OPINIÓN | Trump-Netanyahu. ¿Estamos ante algo verdaderamente importante? (2)

Israel

Por Elliott Abrams ( *)

 

«¿Será Trump un líder fuerte, rodeado de asesores fuertes y fiables que entiendan Oriente Medio? ¿Es la escenificación actual una fase efímera, o sólo el primer acto de una obra más larga? Las respuestas a estas preguntas determinarán en gran medida si Trump puede cumplir sus ambiciosos objetivos para la paz en Oriente Medio».

 

Al llegar a la Casa Blanca, Netanyahu estuvo a punto de cruzarse con el ya exconsejero de seguridad Michael Flynn, que iba de salida. ¿Quién llevará Oriente Medio en el Consejo de Seguridad Nacional con el nuevo consejero, y cuál será su posición? ¿Quién será el próximo secretario de Estado adjunto para Oriente Medio? ¿Cómo será el equilibrio de poder entre Trump, el nuevo consejero de Seguridad Nacional, Jim Mattis (Defensa) y Rex Tillerson (Estado)? Y para los árabes, una pregunta mucho más crucial: ¿cuál será la verdadera política iraní de la nueva Administración? Uno se imagina una política dura sobre Irán que defienda y satisfaga a los Estados suníes del Golfo y les haga cooperar plenamente en los asuntos israelo-palestinos. Uno también puede imaginar una política que aquellos consideren deficiente y que les ofrezca pocos incentivos para afrontar nuevos riesgos. Hasta que no se hayan formado un juicio sobre el presidente Trump y su Administración, ocultarán cuidadosamente sus cartas.

En la rueda de prensa, Netanyahu dijo mucho más sobre Irán que Trump. Este último sí dijo: “Haré más para evitar que Irán nunca –y digo nunca– pueda desarrollar un arma nuclear”, lo que tal vez sugiere un esfuerzo para ampliar el acuerdo nuclear negociado por la Administración Obama. Pero después de empezar con esa frase, y a pesar de las repetidas alusiones de Netanyahu a Irán, Trump no volvió a pronunciarse al respecto. Esto dejará a Israel y a los Estados árabes con dudas sobre la dirección que va a tomar la política de EEUU.

Respaldar el proceso de paz llevó a Trump a reiterar algo que su Administración había dicho en un par de ocasiones recientes: la expansión irrestricta de los asentamientos israelíes no es buena. Trump le dijo a Netanyahu: “Quisiera que os contuvieseis en el asunto de los asentamientos”. Y añadió:

Creo que los israelíes van a tener que mostrar cierta flexibilidad, lo cual es difícil. Van a tener que demostrar que quieren de verdad llegar a un acuerdo (…) Como en cualquier negociación exitosa, ambas partes tendrán que hacer concesiones. Lo sabes, ¿verdad?

Esto es muy ambiguo, pero enormemente útil para Netanyahu. La victoria electoral de Trump fue vista por parte de la derecha israelí como una apertura de puertas: ahora podrá haber muchos nuevos asentamientos, incluso producirse la anexión de partes de la Margen Occidental. Netanyahu, siempre cauteloso, se había resistido durante mucho tiempo a esas propuestas, pero habría sido mucho más difícil para él si Trump las hubiese aceptado.

Y no lo hizo. Pidió compromiso, flexibilidad y “contención” en la expansión de los asentamientos. El significado de esas palabras será objeto de encendidos debates en Israel, pero le procuran cierta cobertura a Netanyahu. Ahora tenemos un presidente sumamente amistoso, puede decir. ¿Para qué complicarse haciendo parecer que nos aprovechamos de él, o incluso que lo desafiamos, con medidas que van en detrimento de sus planes para una iniciativa de paz regional?

El impacto del deseo de Trump se hizo visible cuando respondió a la pregunta sobre el traslado de la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén, algo que prometió varias veces en campaña. Trump guardó todas las precauciones:

En cuanto al traslado de la embajada a Jerusalén, me encantaría que sucediera. Lo estamos considerando muy seriamente. Lo estamos considerando con gran cuidado, con gran cuidado, créanme. Y veremos qué pasa. ¿De acuerdo?

Se ha publicado que varios líderes árabes han transmitido a la nueva Administración su opinión de que el traslado de la embajada podría provocar disturbios. Esa violencia en las capitales árabes, por sí sola, no supondría mayor problema para Trump. En el contexto de una iniciativa de paz regional, en cambio, los disturbios podrían asustar a los líderes árabes y alejarlos de Israel, cuando lo que necesita Trump es que se acerquen al Estado judío. Por lo tanto, ese “gran cuidado” debe ser sometido a análisis.

Netanyahu fue muy conciso en sus comentarios sobre la paz con los palestinos. Exige dos cosas:

En primer lugar, los palestinos deben reconocer al Estado judío. Tienen que dejar de pedir la destrucción de Israel. Tienen que dejar de educar a su gente en la destrucción de Israel.

En segundo lugar: en cualquier acuerdo de paz, Israel debe tener el control de la seguridad en toda la margen occidental del Jordán. Porque si no lo hacemos, no sabemos lo que pasará; porque, de lo contrario, tendremos otro Estado terrorista islámico en zonas palestinas dinamitando la paz y Oriente Medio.

Sobre la primera exigencia, obtuvo cierto respaldo del presidente Trump, que dijo:

Creo que los palestinos tienen que liberarse de algo de ese odio que se les ha inculcado desde muy pequeños. Se les ha inculcado un odio terrible. He visto lo que les han enseñado. Y aquí también se puede hablar de flexibilidad, pero empieza a una edad muy temprana y en el colegio. Y tienen que reconocer a Israel; van a tener que hacerlo.

Este énfasis en la inculcación del odio podría significar que por fin Estados Unidos va a dejar de pasar por alto lo que se denomina habitual y eufemísticamente “incitación” palestina. Si la Administración Trump consigue que la Autoridad Palestina deje de ensalzar a los terroristas y de inculcar el odio, verdaderamente habrá logrado aproximar las partes a la paz.

Trump no hizo comentarios sobre la segunda exigencia, el control de seguridad en la Margen Occidental, pero puede encajar en su plan de paz regional. Al fin y al cabo, por su temor a Hamás y otras organizaciones terroristas como el ISIS o Al Qaeda, no hay motivos para que los Estados árabes exijan el desalojo de las Fuerzas de Defensa de Israel de la Margen. Seguramente los jordanos no quieran en absoluto mirar al otro lado del Jordán y ver caos o, peor aún, que las tropas de Hamás o a los yihadistas sustituyen a los soldados israelíes.

Suele haber un intercambio de regalos en las visitas oficiales a Washington, que van desde la artesanía a las joyas, pero en la visita de Netanyahu la moneda de cambio fue el apoyo político mutuo. Trump llamó “amigo” a Netanyahu, y dijo: “Bibi y yo nos conocemos desde hace tiempo: es un hombre inteligente, un gran negociador”. También hizo levantarse a la mujer de Netanyahu, Sara, objeto de crítica incesante en Israel, para expresarle su reconocimiento: “Igualmente quiero dar las gracias a Sara, ¿te podrías levantar, por favor? Eres tan encantadora, y has sido tan amable con Melania. Lo agradezco mucho”.

Y Netanyahu habló de “terrorismo islámico radical”, utilizando la terminología preferida del presidente. Además, terminó con unas palabras de las que muchos columnistas israelíes se mofaron inmediatamente: “Conozco al presidente, conozco a su familia y a su equipo desde hace tiempo, y no hay nadie que apoye más al pueblo judío y al Estado judío que el presidente Donald Trump”. Fue desmesurado, sí; pero Bibi no estaba buscando titulares positivos cuando pronunció esas palabras: tenía otro objetivo en mente. Esos reporteros deberían haberse centrado más en el comentario final de la rueda de prensa, que fue la respuesta de Trump: “Muchas gracias. Muy amable. Lo agradezco mucho”.

Así que la visita cumplió su objetivo: poner fin de manera muy visible al periodo de Obama, con sus tensiones, y que los dos líderes empezaran a aparecer como verdaderos amigos y aliados. También demostró que la nueva Administración norteamericana tiene un plan: el enfoque regional de fuera adentro para la paz israelo-palestina. Se quedaron por decir públicamente muchas cosas; por ejemplo, cómo van a abordar Israel y Estados Unidos el problema del programa de armas nucleares de Irán. Y, como he señalado, los árabes –a los que les importa mucho más Irán que los palestinos– y también los israelíes están contemplando la agitación que se vive en Washington con “gran cuidado”, por utilizar la expresión de Trump. ¿Será Trump un líder fuerte, rodeado de asesores fuertes y fiables que entiendan Oriente Medio? ¿Es la escenificación actual una fase efímera, o sólo el primer acto de una obra más larga? Las respuestas a estas preguntas determinarán en gran medida si Trump puede cumplir sus ambiciosos objetivos para la paz en Oriente Medio.

 

© Versión original (en inglés): The Weekly Standard

© Versión en español: Revista El Medio

(*) Diplomático norteamericano. Consejero de los presidentes Ronald Reagan y George W. Bush. Autor de Tested by Zion. The Bush Administration and the Israeli-Palestinian conflict (Cambridge U. Press, 2013)

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