Un muy mal mes para el BDS

Medio Oriente

Por Evelyn Gordon (*)

«Como no deja de resaltar Gerald Steinberg, presidente de NGO Monitor, uno de los más importantes pasos para presionar a Europa a fin de que deje de financiar grupos israelófobos es mostrar a los políticos para qué se usa realmente ese dinero. Esto puede parecer misión imposible; pero, como escribió Steinberg hace unos días, el año pasado de hecho trajo significativos avance»

Lo único bueno que tienen los antisemitas es que, frente a la célebre proclama obamita, por lo general son irracionales y excesivos. Es así como viene comportándose en fechas recientes el movimiento de boicot, desinversiones y sanciones contra Israel. Sólo en el último mes, ha sufrido tres sonoros y lesivos fracasos.

El primero, por supuesto, fue su éxito al presionar a un festival español de reggae para que desinvitara al cantante judío americano Matisyahu a menos que hiciera una declaración en apoyo del Estado palestino. Matisyahu no se limitó a negarse, lo que le honra; además se aseguró de que el mundo supiera por qué no iba a dar el concierto programado. El subsiguiente clamor popular no sólo hizo que el festival rectificara rápidamente y devolviera a Matisyahu a su lugar en el cartel, sino que expuso la verdad acerca del antisemitismo del movimiento BDS, que ha venido ocultando. Después de todo, Matusyahu no es israelí; le exigieron un pronunciamiento, sólo a él de entre todos los artistas invitados al festival, simplemente porque era judío.

El siguiente se produjo hace dos semanas, a resultas de una la decisión de la poderosa municipalidad de Reikiavik (unos 120.000 habitantes). Tras haber ingenuamente esperado el aplauso por su despliegue de indignación moral, el Ayuntamiento se quedó estupefacto cuando en su lugar recibió un alud de condenas, empezando por la del propio primer ministro islandés, y rápidamente rectificó. Pero, como el periodista de Haaretz Asher Schechter lamentaba, el daño ya estaba hecho: Reikiavik ha dado más pruebas de que el movimiento BDS, frente a la extendida creencia de que sólo tiene por objetivo “la ocupación”, es simplemente antiisraelí.

Finalmente está mi favorita, que ha tenido lugar la semana pasada: la protesta del BDS contra un concierto de Pharrell Williams en Sudáfrica.

Cuando leí acerca de la planeada protesta, no podía creer que el BDS fuera en serio. ¿Un cantante negro americano va a Sudáfrica a tocar para negros sudafricanos y el BDS quiere arruinar la fiesta a sus fans? ¿Sólo porque el patrocinador corporativo de Williams son unos grandes almacenes propiedad de un judío (Woolworths)… que ya boicotea productos procedentes de “los territorios ocupados”? Evidentemente, el BDS no se daba cuenta de lo mal que pintaba eso. Raudamente prometió unos 40.000 manifestantes, “el mayor acto de protesta en la historia de Sudáfrica contra cualquier músico o artista”. Pero hubo de aguantarse con unos tristes 500, pues muchos sudafricanos descubrieron súbitamente que el movimiento BDS quizá no es el mejor guía en punto a moralidad internacional.

Como guinda del pastel tenemos a la banda de la guerrilla judicial, que ha sufrido una embarazosa derrota este mes: tras afanosamente reunir las 100.000 firmas necesarias para forzar el debate en el Parlamento británico de una moción para arrestar al primer ministro israelí, Benjanmín Netanyahu, el propio Legislativo rechazó nada ceremoniosamente tomarla siquiera en consideración sobre la base de que violaba flagrantemente tanto la legislación británica como la internacional en lo relacionado con la inmunidad diplomática.

Todo lo anterior no es sino la punta del iceberg de lo que se podría hacer contra el BDS. Como no deja de resaltar Gerald Steinberg, presidente de NGO Monitor, uno de los más importantes pasos para presionar a Europa a fin de que deje de financiar grupos israelófobos es mostrar a los políticos para qué se usa realmente ese dinero. Esto puede parecer misión imposible; pero, como escribió Steinberg hace unos días, el año pasado de hecho trajo significativos avances:

Bajo el Programa Asociación por la Paz, la Unión Europea no renovó las subvenciones a ONG que promueven el BDS y la guerra judicial, incluso por medio de actividades violentas, lo que supuso el más significativo cambio en unos 15 años. Además, varias embajadas europeas en Israel han reducido o eliminado las subvenciones a ONG contrarias a la paz. Aunque siguen llegando decenas de millones de euros y de libras al BDS, la tendencia es a la baja, por primera vez.

La acción legal es otra herramienta prometedora e infrautilizada. Como escribí el año pasado, el BDS ya ha cosechado grandes reveses en tribunales europeos. Pero el auténtico hito en el ámbito legal, como han apuntado recientemente Eugene Kontorovich y Avi Bell, del Kohelet POolicy Foru, podría ser la batalla de Israel en la OMC contra las sanciones de la UE a los productos procedentes de los asentamientos.

El plan de la UE de remachar el mes que viene una directiva sobre el etiquetado de productos procedentes de asentamientos israelíes es parte de una serie de medidas sobre este asunto. Pero, como advierten Kontorovic y Bell, la UE no ha impuesto medidas similares a otros territorios que considera ocupados, como el Sáhara Occidental o Cachemira, y la OMC prohíbe explícitamente las políticas comerciales discriminatorias. El movimiento para Basurear, Difamar y Satanizar al Estado judío tiene tantas cabezas y es tan venenoso que a menudo parece imbatible. Pero en realidad es tan grande y poderoso porque no tiene a nadie enfrente: como los ejemplos de este mes demuestran, los contraataques funcionan. Ahora es tiempo de incrementarlos y de poner al BDS en su sitio, esto es, a la defensiva.

© Versión original (en inglés): Commentary

© Versión en español: Revista El Medio

Periodista estadounidense residente en Israel. Actualmente escribe en la edición en inglés deHaaretz y en Commentary, entre otros medio

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