Cómo Amnesty International coarta la libertad de expresión

Medio Oriente

Por Alan M. Dershowitz.

Como defensor de la solución de los dos estados y opositor a muchos de los asentamientos, me veo como un moderado en el tema. Pero parece que eso es más de lo que Amnesty International está dispuesta a tolerar. Exigieron a la sucursal de Columbia que anulara mi invitación. No querían que sus miembros escucharan mi perspectiva sobre los derechos humanos.

La excusa presentada fueron dos viejas citas mías, puestas fuera de contexto, que sugerían que estaba a favor de la tortura y el castigo colectivo. Lo cierto es que me opongo totalmente a ambos. He escrito numerosos artículos académicos sobre las órdenes de tortura como una forma de minimizar la crueldad de la tortura y me he manifestado de manera vehemente contra la aplicación de castigos colectivos a gente inocente, sea esto llevado a cabo mediante boicots contra Israel o castigos contra los palestinos. Sí estoy de acuerdo en hacer responsables de sus propias acciones a quienes favorecen y facilitan actos terroristas.

La verdadera razón por la cual Amnesty International intentó censurarme es que soy un sionista que apoya el derecho de Israel a existir como Estado del Pueblo Judío. Como tal, he sido crítico del abordaje tendencioso de Amnesty International en el conflicto israelo-palestino. Por ejemplo, escribí un artículo en el que criticaba los informes de Amnesty International sobre asesinatos por honor en Cisjordania. Un asesinato por honor ocurre cuando una mujer ha sido violada y su familia la mata por la vergüenza que el hecho les ha causado. A pesar de la enorme evidencia en contrario, Amnesty International declara que los asesinatos por honor han aumentado en Cisjordania desde la ocupación israelí y que la culpa de este aumento de hombres árabes que matan a mujeres árabes es de Israel. La verdad es que hay menos cantidad de asesinatos por honor en Cisjordania que en Jordania misma, que no se encuentra bajo ninguna ocupación israelí, y que el número de asesinatos por honor en Cisjordania se vio dramáticamente reducido durante la ocupación israelí. Pero para Amnesty International los hechos no cuentan si Israel está nombrado en el asunto.

La oficina nacional de Amnesty International no quiso que los miembros escuchen mis críticas a su organización, a pesar del hecho de que tuvieron mi absoluto apoyo en los albores de la fundación, antes de que ésta se tornara anti israelí. Tenía miedo de que sus miembros oyeran la verdad. Temían un verdadero debate de ideas, de modo que intentaron callarme.

Por suerte, otro grupo estudiantil de Columbia inmediatamente me invitó a dar mi charla, y algunos miembros de Amnesty International vinieron a escucharme. Me hicieron preguntas difíciles que intenté responder con lógica y remitiéndome a los hechos. Algunos estuvieron de acuerdo conmigo, otros no. Es lo que sucede en un diálogo abierto – al que Amnesty International dice adherir — salvo cuando se trata de su propia organización, en cuyo caso trata de censurar los discursos que critican el modo en que implementan sus políticas.

Amnesty International manifiesta que defiende la libertad de expresión y el diálogo abierto, salvo cuando se trata de críticas a su propia organización.

En líneas generales, Amnesty International — especialmente la sucursal europea ubicada en Londres — ha abandonado su compromiso respecto de los derechos humanos dándole prioridad a una agenda política e ideológica.

Su posición respecto del conflicto israelo-palestino ha sido particularmente preocupante. Además de proporcionar una excusa para el abuso de asesinatos por honor en Cisjordania, ha demonizado a Israel por los intentos de proteger a sus ciudadanos de los ataques de Hamas En un informe reciente, condena a Israel por sus acciones militares en la franja de Gaza sin siquiera mencionar los túneles del terror construidos por Hamas que generaron las acciones de defensa del ejército israelí. Esos túneles – he estado en uno de ellos justo antes de la guerra – fueron construidos con el único objetivo de secuestrar y asesinar a ciudadanos israelíes. La salida del túnel en el que estuve daba exactamente a un jardín de infantes de más de 50 niños. El único propósito del túnel era enviar a los escuadrones de la muerte de Hamas a Israel a secuestrar y matar a la mayor cantidad posible de esos niños.

Ningún país en el mundo toleraría la existencia de semejantes túneles y las leyes internacionales permiten las acciones defensivas para anularlos. Sin embargo, Amnesty International nunca menciona esos túneles y genera la imagen de que las tropas israelíes entraron a Gaza simplemente para matar la mayor cantidad de palestinos posible.

Amnesty International se ha convertido en una organización que ejerce la apología del terror y en un enemigo de la democracia. Su intento fallido de coartar mi libertad de expresión y el derecho de los estudiantes de la Universidad de Columbia a escucharme deja más que claro en qué se transformó lo que alguna vez fue una gran organización: en una defensora de los males humanos en lugar de los derechos humanos.

El último libro de Alan Dershowitz es “Terror Tunnels: The Case for Israel’s Just War Against Hamas”, Los túneles del terror: la guerra justa de Israel contra Hamas (Rosetta Books 2014)

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