Historiador israelí Yuval Harari: imaginando el futuro

Israel

Marilú Ortiz de Rozas

EyN El Mercurio

Uno de los destacados invitados al Congreso del Futuro 2016, este historiador israelí se dio a conocer en el mundo gracias a «Sapiens», un libro de casi quinientas páginas, donde relata la evolución y el porvenir de la humanidad, desde la era de las cavernas hasta la de la bioingeniería, planteando interesantes dilemas. Participará también en Encuentros El Mercurio, el próximo jueves.

La vida eterna planteada como el anhelo supremo del ser humano, para Yuval Harari estamos en un momento crucial de la historia, en el cual los científicos podrán empezar a producir «superhumanos» dotados de amortalidad, cumpliendo el mito de Gilgamesh. Amortal es el humano que no va a fallecer «por causas técnicas», llámese enfermedades o fallas sistémicas, sino únicamente por eventuales accidentes, y cuyos genes habrán sido seleccionados y optimizados. Precisa, además, que si la transformación «de un simio insignificante en el amo del mundo no requirió ningún cambio apreciable en la fisiología (…), otro pequeño cambio sería suficiente para iniciar una segunda revolución cognitiva, crear un tipo completamente nuevo de conciencia y transformar al Homo Sapiens en algo totalmente diferente».

Es ante esta coyuntura que Yuval Harari (Haifa, Israel, 1976) mira a nuestra especie, y eso confiere urgencia y pasión a su relato. Si bien por momentos se excede, y el crítico de «The Guardian» decreta que su libro «Sapiens» a menudo peca de «imprudencia, exageración y sensacionalismo», ni él ni nadie desconocen su atractivo e interesante aporte. Una gran capacidad de síntesis y de relacionar sucesos multidisciplinarios son los fuertes de Harari, lo que sumado a su histrionismo narrativo, su lucidez y su carácter mediático, explican que una obra como «Sapiens» se haya transformado en un éxito de ventas internacional. Traducido a una treintena de idiomas desde su publicación anglófona, en 2014, en español se titula «De animales a dioses. Breve historia de la humanidad», y se encuentra en librerías chilenas bajo el sello Debate, del Grupo Penguin Random House. Publicó recientemente un nuevo libro, «Historia del mañana», en el cual profundiza en su ficción del futuro.

Yuval Harari es uno de los invitados de la quinta edición del Congreso del Futuro, que reúne en Santiago, del 19 al 24 de enero, a unos noventa expositores extranjeros y veinte nacionales, connotados científicos y humanistas de diversas disciplinas, entre ellos, cuatro premios Nobel, un asesor de Mandela en materia sociocultural, Don Beck, o el filósofo británico Anthony Grayling (www.congresodelfuturo.cl)

Harari participará, el viernes 22, en un panel sobre inteligencia artificial en dicho evento y también en Encuentros El Mercurio, el jueves 21.

Hacia la transformación del sapiens

Desde Uruguay, donde actualmente se encuentra, en el marco de una gira latinoamericana, Yuval Harari comenta que «Sapiens» también tiene humor, «porque uno no debe tomarse demasiado en serio a sí mismo cuando aborda una iniciativa tan ambiciosa como esta».

-¿Su afán es brindar una mirada holística al pasado, presente y futuro de la humanidad?

«Definitivamente, trato de abordar la historia completa de los seres humanos, sin limitarme a una u otra disciplina específica. La mayoría de los temas importantes de la historia pertenecen a varias disciplinas simultáneamente, por ejemplo, si se trata de entender por qué los hombres han dominado a las mujeres en la mayoría de la sociedades, esto no es solo una cuestión histórica, sino también sociológica, biológica y económica».

-Usted afirma que estamos en un momento clave de una revolución científica, que es precedida por revoluciones cognitiva y agrícola. ¿Aporta este libro hoy porque sostiene que el sapiens necesita realidades imaginadas para evolucionar?

«En efecto, estamos alcanzando una fase global de la humanidad, en la que nuestro universo se transforma y necesitamos nuevos relatos para entender qué está pasando, para inspirarnos y saber qué hacer. Estamos alcanzando un punto en que vamos a tener que tomar probablemente las decisiones más importantes nunca antes encaradas respecto de la humanidad, decisiones sobre el futuro de la vida misma en el planeta. Realmente, necesitamos pensar en grande, para lo cual requerimos nuevas historias».

-Respecto de los «superhumanos», usted menciona que pronto podrían existir, ¿ha pensado, tal como plantea, en coómo quisiera que fueran?

«La próxima etapa de la humanidad va a implicar una transformación sin precedentes. Todas las evoluciones previas en la historia cambiaron el entorno, el sistema político, el económico o la tecnología, pero los seres humanos conservamos los mismos cuerpos y cerebros que hace diez o veinte mil años. En los próximos cien o doscientos años, las principales transformaciones ocurrirán en los propios seres humanos. Estos, tal como los conocemos, desaparecerán y se convertirán en seres muy distintos, renovados, actualizados. No sabemos exactamente cómo serán y la gran pregunta es cómo quisiéramos que fueran. Al respecto, pienso que, mientras no conozcamos ni entendamos realmente la mente humana, no deberíamos extralimitarnos tratando de optimizarla, porque corremos el riesgo de provocar más problemas de los que resolvamos».

«El principal problema de todos es que, en un nivel profundo de la mente humana, la reacción ante cualquier logro, incluso ante el placer, no es la satisfacción sino el pedir más. Mientras esto sea así, no importa lo que alcancemos, no estaremos contentos».

Habilidades sociales y fraudes históricos

-Usted menciona que las habilidades de los sapiens les permitieron doblegar a todas las otras especies humanas y animales. ¿Cuáles son las principales?

«La más importante es su capacidad de cooperar masivamente. A escala individual, no funcionamos mucho mejor que otros animales: si abandonamos a un ser humano y a un chimpancé en una isla, el primero no se las arreglará mejor que el segundo. Dominamos el planeta porque somos los únicos mamíferos capaces de cooperar a gran escala; los insectos también pueden hacerlo, pero son más rígidos, no pueden modificar su sistema social de la noche a la mañana. En cambio, los humanos pueden adaptarse a situaciones rápidamente, ante el peligro o ante nuevas oportunidades. La conquista del mundo radica en esta capacidad de cooperar masiva y flexiblemente, lo que el ser humano debe a la imaginación, a la habilidad de crear y difundir ficciones».

«Si se examina cualquier cooperación masiva humana, siempre hay en su base una ficción respecto a dioses, nación, dinero o derechos humanos, historias inventadas a partir de cosas que no existen, pero en las que se convencen de creer. Y estas, que cimentan la cultura, han producido la mayor evolución en los seres humanos en los últimos tiempos».

-Respecto de nuestra forma de alimentación, usted sostiene que algunas tendencias actuales provienen de privaciones que sufrieron nuestros antepasados en la prehistoria…

«Existe mucha evidencia de que nuestros hábitos alimenticios están condicionados por situaciones de la edad de piedra. Estábamos acostumbrados a la escasez de alimentos, pero hoy muchas personas viven en abundancia, a lo que sus cuerpos y mentes no se han adecuado, por eso actualmente muchas más mueren por comer demasiado que por inanición. Según las estadísticas, un millón de personas falleció, en 2014 creo, por desnutrición y hambruna, en tanto 3 millones murieron por obesidad y enfermedades asociadas».

-Posteriormente, usted afirma que la revolución agrícola fue un fraude. ¿Por qué?

«Porque los humanos esperaron que la agricultura mejorara su vidas, y en cierta forma lo hizo: dio más poder a las colectividades y pudieron crearse pueblos, reinos e imperios. Sin embargo, la vida del hombre de la base se volvió mucho más difícil. Los campesinos en Egipto o en el imperio inca tuvieron que trabajar mucho más y los humanos no estaban adaptados para las labores agrícolas, que son más duras para el cuerpo y más aburridas para la mente. Además, tuvieron una dieta más pobre que los cazadores-recolectores, puesto que los nuevos campesinos, por lo general, subsistían en base a un solo producto, como el arroz en Asia del Este o el maíz en Centroamérica. Asimismo, estaban mucho más expuestos a enfermedades infecciosas, que se contagiaban de los animales domésticos, en pueblos y ciudades. La agricultura también originó la mayor explotación social de la historia; si antes las sociedades eran igualitarias, con esta revolución se crearon pequeñas elites de reyes, nobles y religiosos que explotaron a grandes cantidades de personas. Por todas estas razones me parece que la revolución agrícola fue un fraude».

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