La UNESCO es una organización inmoral y antisemita y los países decentes deberían abandonarla

Antisemitismo, COMUNIDAD

JAI – Guy Millière (*)

El 7 de julio, la UNESCO votó a favor de una resolución que definía la Ciudad Vieja de Hebrón y la Cueva de los Patriarcas como sitios del patrimonio palestino.

Antes de eso, en 2016, se adoptaron dos resoluciones que hacían el mismo tipo de afirmaciones tergiversadoras de los hechos, relativas a la Ciudad Vieja de Jerusalén, el Monte del Templo y el Muro de los Lamentos. Y el año anterior, en 2015, la UNESCO volvió a violar la historia para cambiar el nombre de dos antiguos sitios bíblicos, la Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas, como sitios sagrados islámicos, aunque el Islam ni siquiera existía en ese momento.

Tres días antes de la resolución de este mes en Hebrón, otra resolución, reafirmando las resoluciones de Jerusalén, fue aprobada.

El gobierno israelí reaccionó con indignación. Decidió dejar de cooperar con la UNESCO. Nikki Haley, Embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, dijo que estaba sorprendida y que la decisión no permanecería sin consecuencias.

El resto del mundo ha permanecido en silencio. ¿Cómo sucede esto?

La resolución del 7 de julio recibió el apoyo de una gran mayoría de los países participantes en las deliberaciones. Seis países se abstuvieron. Sólo tres países votaron en contra del texto. Las resoluciones relativas a Jerusalén fueron adoptadas con mayorías igualmente significativas. La votación, reveladora, tuvo lugar por votación secreta.

El propósito de la UNESCO es supuestamente: «Contribuir a la paz y la seguridad promoviendo la colaboración entre las naciones a través de la educación, la ciencia y la cultura, con el fin de promover el respeto universal de la justicia, el Estado de derecho y los derechos humanos y libertades fundamentales que se afirman para los pueblos del mundo, sin distinción de raza, sexo, idioma o religión, por la Carta de las Naciones Unidas».

Lamentablemente, la UNESCO se ha convertido simplemente en un fraude antisemita, gobernado por inventos más que por hechos. Traiciona su misión, falsifica la historia y realiza una campaña de racismo contra el pueblo judío y el judaísmo, y el mundo lo acepta. La UNESCO actúa como un instrumento de propaganda que busca aniquilar la legitimidad de la existencia de Israel y el mundo apoya este comportamiento.

La Autoridad Palestina (AP), que aspira a reemplazar a Israel por sí misma, está detrás de las resoluciones sobre Jerusalén y Hebrón y desempeña un papel clave en la transformación de la UNESCO. La Autoridad Palestina ha defendido y apoyado constantemente el terrorismo y nunca ha dejado de querer destruir a Israel. Permitir que la Autoridad Palestina haya entrado en la UNESCO está teniendo ahora consecuencias graves.

Que el mundo musulmán apoye la transformación de la UNESCO y las resoluciones propuestas por la Autoridad Palestina es previsible. Muchos países musulmanes financian directa o indirectamente el terrorismo y aprueban los objetivos genocidas de la Autoridad Palestina. Una gran parte del mundo musulmán vive mentalmente en una realidad paralela, en la que una “historia musulmana” del siglo séptimo reemplaza la historia fáctica del mundo. El mundo musulmán se considera en un conflicto con el mundo occidental y ve a Israel como un enclave occidental para ser extirpado o al menos suprimido.

Que los países del Tercer Mundo también apoyen la transformación de la UNESCO y estas resoluciones es también previsible. Muchos países del Tercer Mundo están imbuidos de un resentimiento antioccidental que les lleva a concluir que están en conflicto con Occidente y, por lo tanto, deben apoyar las decisiones tomadas por los países del mundo musulmán.

Lo que es preocupante es que la mayoría de los países europeos, con pocas excepciones, acepten estas resoluciones y la transformación de la UNESCO. Siete décadas después del Holocausto, los países europeos actúan como si quisieran destruir todas las pruebas de la existencia de los judíos – y con ella, su propia complicidad. Europa, al mismo tiempo que afirma que tiene el mayor respeto por el conocimiento, pisotea los elementos más básicos del conocimiento. Ningún historiador digno puede negar que Jerusalén -especialmente la llamada Jerusalén Oriental- era la sede de la Ciudad de David; que también son lugares esenciales del pasado bíblico de los judíos el primero y el segundo Templos, que fueron destruidos en 586 AC y 70 AD; el Monte del Templo y el Muro Occidental, Hebrón, la Tumba de Raquel y la Cueva de los Patriarcas.

Las invasiones islámicas de Jerusalén y Judea tuvieron lugar siglos después. Además, aunque Europa afirma respetar los derechos humanos y los derechos de los pueblos, ha sido cómplice en violar el derecho más esencial del pueblo judío: el reconocimiento de su existencia por más de 3.000 años, y el anclaje de esta existencia a sus monumentos sagrados. Peor aún, Europa lo hace en nombre de un pueblo inventado de manera ficticia hace menos de 50 años. Ningún erudito serio puede encontrar un rastro de un “pueblo palestino” antes de los años sesenta. Europa parece haberse quedado sumamente feliz al aceptar esas mentiras.

A pesar de afirmar que es decididamente hostil al antisemitismo, Europa apoya y aprueba decisiones que niegan el carácter judío de los sitios judíos más esenciales, negando así los fundamentos del judaísmo y más aún la existencia de un pueblo judío. A pesar de auto reivindicar su disposición a luchar contra cualquier forma de genocidio, Europa sigue contribuyendo a este genocidio más sutil contra los judíos, detrás del cual no es difícil ver un deseo palestino de verdadero genocidio.

Mientras clama que lucha contra el terrorismo, Europa cumple las exigencias de un movimiento terrorista que ni siquiera se molesta en ocultar su naturaleza terrorista. Cuando Mahmud Abbas habla en árabe, incita continuamente al asesinato de judíos. Recientemente repitió que no dejaría de pagar salarios a los asesinos de judíos, ya juzgados, condenados y encarcelados, y todavía llama a estos asesinos heroicos “mártires”. En todos los mapas utilizados por la Autoridad Palestina y en los libros de texto palestinos, Israel no existe. Está etiquetado como Palestina.

Hace una década, un escritor español, Sebastián Vilar Rodríguez, escribió que Europa murió en Auschwitz. Es posible que tenga razón. En 1945, Europa, el continente del nazismo, estaba en ruinas, física y moralmente. Había provocado una guerra mundial tan horrible -los crímenes cometidos en su suelo eran tan abominables- que no tuvo el coraje de afrontarlos durante más de dos décadas. Europa se reconstruyó afirmando nobles valores de “integración” en lo abstracto, pero sin ninguna idea de adónde podrían conducir.

Como Europa había hecho del nazismo la fuente de todo mal, los líderes europeos, en un intento desesperado por alejar su pasado, llegaron a rechazar el nacionalismo, el patriotismo, todas las identidades nacionales occidentales y ahora, parece, también el esclarecimiento de la Cultura Occidental. La mayoría de los países europeos, para demostrar que habían dado vuelta enteramente la página, abogaron por la paz a cualquier precio y gradualmente cayeron en el espíritu de sumisión.

Los europeos, impregnados de un sentido genérico de culpabilidad, comenzaron a atribuir todo lo que está mal en el mundo a la civilización occidental.

Debido a que habían colonizado partes del mundo musulmán, no notaron que la cultura musulmana había colonizado de hecho a Persia, el Imperio Bizantino, Oriente Medio, Grecia, Chipre, los Balcanes, el norte de África, el sur de España y, más recientemente, el norte de Chipre. Europa ha reescrito la historia.

En los libros de texto de la mayoría de los países europeos, Occidente es descrito casi unánimemente como que ha “saqueado” y “explotado” a los países pobres; no importa que los países pobres hubieran estado durante siglos igualmente saqueados y explotados por el Imperio Otomano. Europa se ha ido abandonando gradualmente a un arrepentimiento exagerado y a la influencia islámica.

En la Europa de hoy, el Islam se presenta inexactamente como imbuido de tolerancia y como habiendo sido “humillado” por Occidente. La esclavitud se describe únicamente como un crimen occidental, a pesar que sigue siendo común en Arabia Saudita, Mauritania, Sudán y en otras partes del mundo musulmán.

En 2014, las Naciones Unidas estimaron que 21 millones de personas siguen “atrapadas en la esclavitud”, un número equivalente a toda la población de Rumania. En Europa, sin embargo, nunca se menciona la esclavitud en el mundo musulmán. El antisemitismo islámico tampoco se menciona. Se lo identifica simplemente como una monstruosidad de “extrema derecha”.

Europa comenzó a enfrentarse al horror del Holocausto sólo a finales de los años 70, cuando se emitió una serie televisiva estadounidense, Holocaust, dirigida por Marvin Chomsky. Un “deber de memoria” fue proclamado. Al mismo tiempo, Europa se estaba volviendo cada vez más anti-Israel – considerado por la sociedad educada una forma respetable de odiar a los judíos.

Los europeos ahora acusan a Israel de “crímenes” con el pretexto de apoyar a la “causa palestina”.

Los europeos no apoyan una ayuda genuina para los palestinos, como la libertad de expresión, más y mejores empleos, los derechos humanos o un gobierno incorrupto; sólo apoyan la idea abstracta de un “Estado palestino”, pero que quiere eliminar a Israel.

La destrucción de Israel, bajo el nombre de “proceso de paz”, se convirtió para los líderes europeos en una manera de demostrar que simpatizaban con el Islam, “entendían” el “delito de Occidente” y buscaban una manera de exonerarse de su culpabilidad con respecto a su tratamiento de los judíos – mientras que, al mismo tiempo, subrepticiamente, continúan socavándolos.

El pensamiento parece ser: si los judíos israelíes supuestamente cometen crímenes similares a los crímenes nazis – lo que es falso – se puede afirmar que cualquiera puede ser un nazi, incluso los judíos; por lo que, en consecuencia, los judíos no son tan inocentes, y por lo tanto merecen todo lo que pueda sucederles.

Israel, el país que los europeos aman odiar, no sólo sirve para encarnar el “delito de Occidente” a los ojos del mundo musulmán; puede ser cómodamente acusado de cualquier cosa sin temor de represalias. Israel también sirve para encarnar lo que Europa rechaza: es un estado-nación orgulloso de su identidad. No se da el lujo de hablar ciegamente de “paz” mientras se somete a sus enemigos.

Al aceptar las decisiones tomadas en la UNESCO, los países europeos, desgraciadamente, avanzan aún más en dirección a la cobardía y a su propia autodestrucción.

El 5 de julio en Varsovia, el presidente estadounidense Donald Trump, recordando los logros de la civilización occidental, observó que la cuestión fundamental de nuestro tiempo es si Occidente tiene o no la voluntad de sobrevivir.

Apenas dos días más tarde se votó la resolución de la UNESCO sobre Hebrón en Cracovia, a menos de 50 millas del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau.

Antes de la votación, Carmel Shama-Hacohen, embajador de Israel ante la UNESCO, señaló que la reunión de la UNESCO se celebró cerca de la fosa común más grande del pueblo judío. Sus comentarios no afectaron a ninguno de los participantes, ni indujeron a nadie en Europa a pensar en la dimensión simbólica de una votación como esa en un lugar como ese. Obscenamente – y en un insulto masivo a la memoria de los que murieron en Auschwitz – un minuto de silencio en memoria de las víctimas del Holocausto fue inmediatamente seguido por un minuto de silencio en memoria de las “víctimas de Israel”.

Los europeos, en otras palabras, participaron en un minuto de silencio por un país libre y democrático que durante siete décadas ha clamado por la paz y un minuto de silencio por un gobierno represivo que promueve y patrocina el terrorismo. Tan falsa equivalencia moral no podría haber sido más esclarecedora.

Europa ha dado la espalda al judaísmo, que trajo las primeras leyes sociales al Oeste, y sin las cuales no existiría Occidente. Al comportarse ignominiosamente hacia Israel y los judíos, y apoyando el odio antijudío arraigado en la causa palestina, encarnada por la Autoridad Palestina.

Europa sigue dando la espalda a todos los valores que profesa encarnar. Uno sólo puede suponer que Europa ha perdido la voluntad de sobrevivir como parte de Occidente. Israel y Estados Unidos, por el contrario, al estar indignados por lo que ha llegado a ser la UNESCO, al menos muestran respeto por los valores que han hecho la grandeza de Occidente. Demostrar el gran respeto por estos valores, sin embargo, todavía implica una decisión que se debería haber tomado hace mucho tiempo: dejar la UNESCO.

Los países que todavía tienen un sentido de decencia no tienen cabida en una organización que se ha vuelto tan corrupta. Los periodistas israelíes atribuyeron la responsabilidad del ataque asesino al Monte del Templo en Jerusalén el 14 de julio a estas recientes resoluciones de la UNESCO, que sólo han envalentonado a los enemigos de Israel a continuar con su intento de genocidio.

La última decisión de la UNESCO -definir a Jerusalén como “palestina” y supuestamente como “ilegalmente ocupada “- ha llevado a los enemigos de Israel a concluir que la UNESCO ha dado la luz verde de la legitimidad a los ataques en Jerusalén o Hebrón. Sobre la base de las decisiones fraudulentas de la UNESCO, ¿quién puede culparlos por pensar eso?

(*) Guy Millière, profesor de la Universidad de París, es autor de 27 libros sobre Francia y Europa.

Fuente: Por Israel

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