Conflicto palestino-israelí: Historia y actualidad

Medio Oriente

Fernando Freudenthal (Presidente Revista Shalom)

Para tratar de explicar lo ocurrido este año entre el Estado de Israel y el movimiento fundamentalista islámico Hamás en Gaza, desde la perspectiva de un judío en la diáspora, debemos hacer historia, aclarar sus inicios e intentar ser objetivos en su desarrollo.

Este relato está basado en fuentes históricas, analíticas y políticas que esperamos ayuden al lector a tener una comprensión imparcial de este dramático conflicto.

El pequeño espacio que se disputan árabes y judíos se encuentra ubicado en un lugar de poco más de 22.000 kilómetros cuadrados, es decir, inferior al tamaño de Antofagasta que bordea los 30.000.

Las crónicas más antiguas hablan de disputas entre Egipto al sur y Mesopotamia al norte. Luego vinieron las sangrientas conquistas asirias, babilonias, persas, griegas, romanas, árabes, cristianas, turcas e inglesas.

Los israelitas (descendientes del pueblo de Israel) unificaron a las diversas tribus y pueblos que habitaban entre el río Jordán y el Mediterráneo. David, nacido en Belén, fue quien, mil años A.C., convirtió el territorio jebuseo (tribu cananea que habitó y construyó Jerusalén antes de su conquista por el Rey David), en Jerusalén. Su hijo, Salomón, construyó allí el Primer Templo, centro espiritual de los judíos.

Más adelante se produjo una escisión entre los habitantes del norte y el sur del pequeño territorio. El norte se llamó Reino de Israel y el sur Reino de Judá, puesto que, luego de la muerte del Rey Salomón, en el año 928 A.C., las quejas económicas y peleas entre las 12 tribus de Israel llevaron a dividir el territorio en dos.

Luego de la breve conquista helénica, los macabeos (movimiento judío de liberación que luchó contra los helénicos) recuperaron la independencia de esa tierra, que duró hasta la conquista romana, cuando se produjeron diversas sublevaciones por parte de los israelitas.

El emperador Adriano (76-138 E.C.) puso fin a las reivindicaciones de los judíos. Primero les prohibió visitar Jerusalén, que fue convertida en una guarnición militar, y cambió el nombre de la ciudad por Aelia Capitolina. Al mismo tiempo, reemplazó la denominación de Judea por Palestina.

Este vocablo se escribía en latín “phalistina”, pero el nombre viene probamente de la raíz hebrea “pléshet” que significa “atravesar”, “cubrir” o “invadir”, y hacía referencia a los filisteos; “pueblo del mar”. Éstos habían llegado desde Creta y se establecieron en la costa suroeste del territorio. Jamás lograron conquistar el resto y terminaron integrados por completo al reino de David. Nunca más hubo filisteos ni grupo alguno que los reivindicase. “Quizás Albert Einstein, Franz Kafka, Marc Chagall, Ariel Sharón, Golda Meir y muchos otros notables, descienden de antiquísimos filisteos convertidos en judíos, ¿quién lo puede saber?”, comenta el afamado escritor y columnista argentino Marcos Aguinis.

El nombre “phalistina” no prosperó. Los judíos siguieron llamando al territorio Éretz Israel (tierra de Israel), los cristianos Tierra Santa y posteriormente los árabes lo denominaron Siria Meridional. Los cristianos fundaron el efímero reino latino de Jerusalén en la primera Cruzada y durante el Imperio Otomano se convirtió en una provincia irrelevante: el vilayato de Jerusalén. El país perdió brillo, se despobló y se convirtió en una región árida.

Sin embargo, Palestina, desde un punto de vista geográfico, es el nombre que recibe la región que se encuentra delimitada al oeste por el mar Mediterráneo, al este por el río Jordán, al norte por el río Litani y al sur por el río Néguev.

El inicio de los nacionalismos

Desde comienzos del Siglo XVI y hasta fines de la Primera Guerra Mundial el territorio estuvo sometido al Imperio Otomano, mientras los nacionalismos judío y árabe nacieron a fines del Siglo XIX y a principios del XX, respectivamente.

A fines del siglo XIX empezaron a llegar oleadas de inmigrantes judíos que se enfocaron en construir caminos, kibbutzim (comunidades agrícolas), escuelas, institutos técnicos y científicos, universidades y teatros. Plantaron bosques y naranjales, fundaron una orquesta filarmónica y aparatos administrativos.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones entregó la administración de Palestina al Imperio Británico.

La resolución por la cual se estableció ese mandato hizo alusión a la “conexión histórica del pueblo judío con Palestina” y asignó a Gran Bretaña la responsabilidad de generar ahí las condiciones políticas, administrativas y económicas necesarias para establecer en ese territorio un “hogar nacional para el pueblo judío”. Una de las consecuencias de esta decisión fue el incremento considerable de la inmigración de judíos europeos. Esto fue enérgicamente resistido por la población árabe, lo que resultó en una escalada de tensión y enfrentamientos entre ambas comunidades. La violencia árabe contra la presencia judía en Palestina siguió acrecentándose en la década del ’30, en buena medida debido a la influencia ultranacionalista ejercida por el Gran Mufti de Jerusalén, Amin al-Husseini*.

Quienes nacían en esa tierra eran palestinos, fuesen judíos o árabes. De hecho, los judíos se llamaban a sí mismos “palestinos”. Y hablaban de “volver a Palestina”. “El actual Jerusalem Post se llamaba Palestine Post, la Filarmónica de Israel se llamaba Filarmónica de Palestina y el Bank Leumí era el Palestine Bank. ¡Pero eran entidades judías! Palestina era reconocida como el hogar de los judíos incluso por quienes los odiaban”, señala Marcos Aguinis.

Después de la Segunda Guerra Mundial y producto del Holocausto, se intensificó la demanda emancipadora judía. La Asamblea General de las Naciones Unidas votó, el 29 de noviembre de 1947, el fin del Mandato Británico y la partición de Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe (no establecía que alguno se llamase Palestina, sino que eran parte de Palestina). Más del 75% del territorio dado a los judíos era desierto. De haber aceptado el Mandato, los palestinos ya hubieran tenido su Estado propio.

El 14 de mayo de 1948 Gran Bretaña renunció al Mandato que ejercía sobre Palestina y el mismo día la Agencia Judía proclamó el establecimiento del Estado de Israel en el territorio que le fuera asignado en el Plan de Partición. En aquella fecha el gobierno de los Estados Unidos reconoció dicho Estado y dos días después lo hizo la Unión Soviética.

El abogado Antonio Fortin, quien durante varios años se desempeñó como asesor jurídico principal de la Oficina de las Naciones Unidas para los Refugiados, señala que “hasta la creación del Estado de Israel nunca existió en Palestina un Estado-nación independiente, en el sentido que este concepto tiene en la ciencia política y en las relaciones internacionales modernas. Vale decir, en el sentido que se estableció en los Tratados de Paz de Westfalia de 1648”.

“Los judíos celebraron la resolución, pero los países árabes en conjunto decidieron violarla y “barrer a todos los judíos al mar””, advierte Marcos Aguinis.

Ahí comenzó el primer enfrentamiento entre árabes y judíos, conocida como Guerra de la Independencia, en 1948. Ésta marcó el comienzo de lo que los primeros denominan “nakba”; “catástrofe”.

“Ésta será una guerra de exterminación y una masacre tal que se hablará de ella como de las masacres de los mongoles y de las Cruzadas”, adelantó Azzam Pasha, secretario general de la Liga Árabe, el 15 de mayo de 1948. En tanto, el Mufti de Jerusalén, Amin al Husseini (líder nacionalista árabe palestino y líder religioso musulmán, principal aliado islámico del Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial) argumentó: “declaro una guerra santa, mis hermanos musulmanes. ¡Muerte a los judíos! ¡Muerte a todos ellos!”.

Según resalta Antonio Fortin, “la acción llevada a cabo contra Israel por estos Estados árabes constituyó un acto ilegítimo de agresión, violatorio de la Carta y los principios de las Naciones Unidas. Al responder a la agresión de la que fue objeto, Israel ejerció su derecho a la legítima defensa, consagrado tanto en la Carta como en el derecho internacional consuetudinario”.

Las consecuencias

Producto de esta guerra aparecieron los refugiados árabes y judíos. Estos últimos eran los más de 870.000 expulsados de casi todos los países árabes en venganza por la derrota. Los recibió Israel y pese a sus dificultades iniciales, se transformaron en ciudadanos israelíes con total igualdad de derechos (actualmente la quinta parte de la población israelí está constituida por árabes, representando casi 1.500.000 de personas. El árabe es ahí un idioma nacional oficial). Los aproximadamente 720.000 refugiados árabes, en cambio, fueron encerrados por sus hermanos en campamentos donde se los aisló y sometió a la pedagogía del odio y el desquite (nótese que la definición de “refugiados” en el caso palestino es diferente a la de todas las demás poblaciones de refugiados del mundo. El término abarca no sólo a los refugiados originales de la guerra de 1948 sino a todos sus descendientes, a perpetuidad).

Otra consecuencia fue que Transjordania usurpó Cisjordania y Jerusalén Este, cambiando su nombre a Jordania, mientras Egipto se quedó con la Franja de Gaza. La ocupación árabe de esos territorios duró 19 años. “En esas casi dos décadas ¡jamás se pensó ni reclamó crear un Estado árabe palestino independiente compuesto por Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza!”, asegura Marcos Aguinis.

Guerras trascendentes

En 1964 se creó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) formada por diversas facciones, entre las cuales tenía una gran preponderancia el grupo Al Fatah, liderado por Yasser Arafat. La formación de la OLP, con la intención de liberar Palestina, se produjo antes que Israel ocupara la Franja de Gaza y Cisjordania durante la Guerra de los Seis Días, en 1967.

El 15 de mayo de ese año, las fuerzas egipcias se movieron hacia el Sinaí. El 18 de mayo los egipcios expulsaron a las fuerzas de paz de la ONU de la frontera con Israel. Posteriormente, envalentonados por Egipto, Siria, Jordania, Irak y Arabia Saudita, movilizaron sus tropas hacia las fronteras con Israel. Este país decidió lanzar un ataque preventivo contra Egipto. El 26 de mayo de 1967 Gamal Abdel Nasser, Presidente de Egipto, señaló: “nuestro objetivo básico es la destrucción de Israel. El pueblo árabe quiere luchar”. Aun así, en sólo seis días, Israel derrotó a los ejércitos de esos países y capturó la Península del Sinaí, la Franja de Gaza, Judea y Samaria y la Meseta del Golán.

Esta derrota marcó el fin del panarabismo, pues la población árabe se sintió tan defraudada como en la guerra de 1948.

Las líneas de cese del fuego de 1967, también conocidas como “línea verde”, permanecieron como las fronteras de Israel hasta 1973. Al terminar la Guerra de los Seis Días, Israel se mostró abierto a las negociaciones de paz. Sin embargo, los líderes árabes reunidos en Sudán respondieron con los denominados “tres no”: no a la paz, no a las negociaciones y no al reconocimiento de Israel.

Nuevamente se desaprovechó la oportunidad de establecer un Estado palestino.

“Es preciso dejar en claro que en 1970 la OLP había logrado constituir una fuerza considerable en Jordania y decidió tomar el gobierno de ese país, que históricamente había formado parte de Palestina. En otras palabras, ya existía un Estado palestino llamado Jordania. El rey Hussein reaccionó ferozmente y se calcula que sus tropas mataron a miles de “hermanos” en septiembre de 1971, episodio conocido como “Septiembre Negro””, subraya Marcos Aguinis.

El 6 de octubre de 1973 Egipto y Siria lanzaron un ataque militar contra Israel. Escogieron hacerlo en Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío. Pese a la sorpresa de la invasión árabe, el pueblo israelí logró organizarse y frenar el potente avance enemigo por sus dos flancos.

Años después, en una osada iniciativa diplomática, el Presidente de Egipto, Anwar Sadat aceptó la invitación de Israel al diálogo y se embarcó en históricas negociaciones bilaterales que condujeron a los acuerdos de Camp David en 1978, y el Tratado de Paz entre Israel y Egipto en 1979, en el cual se planteó un marco de solución para el problema palestino. Este tratado significó devolver la Península del Sinaí a Egipto.

Lamentablemente, en 1981 el Presidente Sadat fue asesinado por miembros de la Jihad Islámica de Egipto, quienes con el tiempo se convertirían en hermanos de armas de Osama Bin Laden y Al Quaeda.

Negociaciones y terrorismo

En 1987 se produce la Primera Intifada o “levantamiento palestino”, además de la creación del movimiento de resistencia islámico Hamás que en su carta fundamental, en el artículo 7, señala: “No vendrá el día del juicio hasta que los musulmanes combatan a los judíos, hasta que los judíos se escondan tras las montañas y los árboles, los cuales gritarán “¡oh musulmán! Un judío se esconde detrás mío, ¡ven y mátalo!””.

Los ideales de un Estado árabe palestino, democrático y pluralista, donde tengan derecho no sólo los judíos sino también los cristianos, quedan anulados en el artículo 13 de dicha carta: “Palestina es tierra islámica. Esto es un hecho”.

Hamás es una organización palestina que se declara “yihadista” (término utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político, caracterizadas por la utilización del terrorismo), nacionalista e islámica. Nació como escisión de la Hermandad Musulmana, grupo fundamentalista surgido en los años ’40.

Cabe destacar que en sus inicios no era una organización similar a la que hoy se conoce, sino que su foco estaba puesto en la asistencia social en Gaza.

Tras los Acuerdos de Oslo de 1993, a los que Hamás se opuso, esta organización se sintió marginada. Por eso, la Segunda Intifada, iniciada en 2000, tuvo como protagonistas a los terroristas suicidas. Así fue que en los ’90 se dio el gran viraje del movimiento y se opuso a la Organización para la Liberación de Palestina, que actualmente gobierna Cisjordania.

Durante las negociaciones de Oslo el Primer Ministro israelí, Ehud Barak, ofreció incluso dividir Jerusalén, lo cual tampoco fue aceptado por el líder palestino de la época, Yasser Arafat.

En 2005, durante el gobierno de Ariel Sharón, Israel se retiró unilateralmente de Gaza que quedó bajo control de Al Fatah (organización político-militar moderada de la Autoridad Nacional Palestina).

Lejos de aprovechar las autoridades palestinas este hecho histórico para el desarrollo de su economía, en enero de 2006 Hamás participó y ganó las elecciones legislativas. No obstante, antes de asumir, la comunidad internacional le exigió tres condiciones: reconocer a Israel, renunciar al terrorismo y aceptar los Acuerdos de Oslo firmados por la OLP. Las condiciones no fueron cumplidas.

Después de 2006 no hubo elecciones. Hamás ganó muchos adeptos al desafiar el poder de la ANP (Autoridad Nacional Palestina, fundada en el año 1994, luego de los Acuerdos de Oslo, la cual se define como nacionalista y laica). “Hamás se erigió como una alternativa política fundamentalista, como una inyección de religión en la política. Es panislamista”, comenta Julián Schvindlerman.

Hamás decidió, en 2007, expulsar a Al Fatah de Gaza, a través de una lucha violenta, permaneciendo en el poder hasta la actualidad.

En su edición del jueves 13 de noviembre de 2014, el diario El Mercurio publicó un artículo sobre los 10 grupos terroristas más ricos del mundo. En primer lugar se ubica el Estado Islámico con US$2.000 millones en ingresos anuales, seguido por Hamás con US$1.000 millones.

La última guerra en Gaza

El reciente enfrentamiento constituye la tercera campaña militar de Israel contra Hamás. Las anteriores tuvieron lugar en 2008 y 2012, producto de los constantes ataques con misiles hacia el sur de dicho país por parte del grupo fundamentalista.

En junio de 2014 tres adolescentes israelíes fueron secuestrados y asesinados por Hamás que sólo un mes después se hizo responsable del hecho, después de haberlo negado consistentemente. Luego del hallazgo de los cuerpos, seis fanáticos judíos le quitaron la vida y quemaron a un joven palestino. El gobierno israelí reaccionó condenando lo acontecido, los responsables están sometidos a juicio y actualmente están en prisión.

Hamás comenzó a lanzar misiles hacia el sur de Israel y éste atacó por aire objetivos selectivos del grupo islámico, dando inicio a la operación Margen Protector por parte de Israel.

El 8 de julio el gobierno de Benjamín Netanyahu dio inicio a una ofensiva militar terrestre para destruir la vasta red de túneles construidos por Hamás que tenían como misión infiltrar terroristas a Israel, secuestrar y matar a la mayor cantidad de civiles durante el año nuevo judío, Rosh Hashaná.

La citada red constituye una enorme ciudad subterránea con decenas de puntos de acceso ubicados a lo largo de la Franja de Gaza. Hamás utiliza esos túneles como depósitos de armas, tanques, centros de comando y principal medio de transporte para terroristas y armamento, incluyendo lanzacohetes.

Rutinariamente, desde principios de 2014 ingresan a Gaza materiales de construcción desde Israel, destinados a la población gazatí. Para ser exactos, 4.680 camiones cargados con 181.000 toneladas de grava, hierro, cemento, madera y otros materiales, han pasado a través del cruce de Kerem Shalom desde comienzos de año. Hamás podría construir con dichos recursos viviendas, hospitales, escuelas, bibliotecas y más, mejorando la calidad de vida los residentes de Gaza.

Por la frontera entre Israel y Gaza pueden transitar los ciudadanos de este territorio, con los debidos resguardos. A través de este paso ingresan diariamente alimentos, víveres, medicamentos y otros. El bloqueo marítimo se impuso desde que el grupo terrorista Hamás está en el poder. Gaza tiene frontera con Egipto, hoy bloqueada.

Para su protección, Israel activó el sistema antimisiles Cúpula de Hierro, que se ha convertido en el elemento primordial de su seguridad, al interceptar en el aire los misiles lanzados desde Gaza. El artefacto los detecta y dispara otro interceptor para destruirlo en el aire. Esto ha permitido que el número de muertos por parte de Israel sea bajo.

Hamás, en cambio, utiliza civiles, entre ellos mujeres y niños, como escudos humanos, y realiza sus ataques contra Israel desde lugares poblados e instalaciones también civiles, con lamentables consecuencias.

Diversos gobiernos y medios de comunicación a nivel mundial han acusado a Israel de hacer un uso desproporcionado de la fuerza. ¿Qué país del mundo se quedaría de brazos cruzados ante ataques a sus ciudades y a su población?

Hamás busca poner a Israel en el foco de la atención pública, cuando el ejército israelí se ve obligado a responder ante ataques terroristas.

Ante otras atrocidades, como las cometidas en la guerra civil siria, que ha causado la muerte de más de 200.000 personas, la comunidad internacional no reacciona como ante la situación en Gaza.

El gobierno de Israel lanza panfletos en árabe y realiza llamadas telefónicas pidiendo a los gazatíes evacuar ante un inminente bombardeo, con el fin de no causar víctimas civiles.

El portavoz de Hamás difundió el 13 de junio, a través de los medios de comunicación árabes: “hacemos un llamado a nuestro pueblo palestino, en particular a los residentes del noroeste de Gaza. Les indicamos no obedecer al mensaje escrito en los folletos distribuidos por el ejército de ocupación israelí. Hacemos un llamado a que se mantengan en sus casas y hagan caso omiso a las demandas de abandonarlas, por más grave que la amenaza pueda ser”.

Uno de los valores fundamentales del judaísmo es el respeto por la vida humana. En este sentido, es preciso hacer notar que las víctimas israelíes de atentados terroristas son sepultadas con la mayor rapidez posible y el lugar de los hechos es limpiado de trazas de cualquier tipo. Hamás, en cambio, exhibe los cuerpos y alaba la muerte de los “mártires”.

El gobierno de Israel, preocupado por la seguridad de cada uno de sus habitantes, invierte anualmente ingente cantidades de dinero para protegerlos de los constantes ataques con misiles, disponiendo de refugios en lugares públicos, escuelas, hospitales y residencias particulares. Además, instruye a los ciudadanos a respetar las alarmas cuando se detecta la amenaza de misiles.

Respecto a la densidad poblacional de Gaza, que ha llevado a muchos a denominarla “la prisión al aire libre más grande del mundo”, de acuerdo a la publicación US Census Bureau´s 2012 Statistical Abstract, Gaza tenía en 2010 11.542 habitantes por milla cuadrada, es decir, es tan poblada como Gibraltar (11.506) y mucho menos que Hong Kong (17.422) o Singapur (17.723). Ni hablar de Mónaco (39.609) y Macao (52.163).

Hamás, al igual que ISIS (Estado Islámico), Al Qaeda y Boko Haram, son grupos terroristas fundamentalistas cuyo objetivo es eliminar a todos los “infieles” no musulmanes, no sólo judíos, sino también cristianos y de otras religiones, para imponer el islam a nivel mundial. Occidente debe comprender que éste no es un conflicto circunscrito al Medio Oriente, sino una amenaza a la paz mundial.

Otro dato: tanto en Gaza como en diferentes países de la zona, los periodistas extranjeros son privados de la libertad de prensa, muchas veces torturados e incluso degollados. En Israel, en cambio, los profesionales de la información desarrollan su actividad libremente.

¿Qué es Israel?

Es la única democracia del Medio Oriente, con partidos políticos que van desde la extrema derecha hasta la extrema izquierdas. Tiene alrededor de 470 kilómetros de largo y 135 de ancho. Su población, según el último censo de 2013, es de 8.134.100 habitantes, de los cuales 80% son judíos y 17% árabes.
La superficie de esta nación cabe 545 veces dentro de las del mundo árabe.

Cuando se creó el Estado de Israel (1948) la población era de 914.700 habitantes, de los cuales 156.000 no eran judíos. Entre 1948 y 1960 la población inmigrante judía se incrementó en 1.1 millones de personas que llegaron desde países árabes por temor a represalias con motivo de la fundación del Estado judío.

De Yemen llegaron 60.000 personas, de Irak 140.000, de Siria 35.000, de Líbano 5.000, de Túnez 120.000, de Marruecos 400.000, de Libia 150.000, de Irán 200.000 y de Argelia 150.000, entre otros. También emigró la ex comunidad judía de Europa, tras el Holocausto, lo que sumó un cuarto de millón de personas.
Otro flujo inmigratorio se produjo luego de la caída de la ex Unión Soviética, tras la cual muchos judíos de Rusia, Ucrania y Bielorrusia, decidieron emigrar a Israel.

Por último y tras la grave crisis económica que sufrió Argentina en la década de 2000, una gran cantidad de judíos de dicho país emigró a Israel que se ha convertido en el mayor receptor de inmigrantes en el mundo.

Entre sus múltiples logros destaca el tener uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Dentro de éste existen escuelas públicas árabes donde la enseñanza se imparte en dicho idioma y cuyos programas de estudio incluyen contenido religioso islámico.

Israel es considerado el segundo país a nivel mundial en lectura de libros por habitante.

Tiene el mayor número de graduados universitarios per cápita del orbe.

El Estado judío tiene el mayor número de publicaciones científicas per cápita a nivel internacional.

Israel es la democracia más avanzada en cuanto a derechos de la mujer se refiere.

Está entre los seis países con la mayor expectativa de vida en el mundo y garantiza la cobertura médica de todos sus habitantes.

La comunidad judía global ha obtenido el 23% de los premios Nobel.

Israel es el segundo polo más importante en innovación y “startups” del mundo, después de Silicon Valley.

Según el informe 2012 de Coming Clean -indicador global de innovación en tecnologías limpias- Israel obtiene el segundo lugar en este ámbito, después de los Estados Unidos.

A su vez, tiene el tercer puesto mundial en número de empresarios per cápita y el más alto entre mujeres empresarias de más de 50 años.
Los gigantes como Microsoft, Intel, Cisco y otros, han abierto centros de investigación y desarrollo tecnológico en Israel, dando vida, por ejemplo, al sistema operativo Windows XP, las tecnologías Pentium y Centrino de Intel, el famoso ICQ y más. También posee el porcentaje más alto de computadores de hogar por habitante del mundo.

Tiene la tercera fuerza aérea más grande del mundo, después de los Estados Unidos, Rusia y China. Asimismo, cuenta con una gran variedad de aviones de guerra, entre ellos más de 250 F-16, siendo considerada la flota más grande fuera de Norteamérica.

Los científicos israelíes han desarrollado un instrumento de diagnosis para el cáncer de mama totalmente computarizado y libre de radiaciones.

Israel ha desarrollado la primera cámara de video ingestable, tan pequeña que cabe dentro de una píldora. Se utiliza para observar el intestino delgado desde dentro y ayuda en el diagnóstico del cáncer y otros desórdenes digestivos.

Investigadores israelíes han desarrollado un nuevo aparato que ayuda al corazón a bombear sangre; una innovación con el potencial de salvar muchas vidas humanas entre los que padecen enfermedades cardíacas avanzadas. Este nuevo aparato está sincronizado con el trabajo mecánico del corazón a través de un sofisticado sistema de sensores.

Israel es líder en la técnica de riego por goteo y en el uso de paneles solares.

Su aporte al mundo en arte y cultura es ampliamente reconocido.

Todo lo anterior en 66 años de vida independiente, bajo constante amenaza a su seguridad e incluso a su existencia.

El pueblo judío valora cada vida humana y la obtención de la paz, mucho más que una franja de tierra.

Dicha aspiración no es irreal. Israel ha firmado acuerdos de paz con Egipto y Jordania, los cuales implicaron la devolución de territorios conquistados en períodos de guerra, algunos de ellos con valiosas reservas petrolíferas.

Israel desea vivir en tranquilidad junto a sus vecinos y a un Estado palestino libre y próspero, alejado de los fundamentalismos, que reconozca el derecho a existir del Estado judío.

El mundo árabe ve con temor la expansión del radicalismo islámico cuya propagación es un peligro tanto para la estabilidad del Medio Oriente como para la tranquilidad del mundo.

Si se lograra un camino de entendimiento a través de negociaciones entre interlocutores válidos y Hamás fuera neutralizado, se podría concretar la tan anhelada paz.

*Para un análisis exhaustivo de la relación histórica entre las comunidades judía y árabe en Palestina, desde el Siglo XIX hasta el XX, se sugiere consultar la obra “A History of Israel From the Rise of Zionism to Our Time”, de Howard M. Sachar.

( Artículo original publicado en el Anuario «Análisis 2014 «del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile )

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