Lag Baomer, una fiesta polifacética

COMUNIDAD, Mundo Judío

Itongadol
Con la salida de las estrellas hoy, jueves, los judíos de todo el mundo comenzarán los festejos, que se extenderán hasta el jueves, de Lag Baomer, una fiesta polifacética que remite a tres acontecimientos acaecidos en el siglo II: recuerda una muerte, el cese de muchas otras y una rebelión que terminó en trágica derrota.
La principal figura de esta festividad es rabí Akiba, quien está vinculado con esos tres hechos.
Akiba era un hombre pobre e ignorante que recién a los 40 años comenzó a estudiar Torá y, gracias a su capacidad, esfuerzo y perseverancia, se convirtió en uno de los más grandes sabios y maestros de la historia del pueblo judío.
Ya consagrado y reconocido, el rabino encabezó una academia de estudios de la Torá que llegó a contar con más de 24.000 alumnos en toda Éretz (Tierra de) Israel.
Rabí Akiba centraba su enseñanza en el famoso concepto de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, el cual inculcaba a sus discípulos.
Pero estos malinterpretaron el significado de esa lección, y en su amplia sabiduría y concepción del servicio a D’s con sinceridad y devoción comenzaron a tener disputas y a faltarse el respeto entre sí de un modo peculiar: todos creían conocer cuál era la mejor forma de servir a D’s y querían convencer a sus compañeros de seguir su camino, sin advertir que eso llevaba a no respetar la diversidad individual de sus condiscípulos, en la búsqueda de uniformizar la práctica religiosa.
A esta obsesión se adjudica el comienzo de una epidemia que diezmó a los estudiantes de rabí Akiba a lo largo del período de la cuenta del ómer, una medida de cebada que se ofrendaba en el Templo de Jerusalem desde el segundo día de Pésaj, dando comienzo a la cosecha en Éretz Israel.
D’s prescribió que se contaran siete semanas completas hasta la festividad de Shavuot, que es cuando se entregó la Torá en el monte Sinaí, razón por la cual el ómer se extiende por 49 días.
La citada plaga terminó el 18 de íar, el día 33 de esa cuenta en el año 134, lo cual dio lugar al nombre de la festividad: Lag Baomer, 33 (valor de las letras lamed y guímel según el código de la guematria) en el ómer.
La gran cantidad de muertos y padecimientos sufridos por los discípulos de rabí Akiba llevaron a considerar días de duelo a aquellos que componen la cuenta del ómer, con prohibición de casarse, hacer fiestas o cortarse el pelo, por ejemplo.
Este pesar se interrumpió en Lag Baomer, que pasó a ser un día festivo, si bien laborable.
El más destacado de los alumnos de rabí Akiba fue rabí Shimón bar Iojái, un gran erudito que se adentró en la más profunda comprensión de la Torá hasta alcanzarla poco antes de morir, precisamente en Lag Baomer.
Se dice que tenía el don especial de “ver” los asuntos de la Torá hasta su raíz última.
Por ello, el movimiento jasídico llama a esta jornada “Matán shel Pnimiut HaTorá”, el Día de Entrega de la Profundidad de la Torá, la cual rabí Shimón bar Iojái presentó en el “Zóhar”, el libro base de la Kabalá.
Antes de morir, éste ordenó que el aniversario de su deceso fuese recordado con alegría, dado que había cumplido su misión en el mundo.
Finalmente, Lag Baomer recuerda una improbable victoria de la rebelión judía contra el imperio romano en 132, que fue apoyada por rabí Akiba, quien alentó a sus alumnos a sumarse.
La misma fue liderada por Bar Kojba, un hombre de cualidades y fuerza inigualables, pero también arrogante, característica ésta que explicaría la dura derrota en que terminó su revolución, que costó la vida de casi todos los judíos que habitaban Éretz Israel.
Lag Baomer no tiene preceptos, más allá del levantamiento del duelo -lo cual lleva a que mucha gente espere a este día para cortarse el pelo, hacer fiestas e incluso casarse-, pero sí costumbres.
La principal tiene que ver con el encendido de fogatas, que tiene diversos significados según la procedencia.
Los más religiosos vinculan el fuego con la sabiduría de rabí Shimón bar Iojái y se reúnen alrededor de fogatas para cantar, bailar y pronunciar alabanzas en medio del estudio de la Torá.
Miles de personas hacen eso en Merón, cerca de Tzfat (Safed), donde se encuentran enterrados rabí Shimón y su hijo Elazar y donde se encerraron durante años en una cueva para estudiar tranquilos.
Los menos religiosos también dedican las fogatas a contar la historia de la rebelión de Bar Kojba y evocar las antorchas que se encendían en las cimas de las montañas para anunciar las victorias parciales a lo largo del país y la Diáspora.
Y algunos aprovechan el fuego para cocinar o incluso quemar muñecos que refieren a opresores del pueblo judío a lo largo de su historia.
Otra de las costumbres son las excursiones escolares y el juego con arco y flechas, que remite a los elementos que los alumnos de rabí Akiba llevaban a los bosques para simular que iban de caza y encubrir que el verdadero objetivo era estudiar Torá en secreto, ya que ello estaba prohibido por los romanos.

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