Siria, un infierno en la Tierra, columna de Shai Agosin en Cooperativa

ANÁLISIS / OPINIÓN, Chile, COMUNIDAD, Medio Oriente

Así llamó el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres a la situación de Guta, ciudad siria que ha estado sufriendo un recrudecimiento de ataques que han dejado  más de 500 muertos, 127 de ellos niños. Guta ha estado sitiada desde 2013. Sus habitantes viven sujetos a bombardeos, y son víctimas de muerte por inanición o falta de atención médica.

Se trata de una masacre que el régimen de Bashar al Assad justifica por tratarse de una zona controlada por facciones rebeldes asociadas al yihadismo, desde donde se lanzan morteros contra la capital, Damasco.

Con ello, Assad golpea a su población civil, que sufre bombardeos, muertes y heridos, además de escasez de alimentos,  medicamentos y servicios básicos.

Los intereses de países de la zona y potencias internacionales, que luchan por poder e intereses geoestratégicos, generan esta tragedia, esta masacre, esta crisis humanitaria.

Los múltiples países y movimientos son entre otros el gobierno ruso de Vladimir Putin,  principal aliado de Assad, que ha destinado asistencia y cuantiosos recursos para apoyar al líder sirio. En estos días la ONU ha informado que además Corea del Norte le estaría proporcionando materiales para desarrollar armas químicas.

Por otra parte están los organismos multilaterales y otras entidades que revelan la gravedad de la situación. La ONU pidió  una tregua, sin embargo el régimen sirio continuó con el bombardeo de Guta Oriental “el último enclave rebelde”, como lo llaman.

Amnistía Internacional ha dicho que estos bombardeos aéreos, que han incluido al menos siete hospitales, son crímenes de guerra.

Asimismo, el Papa Francisco llamó a un cese inmediato de la violencia en Siria que permita el acceso a la ayuda humanitaria y la evacuación de los heridos y enfermos.

Es tan grave la situación que la BBC  ha informado que muchas mujeres en Siria “han sido víctimas de la explotación sexual por parte de hombres encargados de entregar ayuda en nombre de la ONU y organizaciones benéficas internacionales”.

De 90 mujeres y niñas en Daraa y Quneitra, un 40% habrían sufrido violencia sexual cuando estaban recibiendo servicios. Esto se conoce ahora pero se afirma que se trata de un hecho ignorado durante siete años. 

Se trata de un país que lleva siete años en guerra, con un balance de al menos 400.000 muertos, equivalente a la población de Antofagasta.

Más allá de declaraciones y llamamientos, falta voluntad, falta ayuda concreta para responder al sufrimiento de los civiles sirios. En este sentido cabe destacar a países que sí se han movilizado para ayudar a la población civil. Israel por ejemplo – considerado por Siria como máximo enemigo – atiende en un hospital militar israelí a niños enfermos o heridos por los ataques.

Como en otras oportunidades, el mundo ha guardado el silencio. Aunque sea difícil dimensionar los alcances de esta guerra civil, es necesario despertar la conciencia sobre un conflicto que ha durado años, ha devastado ciudades y terminado con la vida de cientos de miles de personas.

No podemos cerrar los ojos a esta tragedia que ha transformado a Siria en un infierno en la Tierra.

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