¿Reconsidera la Unión Europea su hostilidad hacia Israel?

COMUNIDAD, Opinión

Melanie Phillips (*)

¿Ha alcanzado la Unión Europea su punto de inflexión en referencia al tema Israel? O para ser más precisos, ¿pondrán de una buena vez los europeos final a la patrañas sobre la propuesta israelí de extender su soberanía a ciertas partes de Judea y Samaria?

 

La Unión Europea ha estado considerando aplicar medidas punitivas en contra de Israel si este sigue adelante con lo que sus críticos en Occidente denominan “anexión de los territorios ocupados de Cisjordania”.

 

Varios estados miembros, encabezados por Francia junto a España, Italia, Holanda, Irlanda, Suecia, Dinamarca, Polonia, Bélgica y Luxemburgo piden se implementen posturas mucho más duras.

 

Las medidas a considerar incluyen apoyar cualquier acción de las Naciones Unidas contra el plan de “anexión”; un apoyo público a los procedimientos contra Israel que actualmente tienen curso en la Corte Penal Internacional de La Haya; e incrementar el boicot a los asentamientos de varias maneras, junto a un mayor apoyo financiero para los palestinos.

 

La Unión Europea y Gran Bretaña sostienen que Israel ocupa ilegalmente los territorios en disputa y que sus asentamientos en el lugar equivalen a transferir población hacia esos territorios en violación a la Convención de Ginebra.

 

Esta es una manera muy seria de leer erróneamente las leyes del derecho internacional. Israel no “ocupa” tales territorios. Según la ley, ocupación solo puede ocurrir si el territorio le pertenece a un poder soberano, lo cual tal situación nunca sucedió aquí; y un estado también puede aferrarse al territorio que se sigue utilizando con fines beligerantes en su contra.

 

También la Convención de Ginebra interpretó erróneamente el caso, ya que los israelíes que habitan estos territorios no fueron transferidos sino que se trasladaron al lugar por su propia voluntad.

 

La animosidad contra Israel por parte de la Unión Europea y Gran Bretaña es de larga data. Reformulemos esto: la animosidad contra Israel por parte de la clase política e intelectual europea y británica es de larga data.

 

A pesar de que la Unión Europea y Gran Bretaña condenan a Israel por “ocupar ilegalmente territorios”, no lo defienden ante la mala voluntad de las Naciones Unidas y respaldan los pretenciosos fallos en su contra en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea; sin embargo, estos comercian con Israel a niveles cada vez mayores al igual que dependen fuertemente de este en áreas clave de apoyo militar e inteligencia.

 

Por lo tanto, mientras difaman a Israel en la corte de opinión mundial, estos países de manera simultánea han aprovechado al máximo su genialidad para su propio beneficio. Desean perjudicarlo – pero no tanto como para perjudicarse a sí mismos.

 

Su hostilidad es el producto de tres factores: prejuicios anti-judíos históricos e inextirpables; su incapacidad patológica de lidiar con una culpa colectiva debido al Holocausto; y la percepción de que sus intereses han sido durante décadas, puestos en el mundo árabe.

 

Sin embargo, ahora, algo mucho más interesante ha estado ocurriendo que hará socavar esta animosidad colectiva.

 

En el año 2004 la Unión Europea se expandió para incluir a una serie de países poscomunistas de Europa central y oriental, tales como Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia.

 

A diferencia de Europa occidental, estos países demuestran amistad con Israel. Esto no se debe a que sus poblaciones estén libres de prejuicios anti-judíos o que estos estados estén libres de culpa debido al Holocausto. Al contrario, Europa central y oriental poseen una profunda y terrible historia arraigada de antisemitismo católico, pogromos anti-judíos y atrocidades en contra de los judíos tanto durante como después del Holocausto.

 

La amistad extendida por estos países hacia Israel es por lo tanto, aún más sorprendente. Una razón importante es que, al reaccionar contra su reciente experiencia de haber sufrido de opresión impuesta por los soviéticos, estos están determinados a afirmar una vez más su identidad nacional histórica.

 

Ellos como países tienen que hacerlo ante una ortodoxia liberal de que la nación occidental es fundamentalmente racista, explotadora y peligrosa y que debe ser reemplazada por instituciones transnacionales como las Naciones Unidas o la Unión Europea.

 

Estos ex-países comunistas se unieron a la Unión Europea porque creían era de su interés económico hacerlo. Sin embargo, se puede ver el profundo abismo filosófico entre dichos países y el monolito europeo.

 

Ya que la Unión Europea fue fundada con la idea – en concordancia con la creencia progresiva de que Occidente es fundamentalmente un ente malvado y que el nacionalismo conduce directamente al fascismo – de que la independencia del estado nación europeo tuvo que ser erradicada.

 

Esa es otra de las razones por la cual la Unión Europea siente tanta hostilidad hacia Israel, el paradigma estado nación que posee una identidad cultural y nacional tan fuerte – y peor aún para una Unión Europea que posee una antipatía neurálgica a las acciones militares, cuya gente se encuentra preparada para combatir y morir para defender a su nación.

 

Esta es precisamente la razón por la cual los antiguos estados comunistas, sumamente ansiosos por conservar su independencia y sus recién obtenidas libertades, se identifican fuertemente con Israel y sienten tal afinidad por el país.

 

Algunos otros países que también han experimentado un resurgimiento en su espíritu nacional comparten tal afinidad.

 

En febrero pasado, seis estados miembros europeos, incluyendo Italia, Hungría, Austria y la República Checa, frustraron con éxito la condena propuesta por la Unión Europea al “plan de paz” del Presidente Trump. Las declaraciones en política exterior de la Unión Europea deben contar con el acuerdo de los 27 estados miembros.

 

Sin embargo, algunas de las medidas hostiles consideradas acerca de la “anexión” no requieren un consentimiento unánime. Sin embargo ¿cree de verdad la Unión Europea que todavía es de su interesa ir tras esta venganza?

 

Se ha informado que la Comisión de la Unión Europea está considerando propuestas para incluir a Israel en una serie de proyectos de financiación y cooperación en las áreas de educación y ciencia con alta importancia académica y de investigación.

 

Y existen indicios de que la Unión Europea vacila sobre su castigo a Israel. A comienzos de este mes, luego que el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea discutió su respuesta a las acciones de soberanía que pudiera tomar Israel, su Alto Representante para Asuntos Exteriores Josep Borrell fue muy cauteloso en su manera de expresarse.

 

El problema dijo, era complejo, al igual que las sanciones contra Israel. Aunque algunos estados miembros deseaban considerar la manera de prevenir tal “anexión”, “eso no significa que lo haremos mañana”.

 

Además, cuando se le preguntó si la acción propuesta por Israel era similar a la anexión a Crimea perpetrada por Rusia, este dijo que había una diferencia entre anexarse territorio que le pertenece a un estado soberano y el de los palestinos.

 

Así las cosas y proviniendo de una funcionaria de la Unión Europea, tal declaración a lo obvio se encuentra solo a un paso significativo de predecir su habitual malabarismo legal.

 

No sería para nada sorpresivo que la Unión Europea se encuentre ahora recalibrando exactamente en dónde se encuentran sus intereses. El apoyo a los palestinos en el mundo árabe ha colapsado; Arabia Saudita y otros estados del Golfo necesitan urgentemente de Israel y Estados Unidos para poder derrotar a Irán.

 

El único apoyo a la causa palestina proviene ahora de una alianza pautada por liberales en Occidente, Irán y otros estados y tiranías rebeldes. ¿Es realmente una alianza de la cual la Unión Europea puede sentirse orgullosa?

 

Tomar medidas punitivas contra Israel también lo expondría a la ira del Presidente estadounidense Donald Trump. Y todo esto dentro del contexto al catastrófico impacto causado por la pandemia del Covid-19, que amenaza con terminar de hundir la salud económica europea e incluso puede que acelere la desintegración de la Unión Europea en su totalidad.

 

Si Israel, con su superior historial científico, tuviese ya una vacuna o un antídoto efectivo contra el coronavirus, ¿pondría realmente en peligro la Unión Europea su propia capacidad de beneficiarse por ello?

 

Sin embargo, por el momento, la ya generalizada furia por la propuesta extensión de soberanía israelí constituye meramente en boxear contra un contrincante imaginario. Nadie sabe siquiera los detalles precisos de los territorios involucrados porque parece ser que estos aún no han alcanzado un acuerdo final.

 

Si todo esto se convierte en una propuesta concreta, la Unión Europea y el Reino Unido tendrán finalmente que decidir cuál será su manera de reaccionar. Y en ese preciso punto, descubriremos si lo impensable realmente ha sucedido y si verdaderamente el mundo cambió.

 

(*) Melanie Phillips es periodista, locutora y autora británica. Su columna semanal, que actualmente aparece en El Times de Londres, ha sido publicada a lo largo de los años en los diarios The Guardian, Observer, Sunday Times y Daily Mail.

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