Holocausto: es deber recordar
Chile, COMUNIDAD
Por Gerardo Gorodischer.
El sábado 27 de abril numerosos judíos de la localidad de Poway (California) acudieron a la sinagoga Jabad para celebrar el último día de la Pascua judía. Entonces, un hombre armado entró al lugar y abrió fuego, dejando a un muerto y tres heridos.
El hecho se produjo seis meses después del ataque en la sinagoga de Forest Hill, Pittsburgh, donde fueron asesinadas 12 personas. En ambos casos los atacantes gritaron: «Todos los judíos deben morir».
El de Pittsburgh, considerado el incidente antisemita más letal de la historia de Estados Unidos, fue uno de los de dos mil actos antisemitas ocurridos en el mundo en el 2018, según la Liga Antidifamación, y donde Chile es parte de esa estadística.
En enero del 2019 el Eurobarómetro mostró que el 40% de los europeos no judíos consideraban que el antisemitismo había aumentado.
La escritora española Pilar Rahola explicó el fenómeno así: “El monstruo del antisemitismo ha vuelto con furia…nunca se marchó, porque es tan resiliente, que incluso existe allí donde nunca vivió un judío o donde los exterminaron a todos”.
El Holocausto determinó la pauta del mal absoluto, por tanto, sus lecciones históricas debieran convertirse en un código cultural que promueva la enseñanza de valores humanísticos, la democracia, los derechos humanos, la condena al racismo y las ideas totalitarias.
Respecto a Chile, hoy, el Día del Recuerdo del Holocausto, hago un llamado a aprobar la Ley contra la Incitación a la Violencia, que está en el Parlamento. No solo por los judíos, las minorías, los inmigrantes, la diversidad, sino porque tener una legislación así nos dignifica y honra como chilenos.
Como Comunidad Judía, nos sentimos responsables de combatir esos fenómenos, pues conocemos sus consecuencias y tiene relación con lo que conmemoramos hoy: seis millones de judíos asesinados por una la ideología de odio.
Nuestro deber es levantar la voz no sólo por esos seis millones de judíos, sino también por nueve millones de almas no judías, que también fueron exterminadas: es decir, por todos los que no sobrevivieron para contarlo. Somos la última generación que podrá escuchar los testimonios de los sobrevivientes y la primera generación que deberá educar sin ellos. No somos quienes debemos perdonar. Pero sí, quienes no debemos olvidar. ( Fuente: Cartas a la dirección El Mercurio 2 mayo 2019 ).