Leon Cohen: “Januca fue el primer grito de libertad protagonizado por un pueblo que como quizás ningún otro ha sido perseguido con tanta persistencia y obsesiva brutalidad”

Chile

Ofrecemos a continuación el discurso del presidente de la Comunidad Judía de Chile, León Cohen pronunciado durante la ceremonia de Januca realizada en el Palacio de La Moneda:

“Lo primero es valorar que una vez más nos encontremos en esta la Casa de Todos, honrados además con la presencia de la Presidenta de la República en esta nueva celebración de Januca, una festividad del calendario judío que traduce la victoria de los Macabeos sobre los helenistas – sirios y la purificación del Templo profanado.  Esta alegre fiesta que alcanza tanto una dimensión divina al recordar que el aceite en el Templo alcanzaba para arder un día y duró ocho, hasta que el nuevo aceite fuera preparado.  Pero también esta festividad tiene una dimensión terrenal pero no menos milagrosa, la supervivencia judía que hace carne la expresión del Profeta Zacarías “No por el poder ni por la fuerza sino por Mi espíritu, prevaleceréis”.

En cada Januca se renueva nuestra fe, tan reiteradamente expresada milenio tras milenio, pese a las expulsiones sufridas, la batalla en el Gueto de Varsovia, la Shoá u Holocausto, entre otros dramáticos acontecimientos que, en tiempos actuales, tienen una nueva versión en la lucha permanente de Israel por su dignidad y legitima existencia.

Januca fue el primer grito de libertad protagonizado por un pueblo que como quizás ningún otro ha sido perseguido con tanta persistencia y obsesiva brutalidad, que no solo no han logrado minar su espíritu sino más bien han reafirmado su coraje, voluntad y convicción de persistir en sus valores y tradiciones, que hoy sustentan los pilares de un judaísmo vibrante y comprometido con la sociedad y con quienes lo forman e integran.

Januca nos entrega un mensaje claro y actual que es válido para todas las minorías más allá del judaísmo: el de la lucha por la diversidad frente a aquellos que buscan la hegemonía a través de la desnaturalización de quienes son diferentes, impidiéndoles mantener su identidad, convirtiéndolos en objetos oscuros y prescindibles, sin trascendencia ni pasado.

Proteger a las minorías en nuestro Chile – somos un país formado por minorías – es una tarea de todos, así como promover como forma de convivencia la concepción bíblica del Levítico “ Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, un precepto que según Maimónides nos ordena amarnos mutuamente tal cual como a nosotros mismos.  Una cosmovisión judía que el sabio Hillel la interpreta con una célebre sentencia contenida en el Pirké Avot –Etica de los Padres- cuando dice:  «Si no yo por mí, quien es para mí, y si yo soy solo para mí, que soy”.

El ser humano no se agota en la satisfacción de sus necesidades individuales, nos dice el escritor Bernardo Kliskberg, afirmando que como individuos debemos trascender y en esa trascendencia está precisamente inserta la preocupación por el otro, indicándonos el camino de la solidaridad, de la cooperación y de la justicia social.

Un país justo es un país noble en el que se respetan los derechos de sus ciudadanos, y a quienes se le debe tender puentes para el acceso igualitario a las oportunidades que ofrece el Estado, con la contrapartida de que estos derechos deban estar ligados a las correspondientes responsabilidades, como las de practicar más que tolerancia y aceptación del otro y de sus particularidades, una actitud de inclusión basada en la humanidad y justicia.

En este sentido queremos destacar muy especialmente el reciente convenio firmado entre el Ministerio Secretaría General de la Presidencia y Enap, destinado a “promover el respeto de la diversidad cultural e interreligiosa en los saludos festivos hacia los empleados y la sociedad civil”. Con ellos se busca “facilitar el diálogo, promover el conocimiento mutuo y la valoración del aporte de cada tradición religiosa a la construcción de una cultura de paz e inclusión en el espacio público”.  Esperamos que este ejemplo sea replicado tanto en instituciones y empresas del sector público como privado.

Esta debe ser una tarea permanente. Por estos días hemos visto cómo la discusión sobre la inmigración se ha tomado el debate público, haciendo surgir expresiones muchas veces inconscientes y desinformadas sobre el enorme aporte que han hecho los migrantes a Chile, gracias a que ha prevalecido una mirada acogedora y solidaria entre nuestros compatriotas.

Alcanzar esta condición, sin embargo, supone superar obstáculos producto de la anidación frecuente de actos discriminatorios que dañan la convivencia nacional, que enturbian las relaciones interpersonales y que crean un ambiente hostil hacia grupos y etnias que reclaman, con justicia, una legislación que los proteja.

Una primera instancia legislativa en esta dirección ha sido la ley de no discriminación que por sus debilidades exige su complementación con una ley que sancione la incitación al odio, cuyo impulso y tramitación estamos esperanzados tenga, gracias al compromiso personal de la Sra. Presidenta de la República, Michel Bachelet, un decisivo avance en los meses que vienen.

Como lo dijimos aquí mismo el año pasado: “No solicitamos un privilegio por ser judíos, ya que la misma protección deben tener musulmanes, hindúes o evangélicos, negros, blancos o amarillos.  Somos hermanos, trabajamos por hacer de esta tierra un país digno para todos.  Coexistir en la diferencia no puede ser un privilegio, sino debe ser un derecho”.

Un avance sustantivo en esta materia sería para esta comunidad un nuevo motivo de orgullo, cuando se apagan los ecos de la celebración este 2016 de los 110 años de vida judía organizada.

En el ambiente de esta fiesta, quiero a nombre de nuestra comunidad entregar los deseos más sinceros de que la luz de Januca ilumine a nuestros gobernantes y todos quienes habitamos esta generosa y hermosa tierra, para que los sueños de un Chile unido y próspero se hagan realidad.   ¡Jag Januca Sameaj!

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