Masiva marcha en París para condenar el asesinato de una sobreviviente del Holocausto

Antisemitismo, COMUNIDAD

JAI

Miles de personas se manifestaron en París, Francia, para decirle “basta” al antisemitismo luego del salvaje asesinato de Mireille Knoll, una mujer judía que tenía 85 años y que había sido sobreviviente del Holocausto.

El viernes pasado, fue asesinada en su domicilio parisino por dos musulmanes que querían robar. Uno de ellos gritó «Alá es grande» mientras la mataba. Fueron once cuchillazos a una indefensa anciana que sufría de parkinson. Después la quemaron, al grito de “Allaluh Akbar”. Están detenidos desde el lunes.

Mireille Knoll vivía en una modesta vivienda social del distrito XI. Un vecino del inmueble, de 29 años, condenado por violación y robo, solía hacerle compañía. Ella lo quería “como a un hijo”. Este sujeto había salido hace poco de la cárcel tras cumplir condena por asaltar sexualmente a una niña de 12 años. Con un amigo, un vagabundo de 21 años con numerosas condenas por robo, también musulmán, planearon asaltar el piso de la anciana. «Pensaron que por ser judía tendría dinero», dijo el ministro del Interior, Gérard Collomb.

No fue un incidente aislado. Hace un año, en el mismo distrito de París, una mujer judía de 65 años, Sarah Halimi, fue apaleada y defenestrada por un vecino musulmán que gritó: «He matado al diablo». Ayer mismo, el local de la Unión de Estudiantes Judíos en la universidad de La Sorbona apareció saqueado y lleno de pintadas antisemitas. El antisionismo de parte de la izquierda, el antisemitismo habitual en la extrema derecha y el odio a los judíos frecuente en la comunidad musulmana se combinan hasta crear «un ambiente decididamente hostil», según el CRIF (Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia).

La multitud, mayoritariamente silenciosa y con pocos carteles y banderas, llenó a partir de las seis y media de la tarde la plaza de la Nación, y desde allí, por el boulevard Voltaire, desfilaron hacia el edifico donde vivía Knoll. Era una concentración casi improvisada —la marcha de convocó 48 horas antes— pero significativa. Expresaba una mezcla de hartazgo y miedo por el goteo de crímenes del que han sido víctimas los judíos franceses en años recientes, a los que se suman los atentados yihadistas que, en algunos casos, se han dirigido específicamente contra judíos. Las llamadas marchas blancas —en París y otras ciudades francesas— también querían ser una señal fuerte de la solidaridad de todo Francia con los judíos, que representan un 1% de la población.

«Han matado a nuestra madre», «Mireille sólo era amor» y «Juntos plantemos cara al antisemitismo. Tenemos un deber de memoria», se leía en algunas de las pocas pancartas. «Es escandaloso que cosas así puedan ocurrir en el siglo XXI», dijo una manifestante, Sandra Debasc.

El CRIF convocó la marcha de ayer e hizo saber que ni el Frente Nacional, de ultraderecha, ni Francia Insumisa, de extrema izquierda, eran bienvenidos, por tener en sus filas a numerosos antisemitas. El hijo de Mireille Knoll, sin embargo, dijo que nadie había de ser rechazado. Marine Le Pen, presidenta del Frente Nacional, y Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, acudieron a la convocatoria. Ambos fueron abucheados. Los representantes de Francia Insumisa, empujados, se retiraron. Marine Le Pen insistió en permanecer, protegida por la policía. La clase política se volcó. El presidente Emmanuel Macron acudió «a título personal» al entierro de la anciana, oficiado por la mañana. El primer ministro, Édouard Philippe, invitó a los familiares al palacio de Matignon. La alcaldesa socialista de París, Anne Hidalgo, el secretario general de Los Republicanos, Laurent Wauquiez, y varios ministros marcharon cerca de la cabecera. La manifestación, convocada sin consignas, se desarrolló en un ambiente tenso. Por la presencia de Le Pen y Mélenchon y sobre todo por la crispación de la comunidad judía francesa, la mayor de Europa. «Volvemos a estar bajo amenaza», dijo una mujer judía que participaba en la marcha. Matanzas como la de Toulouse en 2012 o la de un comercio judío de Montrouge en 2015, por parte de yihadistas, y disturbios antijudíos como los de Sarcelles en 2014 han marcado la última década.

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