Purim y la reina Esther

COMUNIDAD, Mundo Judío

Ester y Mardoqueo escribiendo la primera carta del Purim – Aert de Gelder, 1675. Colección Hirsch, Argentina – Foto: Wikipedia – Dominio Público

Por David Alejandro Rosenthal

Hadassah, una belleza de otro mundo, así como el mirto que tiene un olor agradable, pero carece de sabor. El mirto se asocia con la pureza, la fidelidad, la fecundidad, así como Hadassah en un sentido puro amaría a su pueblo, sería fiel a él y daría posteridad a Israel. Sin embargo, se le conoce como Esther, que es mirto también o estrella del desierto, así como Esther fue una estrella en el desierto para el pueblo hebreo. Hashem por medio de Esther ratifica su pacto con los hijos de Yaacov y por medio de Benjamín, su hijo menor –con Rachel–; pues Esther era de esta tribu junto con Mordechai. Asimismo, Mordechai descendía del rey Saúl y fue quien reivindicó a este con respecto al triunfo sobre Agag, en esta generación contra los agagitas de Hamán.

 

Hamán representa el mal en este mundo y el odio contra el pueblo judío, tal como Agag rey de los amalecitas o amalequitas se había constituido como enemigo de Israel y su fin era el exterminio de los hijos de Abraham. Pero Esther no lo permitiría, así como no lo permitieron sus ancestros. Esta “estrella de la noche” que era Esther, la mujer más bella de su generación fue criada por su primo Mordechai que representa el bien, en contraposición con Hamán y que representa junto a Esther el amor por su pueblo, un amor puro, real y tangible.

El exilio en Babilonia, hubiese podido ser el fin de la nación de Hashem (del reino de Judá), pues la asimilación y los ataques a los judíos por su diferencia espiritual, hubiera podido terminar en la disolución del pueblo.

Esther era tan hermosa que captó la atención del rey Asuero de forma inmediata. Pero, Esther no solo era bella de figura y hermosa de apariencia, también era de corazón humilde y su fe en D.s era infinita. Es particular el caso de Esther incluso en este sentido, pues la belleza física en el ser humano puede convertirse en presuntuosidad y soberbia, pero este no era el caso de Esther o Hadassah.

La providencia divina de Hashem hacia su pueblo está demostrada de forma implícita en la historia de Esther y Mordechai, desde un principio y hasta el fin, se puede percibir como la Shejiná -la Divina Presencia- que demuestra la chispa divina que irradió a Esther; ya que, la restauración del mundo debe ser perpetrada no por quienes viven fuera de él o a distancia, sino por quienes están dentro de él, gozan de él, lo comprenden y lo conocen.

Del mismo modo, la historia de Esther nos demuestra su sabiduría, esa sabiduría que Hashem le otorga y que de ella depende hacer un buen uso. Esther se convirtió en reina, lo que significaba todo tipo de privilegios para ella e independientemente de todo, hubiese podido escoger su beneficio personal sobre el de los demás, utilizando una inteligencia solo para sí misma, es decir, egoísta. Empero, fue sabia de verdad, prefirió arriesgar su vida para salvar la vida de Mordechai y la de todo su pueblo. Primó un sentido mayor a un sentido personal.

Así bien, el malvado Hamán pereció en su intento de exterminio de los judíos y Mordechai y Esther dieron la posteridad a sus hermanos, la paz y la armonía necesaria como preparando el camino al mundo venidero. Que el relato de Esther sea aprehendido por nuestra generación y por las siguientes, para que los milagros en ÉL nombre del Eterno sigan evidenciándose hasta la llegada del Mashiaj.

Suscríbete a nuestroNEWSLETTER

Ingresando tus datos aquí, y recibirás noticias y novedades de CJCH en tu mail.