Orquesta Filarmónica de Israel : Una íntima celebración musical

Chile

Por Álvaro Gallegos, Radio Beethoven

Después de seis visitas en 20 años no serán novedad, pero es indudable que en cada ocasión dejan en Chile una honda impresión. Esta vez no tuvimos que esperar cuatro años para volver a escuchar en vivo a la Orquesta Filarmónica de Israel y su director vitalicio, Zubin Mehta, desde la última vez en 2013. El patrón de cuatro años que usaba la agrupación para sus giras a Latinoamérica se cortó por una razón muy especial, la celebración de los 80 años tanto de la agrupación como del director hindú. A diferencia de las veces anteriores, un solo concierto, más íntimo, pero en un lugar adecuado para la música. Esa fue la ventaja, el gancho, el punto que marcó la diferencia, poder apreciar todo el esplendor del conjunto en un espacio como la gran sala del CA660 de Corpartes, que dista con holgura de las limitaciones del Municipal.

El moderno recinto de Las Condes mostró eso sí su propia restricción, y es el tamaño del escenario, que no permitió que se abordara una obra colosal como la Tercera de Mahler, que la Israel llevará al Teatro Colón este fin de semana, y que originalmente se había pensado para su concierto en Chile. El repertorio que finalmente escuchamos refleja en cierta medida un aspecto que se la ha criticado al conjunto en su propio país y en todo el mundo: su anquilosamiento en términos de repertorio. Si uno revisa sus programaciones de los últimos años, la presencia de obras de los últimos 50 años ha disminuido. Y no solo eso, los compositores israelíes son tocados cada vez menos por esta embajadora cultural de su país. Solo en su primera visita a Chile (1997), la orquesta tocó una pieza de un compositor de Israel, cuando sería esperable que siempre pudiesen mostrarnos más del arte de su propio país.

Dicho eso, era esperable que escucharíamos interpretaciones prístinas, que parecieran casi perfectas, aunque pulidas también por la constante interpretación itinerante. Una ágil versión del Andante Cantabile para cuerdas de Tchaikovsky dio paso al poco escuchado Concierto para Cuatro Cornos de Schumann, una obra que no es para mostrar en giras, la verdad, cuando se podría haber incluido algo que permitiese un mayor lucimiento de la masa orquestal, como por ejemplo “Don Juan” de Strauss, que la orquesta tocará en Buenos Aires. Igualmente no queda más que aplaudir el desempeño de los formidables cuatro cornistas.

Las profundidades de la belleza se alcanzaron con la Sinfonía No.9 de Schubert en la segunda parte, con todo el peso esperable. Mehta muestra su edad, con gestos más calmos y sutiles, a diferencia de cuando hizo, por ejemplo, la Novena de Mahler, hace siete años. El experimentado director dispuso las maderas adelante, frente a él, consiguiendo tintes camerísticos de exquisita belleza, que se balancearon con la fuerza obtenida en los dos movimientos finales. Una vez más, la Israel deslumbrando al público chileno, y por supuesto, tenían que llegar los encores, un emocionante “NIMROD” de las Variaciones Enigma de Elgar, y la Obertura “Las Bodas de Figaro” de Mozart. Entremedio, los sones de “Happy Birthday” y una ovación tanto para la orquesta y para Mehta por sus respectivas ocho décadas. Esperemos que la Filarmónica de Israel siga viniendo muchas veces más, pero ojalá con repertorios más vivos, para que sus visitas no se vuelvan algo rutinario.

 

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