El Islam radical se adueña del continente

Medio Oriente

Por Bernardo Ptasevich

AJN/ Llegó el momento tan temido, aunque muchos pensaron que eso no iba a suceder. Si invitas a tu casa y cobijas a otras personas para que vivan en ella, es normal que estas te quieran, te respeten y te cuiden. Pues, no es el caso.

A pesar de la receptividad de Europa con los musulmanes y los islamistas, del apoyo incondicional que les han dado, hoy sabemos que abrir sus puertas de par en par fue un grave error. Así como en tu casa, no dejarías entrar a desconocidos si representan un peligro para tus hijos, Europa debió prever que esto iba a suceder. No se trata solo de los atentados en París, eso es lo más actual y visible de la violencia o el odio que manejan. Basta ver sus manifestaciones en las calles de Londres o Francia ante policías que observan sin actuar. Alcanza con mirar sus rostros llenos de odio, escuchar sus gritos repletos de amenazas, o inventariar los destrozos indiscriminados que dejan a su paso. No respetan ni van a respetar nada, no importa si les diste de comer en tu mano o si ayudaste a su familia. Matar, lastimar, amenazar, romper, quemar, y muchos otros verbos agresivos son el idioma único de los terroristas islámicos. Un problema que se ha ido de las manos haciendo casi imposible ensayar alguna defensa que no contradiga los códigos de la civilización en que vivimos.

No podemos alegrarnos por tener razón

Somos seres civilizados, amamos la vida, la familia, buscamos un futuro. No podemos alegrarnos en lo más mínimo por haber repetido una y otra vez que esto iba a suceder, mientras Europa y muy especialmente Francia se dedicaron a denostar cualquier acción israelí, incluso cuando éramos claramente la víctima y no el atacante. Muchos de sus ciudadanos franceses y judíos que no fueron cuidados ni defendidos tuvieron que emprender un rápido viaje a Israel para resguardarse. Cuando el peligro llega a esos extremos, sólo se piensa en la existencia. Europa se puso del lado de los enemigos. Pensó que de esa forma estaría a salvo, que nadie va a atacar a quien lo defiende. Pero se olvidaron de algo esencial. Los terroristas no tienen pensamientos racionales, no actúan como nosotros lo haríamos.

Estructura mental de un terrorista

¿Qué hay en la cabeza de un terrorista? ¿Qué piensa, cuál es su lógica, que le hace matarse con tal de matar? ¿Existen formas para detectarlos que a su vez permitan ensayar alguna precaución? No hay manera, es imposible. Por eso los actos suicidas son incontrolables y aunque a veces haya indicios, no se pueden evitar. ¿Cómo es la vida diaria de alguien que sabe que va a explotarse en un atentado? Seguro que no es como la de cualquiera, y eso de por sí debería prender algunas alarmas, pero claro, ¿quién puede controlar o hacer un seguimiento de todas las personas del mundo? Estos individuos no van al club, ni a la escuela o la universidad, no hablan con los vecinos ni se muestran en eventos sociales. Su vida está en las sombras, transcurre en la oscuridad, esa que perpetúan en el momento de disparar los explosivos.

El terrorismo es un fenómeno casi inexplicable porque nadie con un poco de razonamiento, de alma o corazón podrá jamás entender lo que son capaces de hacer. Es tarde para buscar explicaciones, el fenómeno es real, existe y es muy peligroso. Lo único que se puede hacer es enfrentarlo. Pero ¿cómo hacer frente a semejante fenómeno ilógico utilizando la lógica?

¿Cómo hacer frente a quienes violan todas las normas de la vida con leyes y normas de gente civilizada? ¿Cómo hacer frente al fanatismo con tolerancia? Es imposible. Los resultados están a la vista. Cada vez más víctimas, de cualquier religión, de cualquier raza y en cualquier punto del planeta. Es terrorista el que utiliza la muerte propia y ajena obedeciendo órdenes de alguien que, o paga muy bien a su familia o los convence que es su misión en este mundo. Ser opositor a un régimen o gobierno no representa de por sí pertenecer al terrorismo.

Las reacciones del poder pueden convertirse en una caza de brujas haciendo terrorismo de Estado si utilizan los mismos métodos y la misma línea de razonamiento. Es difícil definir hoy de qué lado están los terroristas y por eso hago hincapié en que “el terrorismo es la violencia sin límites ejercida para conseguir ciertos resultados”.

Matar por matar, morir por morir, desobedecer todas las normas de la sociedad, menospreciar a la familia, tomar en sus manos la vida de personas a las que no conoce y de las cuales no sabe siquiera cómo piensan. Cuando un terrorista mata, apunta al blanco. No siempre tienen una víctima elegida por lo que hizo o por lo que representa. Necesitan dejar su impronta asesina en los titulares de los medios y convertirse en supuestos héroes por un día. No hay forma de comprenderlo, ni lo intenten.

Si Europa no aprendió la lección, la historia va a repetirse

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Europa parece que lo hará en muchas más ocasiones. Es cierto, se han equivocado sobre el papel que juega Israel en este asunto. Podríamos tomar venganza, pero no es lo que corresponde.

Personas y familias enteras fueron destruidas en los ataques. Por más alharaca que hagan los políticos con sus declaraciones temerarias, el miedo se ha instalado definitivamente en los franceses y no tardará demasiado en traspasar las permeables fronteras europeas. Se trata de una guerra entre la civilización occidental, los valores de la humanidad y el terrorismo islámico, la barbarie y el desprecio por la vida. Es una lucha sin cuartel, donde los terroristas atacan alejados de toda norma ética, de cualquier regla humanitaria y Occidente quiere enfrentarlos con la caridad y la ley en la mano, una ley que solo vale para las personas pero no tiene ningún valor para individuos como los que enfrentamos. Aunque suene duro solo dejando de lado esas leyes se podrá combatir con alguna posibilidad de éxito esta amenaza a la existencia del mundo. No hay forma razonable de que haya algún mínimo cambio. Y entonces ¿por qué esperar? Lo que tenga que hacerse es hoy mismo. Mañana habrá mucho más que lamentar.

El terrorismo crece cada día y nos debilita con cada éxito que obtiene. Se podrán eliminar 10, 20, 30 o cien mil extremistas, pero de nada servirá si no se destruye todo lo que hace que esto sea posible. Las estructuras económicas y financieras, el movimiento de las armas y explosivos, sus ideólogos y líderes. Es un trabajo que debe hacerse de arriba hacia abajo, al revés como se está haciendo. Lo primero es imposibilitar sus acciones.

Nuestras vidas valen demasiado como para seguir pagando con ellas la ineficiencia y las malas decisiones de los gobernantes. Los ciudadanos no podemos actuar ni decidir. Los líderes mundiales, las organizaciones, los ejércitos, todos juntos deben terminar de una vez por todas con esta plaga que pretende la extinción de la raza humana

Fuente: Por Israel

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