De la COP25 al COVID19

COMUNIDAD, Opinión

Por Marina Rosenberg , Embajadora de Israel en Chile
Aunque es algo temprano para predecir cómo será exactamente el mundo tras la crisis del coronavirus, no cabe duda que habrá fuertes cambios económicos, sociales, políticos, sanitarios y también medioambientales.

Me quiero referir inclusive al tema medioambiental, que ha sido parte del discurso público durante los últimos años en el mundo y en Chile, país que encabezó la última COP25, trasladada de emergencia a Madrid.

Lo primero que salta a la vista es que la paralización económica y la reducción en el uso del transporte aéreo, marítimo y terrestre han generado a una rebaja significativa en las emisiones globales de gases de efecto invernadero, es decir, el virus ha logrado en poco tiempo lo que no pudieron hacer los seres humanos en varios años.

Pero dado que la reducción de emisiones obedece a una situación accidental, parece difícil que se pueda mantener en el tiempo cuando retorne la normalidad, pues la meta central de los líderes mundiales seguramente será rehabilitar la economía lo más rápido posible, incluso a costa de relajar la normativa ambiental.

Peor aún podría ser un eventual retroceso en la financiación climática, que está relacionada en gran medida con la ayuda financiera por unos US$100 mil millones anuales que los países desarrollados brindan a los países en vías de desarrollo, y que en el actual escenario no sería extraño que concentre el interés de los países que necesitan capital para hacer rodar sus economías.

Esta situación podría verse agravada por la incapacidad práctica de la comunidad internacional para continuar movilizándose en el esfuerzo conjunto de combatir la crisis climática, ya que varios tratados y acuerdos, incluido el Acuerdo de París, establecen calendarios que quedaron sobrepasados por la situación de facto y que serán difíciles de cumplir.
Y las propias reuniones multilaterales para abordar la crisis climática, que probablemente son las que mayor número de participantes convocan, ahora quedarán en suspenso por la situación sanitaria, afectando la posibilidad de hacer coincidir en un espacio de información, conversación, debate y toma de decisiones a actores gubernamentales, privados, académicos, y sociedad civil.

En todo caso, cabe destacar que el problema de la crisis climática ya está instalado, e incluso si mañana, por algún evento inesperado, las emisiones de gases de efecto invernadero se detuvieran por completo, la crisis climática continuará, porque la energía térmica almacenada después de años de emisiones incontroladas no se disipará en décadas.
En otras palabras, vamos a superar la crisis que ahora está causando la epidemia de coronavirus, pero la crisis climática continuará e incluso empeorará. Por eso parece de primera importancia alentar una economía sostenible, energías renovables y eficiencia energética, protegiendo los ecosistemas y los espacios abiertos.

Durante estas semanas se ha visto un profundo cambio de hábitos para adaptarnos a la crisis. Hemos bajado el consumo, nos estamos acostumbrando a trabajar desde casa, ya no viajamos o viajamos menos… En fin, una serie de conductas que también podríamos adoptar a cierto nivel en nuestras vidas, por el bien del medio ambiente.

La actual crisis del coronavirus podemos verla también como una oportunidad para crear una realidad sustentable, que le dé espacio al ser humano y a sus necesidades, en coexistencia con la naturaleza y el medio ambiente.

La humanidad está cambiando, y eso requiere una mirada más holística, que considere al ser humano y la naturaleza como partes de un solo todo. ( Fuente: El Mostrador ).

Suscríbete a nuestroNEWSLETTER

Ingresando tus datos aquí, y recibirás noticias y novedades de CJCH en tu mail.