10 ideas para compartir en el Séder de Pésaj

COMUNIDAD, Judaísmo

1. Debemos considerar los 15 pasos del Séder como 15 escalones de una escalera cuyo objetivo es elevarnos espiritualmente. En una ocasión le preguntaron a Rav Abraham Itzjak Kook: «¿Quién está en un mejor nivel espiritual, el que está en un escalón bajo de la escalera espiritual o el que está en un escalón alto?»

Él respondió: «Depende en qué dirección se esté moviendo la persona. Si la del escalón inferior está ascendiendo y creciendo día a día, está viva y comprometida a nivel espiritual. Por otro lado, si una persona está en un escalón alto pero va en descenso, perdió su entusiasmo espiritual y puede seguir hundiéndose».

2. Le preguntaron al Rebe de Viznitz por qué al quemar el jametz también se acostumbra a quemar la vela utilizada en la búsqueda del jametz. No hay ninguna razón para sospechar que haya jametz adherido a ella. Él respondió: «Esa vela se usó con un solo objetivo: buscar el jametz. Una vela cuya única razón de ser es buscar lo negativo debe ser quemada».

3. ¿Por qué a la noche de Pésaj se la llama la noche del Séder? Esto alude a que todo lo que nos pasa no es coincidencia ni casualidad. En realidad, lo que experimentamos en la vida tiene un séder, un orden, incluso cuando no nos resulta obvio. Dios supervisa nuestras vidas. Esta verdad la descubrimos en la noche del séder (Maharal de Praga).

4. El grandioso maestro jasídico Rav Levi Itzjak de Berditchev preguntó por qué la Torá llama a esta festividad la «Fiesta de las matzot», Jag hamatzot, pero nosotros la llamamos Pésaj. ¿Cuál es la razón de esta discrepancia?

Rav Levi Itzjak explicó que esos términos representan el amor que Dios siente por el pueblo judío y el amor que el pueblo judío siente por Dios, donde cada uno reconoce plenamente al otro por su acto de amor y fe.

Pésaj muestra la fe que Dios tiene en nosotros al saltear los hogares del pueblo judío en Egipto y elegirnos para ser Su pueblo. En reconocimiento a esto llamamos a la festividad Pésaj, para mostrarle a Dios nuestra gratitud por Su gentileza y bondad. Al seguir a Dios hacia el desierto, el pueblo judío demostró una fe inquebrantable en su Creador. La Torá le llama a la festividad Jag hamatzot, la festividad de las matzot, sugiriendo que Dios “aplaude” al pueblo judío y reconoce su grandeza y su fe en Él al ir al desierto. Dios prefiere llamar a la festividad por el nombre que acredita al pueblo judío por su fe y lealtad.

De esta forma, los dos nombres de la festividad reflejan la fe eterna de Dios en Israel y la de Israel en Dios. Sin esto, no nos hubiese sido posible sobrevivir hasta la actualidad.

5. El Séder comienza con una invitación para que los necesitados se unan a nuestra mesa. Este es un acto de bondad y tzedaká. Rav Abraham Itzjak Kook enseñó que comenzamos el Séder de esta forma porque en el momento en que fuimos liberados de la esclavitud pudo emerger nuestra verdadera esencia. En el instante en que revivimos la historia de nuestra liberación, realizamos el acto que más nos caracteriza como pueblo: alimentar a los hambrientos.

6. Con las antiguas palabras arameas del texto de la Hagadá convocamos a unirse a nuestro Séder a kol dijfin, a todos los hambrientos. A continuación convocamos a kol detzarij, a todos los necesitados. Esta segunda invitación no se refiere sólo a quienes necesitan comida, a ellos ya los invitamos con la primera frase. En cambio, aquí invitamos a quienes están solos, a quienes necesitan compañía y amistad. Los judíos, que fuimos esclavos en Egipto y sufrimos en manos de incontables opresores, lamentablemente conocemos bien la sensación de estar desamparados y abandonados. En la noche del Séder abrimos nuestra puerta con calidez y amor para recibir a todos los necesitados (Rav Iosef B. Soloveitchik).

7. ¿Por qué al comenzar el Séder partimos la matzá? Rav Iosef Soloveitchik sugirió que rompemos la matzá para emular la conducta de nuestros ancestros en Egipto. Quienes tenían más alimento, partían su pan y lo compartían con quienes tenían menos. Iájatz, el acto de partir la matzá al medio, simboliza el jésed, la bondad. Incluso bajo las condiciones más difíciles, los judíos fueron misericordiosos y compartieron sus magras raciones con sus hermanos y hermanas.

8. «En toda generación debemos vernos a nosotros mismos como si hubiéramos salido de Egipto». En general se entiende que esto significa que en la noche del Séder debemos imaginarnos que salimos de Egipto. Rav Kook entendió esta frase de otra forma y le dio un significado más contemporáneo: «En toda generación, cada persona debe ver cuál es su rol en la redención de Israel y de la humanidad». Egipto fue sólo el comienzo del proceso, la redención continúa en cada generación. Cada uno es responsable de cumplir un rol único y de contribuir para que llegue ese gran día.

9. La Torá dice que la plaga de oscuridad fue tan severa que «una persona era incapaz de ver a quien estaba a su lado». El Jidushei Harim dice que la peor plaga es cuando no logramos ver a nuestros hermanos que están abandonados o sufriendo dolor; cuando no logramos acercarnos a ellos.

10. Daieinu, la amada canción del Séder, culmina con las líneas: Si nos hubiera traído al Monte Sinaí y no nos hubiese dado la Torá, habría sido suficiente. ¿Qué sentido tiene ir al Monte Sinaí y no recibir la Torá?

Rav Levi Itzjak de Berdichev dice que la respuesta yace en lo que ocurrió en los preciosos momentos previos a la entrega de la Torá. Todas las personas presentes se abrieron tan sincera y profundamente a Dios y a la Torá que pudieron descubrir que la Torá, la voluntad de Dios, ya estaba implantada en sus mentes y en sus corazones. La Torá está en cada uno de nosotros. El problema, dice Rav Levi Itzjak, es que a menudo nos preocupan tanto las superficialidades de la vida que nos impiden mirar hacia el interior y descubrir lo que es realmente significativo y correcto.

Fuente: Aish Latino

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