Cerca no impide que miles de palestinos que quieren vivir en paz con Israel ingresen diariamente para trabajar en fábricas israelíes y ganar un sueldo que les permite mantener holgadamente a sus familias, pero si evita que fanáticos suicidas, armados con cinturones de explosivos, se infiltren a ciudades israelíes.
El sistema de defensa «Cúpula de Acero» logra identificar y destruir, en su mayor parte, a los cohetes que Hamás y otras organizaciones terroristas disparan desde Gaza. Su éxito, aunque grande, no llega al 100% como lo demuestra la destrucción esta semana de una fábrica israelí, blanco de un cohete palestino que causó heridas a cuatro civiles.
La organización Hamás, frustrada en sus intentos de enviar suicidas bombas y destruir con cohetes la moral de la población civil de Israel, descubrió que la fuerza más importante de Israel, la solidaridad de sus ciudadanos, era también su punto más débil. Le basta a Hamás secuestrar a un solo soldado o civil para poder extorsionar con éxito a Israel y conseguir los resultados que se propone.
Desde la década de los 80 Israel ha entregado 7,500 presos árabes, juzgados y condenados por actos de terrorismo, incluyendo asesinatos y masacres, a cambio de doce (12) secuestrados devueltos con vida, y seis cuerpos de israelíes muertos. En el último intercambio, el gobierno de Israel liberó en octubre del 2011 a 1,027 prisioneros palestinos, culpables de actos terroristas, a cambio de un soldado Gilad Shalit, que estuvo cautivo durante mas de cinco años en Gaza sin que le permitiesen comunicarse con su familia.
Para lograr convencer a Mahmoud Abbas de que se digne a negociar con los israelíes, John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos, obligó al gobierno de Israel a liberar (sin recibir nada a cambio) a 104 prisioneros condenados por crímenes y asesinatos. Israel, luego de liberar 78 prisioneros, y viendo que llegaba a su fin el período de negociaciones durante el cual los palestinos se limitaron a exigir más y más pre condiciones para acceder a negociar, el gobierno de Israel se dio cuenta de que todo era una farsa y un pretexto para liberar terroristas, y se negó a liberar la última tanda de 26 terrorista
Rendirse a la extorsión es aumentar el apetito de los extorsionadores, quienes, al comprobar su éxito, continuarán con la extorsión, aumentando cada vez más sus demandas. Liberar a terroristas, no sólo aumenta el número de criminales sueltos cuyo sueño es matar el máximo de judíos, sino que da aliciente a las organizaciones extremistas palestinas para repetir un método que les ha dado éxito.
Los terroristas liberados son recibidos como héroes por la Autoridad Palestina y por la población palestina, reciben pensión por el resto de sus vidas, y, en los casos más infames, la Autoridad Palestina los premia dando sus nombres a calles y plazas.
Lo que la Unión Europea, las Naciones Unidas y el gobierno de Estados Unidos se niegan a comprender es que no hay diferencia entre los que financian, premian, incitan y honran a los terroristas, y los terroristas que cometen las atrocidades. La Autoridad Palestina paga a los terroristas encarcelados en las prisiones israelíes de acuerdo a una escala que ha establecido: los condenados a 5 años de prisión reciben $1,200 dólares mensualmente. Los condenados a 25 años reciben $2,900 dólares mensualmente. Los que cumplen sentencias de más de 30 años reciben US $3,500 dólares al mes. Se calcula que anualmente la Autoridad paga más de 150 millones de dólares a los terroristas, dinero que proviene de donaciones de los países europeos y de los Estados Unidos. Es decir, que la Unión Europea y los Estados Unidos indirectamente están financiando a terroristas.
De todo punto de vista, (ingresos, popularidad, honores), es preferible para un palestino ser terrorista que ser policía ya que el promedio de sueldo que reciben los policías de la Autoridad Palestina no llega a US $800 dólares al mes.
