Lucio Frydman, investigador del Instituto Weizmann de Ciencias en Israel: «La ciencia necesita recursos modestos, pero invertidos en la mejor gente»

Ciencia y Tecnología

Por Martín Romero E, La Segunda

«Cuando se descubrió esto se pensó que no iba a tener nunca ninguna aplicación, que era casi un juguete de los físicos».

La frase es del científico israelí Lucio Frydman, doctor Fisicoquímica y profesor del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel, y da cuenta de la evolución que ha tenido su especialidad: la Resonancia Magnética Nuclear.

Las investigaciones de Frydman,, que participa en el Congreso del Futuro , que partieron en Buenos Aires antes de instalarse en Israel en 2001, se centran en el desarrollo de nuevas técnicas de análisis para la resonancia, una técnica que proporciona la mejor visualización del interior de nuestros cuerpos.

O como dice Frydman con un inconfundible acento argentino, «gran parte de los avances de la medicina en las últimas décadas, vienen de la combinación de mejores diagnósticos de imagen, con mejores intervenciones quirúrgicas. La intervención quirúrgica no puede venir si no está acompañada de un buen complemento radiológico que diga qué hacer, qué es lo que pasa. Son los ojos antes de cortar».

De esto hablará esta tarde —a partir de las 15:30— en una charla en el marco de la segunda jornada del Congreso del Futuro (Salón de Honor del ex Congreso).

Y agrega: «Nosotros, a partir de la resonancia, tenemos que aprender a ver lo invisible, cómo están hechas las moléculas, cómo las proteínas construyen dentro de una célula».

—¿Pero cómo se emprende ese trabajo cuando a los que no somos científicos se nos dice, parafraseando a uno de los personajes más insoportables de la literatura, que lo ‘esencial es invisible a los ojos’?

—La premisa es que las cosas invisibles; la consciencia, el bien y el mal o las emociones están en algún lugar entre el cuello y el pelo. Ahí las estamos buscando, y sin hacer ningún agujero o meter una sonda. Hoy, por ejemplo, podemos ver qué pasa cuando la gente se pone llorar.

Lo que no sabemos es en qué cosiste la emoción misma.

—Hoy en Argentina uno de sus alumnos, Claudio Fernández, está trabajando con la resonancia para encontrar una cura para el Parkinson. ¿En qué otras enfermedades puede ayudar?

—Lo más clásico es que ayuda al diagnóstico de cáncer. Luego todo tipo de enfermedades músculo- esqueléticas (lesiones a tendones y meniscos), derrames cerebrales, y la situación de próstata y ovarios. Lo que Claudio ha logrado desarrollar es el estudio de cómo las proteínas se agregan al cerebro para producir el Parkinson, pero esa resonancia magnética tiene que ver con entender el funcionamiento de proteínas y ácidos, para el desarrollo de drogas farmacéuticas.

«Seleccionar a la mejor gente»

—Hoy el principal órgano de apoyo a la ciencia en Chile, Conicyt, está en crisis. Ha tenido tres presidentes en un año. ¿Desde tu experiencia qué se puede hacer?

—Justo me estaban contando eso. Creo que el modelo científico es más o menos universal y es similar en Israel, Estados Unidos y acá. Necesitas un sistema que identifique la mejor gente. Si lograste que 30 o 40 chicos estudiaran Ingeniería o Ciencias Exactas, luego hay que seleccionar al 20% que tenga la vocación de hacer investigación. Después Conicyt tiene agarrar a esas personas y darles recursos, y no recursos infinitos, la ciencia no necesita recursos infinitos, necesita recursos relativamente modestos, pero invertidos en la mejor gente. Y no les tiene que dejar tranquilos 20 o 30 años.

—¿Y cómo funcionan las cosas en Israel?

—Lo que pasa es que en Israel, al pibe que estudia Física en lugar de llamarlo nerd, le dicen que va a ser millonario. Ese es uno de los secretos: a los niños en la secundaria le tienes que prometer la ciencia es una actividad que desde todo punto de vista desde lo económico a lo emocional te retribuye lo que invertiste.

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