Hoy se cumplen 24 años del atentado a la Embajada de Israel y habrá dos actos conmemorativos

Israel

AJN / Hoy, 17 de marzo , se cumplen 24 años del atentado a la Embajada de Israel en la Argentina (foto), en el cual murieron 29 personas -solo 22 de ellas fueron identificadas- y centenares resultaron heridas, y el alusivo acto central, bajo el lema “Dos pueblos, un dolor. Unidos contra el terrorismo”, se realizará desde las 14 hs., en la plaza seca que lleva el nombre de la sede diplomática, situada en la esquina de Arroyo y Suipacha, donde funcionara la misma al momento de la tragedia.

Este año tendrá una característica particular, ya que más allá de la habitual presencia de un ministro israelí -en este caso, el titular de Educación y de Asuntos de la Diáspora, Naftali Bennett- será la primera ceremonia de este tipo para el gobierno de Mauricio Macri, quien estará representado por la vicepresidenta Gabriela Michetti y varios ministros y funcionarios, incluidos ex referentes de la comunidad judía como los actuales ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, el rabino Sergio Bergman; secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural, Claudio Avruj; y diputado nacional Waldo Wolff.

Como es tradicional, el acto central comenzará con el sonido de una sirena a las 14.47 hs., a la misma hora en que se produjera el atentado, y la lectura de los nombres de los 22 muertos identificados; se depositarán ofrendas florales por parte de funcionarios nacionales, israelíes y de instituciones judías internacionales, dirigentes comunitarios, familiares de víctimas y sobrevivientes; y se pronunciarán discursos alusivos por parte de Michetti, Bennett, un familiar de víctima o sobreviviente y la embajadora, Dorit Shavit.

Los organizadores esperan la presencia de la sociedad en general, para acompañar a deudos y supervivientes, dado que a pesar del blanco seleccionado, la mayoría de las víctimas no perteneció al personal de la embajada ni eran judíos, en una nueva muestra del indiscriminado accionar del terrorismo y el desinterés por la vida humana, independientemente de su origen, credo o nacionalidad.

Basta como muestra advertir que entre los muertos hubo argentinos, israelíes, bolivianos, un uruguayo y otro italiano, ancianas alojadas en un geriátrico ubicado enfrente de la legación, ocasionales peatones y hasta un cura.

En tanto, hoy, miércoles, en el mismo lugar y desde las 20 hs., se llevará a cabo el tradicional evento alusivo organizado por la Mesa de Juventud y AMIA Joven, esta vez con el leit motiv “Activemos la memoria. Desactivemos el terrorismo”.

La causa del atentado a la Embajada de Israel

A diferencia de años anteriores, la citada controversia, que incluyó un cruce entre la mandataria y la Corte Suprema de Justicia, obligó a su titular, Ricardo Lorenzetti, y al secretario letrado a cargo de la investigación, Esteban Canevari, a informar los hallazgos de la pesquisa del expediente S.143 XXIV.

Así, se reiteró que el 17 de marzo de 1992, aproximadamente a las 14.47 hs., se produjo un atentado en la sede de Arroyo 916 y que en la resolución del 23 de diciembre de 1999 el tribunal “tuvo por probado que el hecho fue causado por la explosión de una carga de pentrita y trinitrotolueno que había sido acondicionada en la parte posterior derecha del interior de una camioneta Ford F 100, dominio C.1.275.871”.

“La camioneta había estado detenida en el estacionamiento que la firma Dakota SA regenteaba en Cerrito entre Juncal y Arroyo” y luego “ascendió a la vereda con sus dos ruedas derechas, produciéndose una explosión de considerables dimensiones que provocó la destrucción de la sede diplomática y daños en otros edificios de las inmediaciones y en los vehículos que estaban estacionados en la zona o circulaban por el lugar”, prosiguió el comunicado.

“La existencia del coche-bomba está avalada, entre otras pruebas, por la existencia de un cráter frente al edificio de la embajada, el hallazgo de varias partes del motor del rodado, sobre los que se practicaron diversos peritajes que permitieron ubicar el número del motor y así individualizarlo, diversas declaraciones, etc.”, precisó Canevari.

La Corte atribuyó el hecho al grupo terrorista Jihad Islámica, brazo armado del Hezbollah, en base a cables de la embajada argentina en el Líbano de febrero de 1992 referidos a las repercusiones de la muerte de Abbas Musawi, secretario general de esa organización terrorista, su esposa y uno de sus hijos de ambos; la reivindicación realizada al día siguiente con una solicitada en el diario An Nahar de Beirut; y las declaraciones de diplomáticos argentinos en ese país.

A partir de ello, el tribunal ordenó la captura internacional de Imad Mughniyah, quien dirigía el aparato de seguridad central y exterior de Hezbollah y era el responsable de la Jihad Islámica, para tomarle declaración indagatoria.

Luego se establecieron vínculos entre esa organización terrorista y sospechosos de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y Paraguay, como los hermanos Samuel y José Salman El Reda Reda.

Este último había sido detenido y procesado en Rosario, en 1992, después que se le encontrara documentación y una importante cantidad de dólares falsificados que financiarían actividades terroristas, razón por la cual también se libró una orden de captura en su contra porque se cree que pudo haber sido el coordinador local del ataque.

Mughniyah y El Reda Reda también están imputados del atentado a la AMIA.

“Con posterioridad, la SIDE informó que organismos de inteligencia de otros países le habían comunicado que en junio de 2001 se detuvo en el Reino de Jordania a Hussein Mohamad Ibrahim Suleiman, agente operativo del Hezbollah, quien habría relatado que en 1991 viajó a San Pablo y que a principios de 1992, en Foz de Iguazú, recibió explosivos que transportó a la Argentina en ómnibus disimulados en cajas de alimentos, los que más tarde fueron utilizados para el atentado contra la Embajada de Israel”, reveló Canevari.

“Para chequear esta información se libraron oficios a las fuerzas de seguridad, exhortos a distintos países y oficios a organismos de inteligencia, pero hasta el momento la misma no pudo ser corroborada”, admitió.

El secretario letrado agregó que “también sobre la base de lo informado por el testigo ‘C’ de la causa AMIA se investigó a Jaffar Saadat Ahmad Nia, señalado como un diplomático iraní que sería encargado de la logística en actos de terrorismo” y “se comprobó que estuvo acreditado como agregado civil en la embajada iraní en Brasil entre el 8 de junio de 1991 y el 28 de diciembre de 1993”.

“Según información de inteligencia habría entrado a la Argentina el 16-3-92 y habría salido el 18-3-92”, pero la misma “no pudo ser comprobada hasta el momento e inclusive fue desvirtuada por organismos nacionales”, relativizó.

El 20 de diciembre de 2006 se reiteraron las órdenes de captura, pero el 12 de febrero de 2008 murió Mughniyah en un atentado con coche-bomba en Damasco, tal como certificó la copia del acta de defunción que Interpol remitió a la Unidad AMIA y luego fuera incorporada a este expediente.

“Sobre esa base firme se continúa con la pertinente investigación, para lo cual se ha solicitado la necesaria colaboración internacional”, finalizó Canevari, quien precisó la polémica frase de “cosa juzgada” proferida por el presidente de la Corte en la apertura del año judicial.

Al comunicado puede añadirse que el vehículo fue comprado con dólares estadounidenses que tenían marcas características de las casas de cambio de Biblos, en El Líbano.

A pesar del blanco seleccionado, la mayoría de las víctimas no perteneció al personal de la embajada ni eran judíos, en una nueva muestra del indiscriminado accionar del terrorismo y el desinterés por la vida humana, independientemente de su origen, credo o nacionalidad.

Basta como muestra advertir que entre los muertos hubo argentinos, israelíes, bolivianos, un uruguayo y otro italiano, ancianas alojadas en un geriátrico ubicado enfrente de la legación, ocasionales peatones y hasta un cura.

Por tratarse de una representación extranjera, la competencia originaria le correspondió a la Corte Suprema de Justicia, que en los primeros años casi nada avanzó en la investigación, de la mano del octogenario Ricardo Levene (h) y su secretario, Alfredo Bisordi, y luego, de la composición con “mayoría automática” menemista, encabezada por Julio Nazareno.

Tras diversos intentos por cerrar la causa o adjudicar la explosión a un “autoatentado” o a la presencia de un nunca probado “arsenal” supuestamente escondido en el sótano de la Embajada, recién 5 años después se designó a Canevari, quien empezó a impulsar la pesquisa con mayor responsabilidad.

El cambio de la composición de la Corte en la última década y la designación del fiscal especial José Luis Mandalunis para revisar lo actuado despertó ciertas esperanzas que aún no fueron satisfechas.

Quedan muchas preguntas sin responder, sobre todo la responsabilidad de una “conexión local” y un eventual encubrimiento posterior, además de la increíble anécdota del móvil policial desviado de su recorrido habitual para investigar… el robo de una lapicera en el Palacio San Martín, la sede la Cancillería, lo cual dio lugar a especulaciones sobre una probable “zona liberada” que varios testigos denunciaron.

El único “éxito” logrado por los familiares de las víctimas y los sobrevivientes fue la sanción, por unanimidad, de una ley resarcitoria, que habilitó una indemnización.

El atentado a la Embajada de Israel fue el peor ataque terrorista en la historia de Argentina hasta la voladura de la AMIA el 18 de julio de 1994, que dejó un saldo de 85 muertos y centenares de heridos, y el más sangriento contra una misión diplomática israelí.

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