Yo vi el juego cruel y egoísta de Hamás en Gaza

COMUNIDAD, Medio Oriente

Radio Jai

El autor es corresponsal de prensa extranjera por la Radio Polaca. Este artículo fue redactado en el año 2014. Lo volvemos a compartir por su gran pertinencia.
Pasé un mes en Gaza durante la operación Margen Protector fue uno de los peores y más letales meses que he visto en mi vida. La realidad era mucho más complicada de lo que se ve desde la segura distancia de Europa o Estados Unidos.
Hamás es culpable de un juego cruel y egoísta contra su propio pueblo. No tengo pruebas contundentes, pero para mí, pasar un mes en medio de este infierno, era obvio que estaban violando normas internacionales de guerra y lo peor de todo, no tenían miedo de usar a sus propios ciudadanos como escudos vivientes.
El primer incidente ocurrió tarde en la noche. Yo estaba en el baño cuando oí un ruido de cohetes fuerte y mi colega español, un periodista que estaba alquilando un piso conmigo, cerca de la playa de Gaza, empezó a gritar. Quería encender un cigarrillo y se acercó a una de las ventanas abiertas. En el momento en que estaba usando su encendedor, vio una bola de fuego en frente de sus ojos y perdió su audición.
Por lo que nuestros vecinos nos dijeron más tarde, un hombre llegó en una camioneta a nuestra pequeña calle. Colocó un lanzador de cohetes fuera y disparó. Pero el cohete no pudo ir hacia arriba y voló a lo largo de la calle a nivel del suelo por un largo tiempo antes de destruir un edificio. Fue un milagro que nadie resultara herido o muerto.
Cuando nos calmamos comenzamos a analizar la situación. Se hizo evidente que el hombre quería que las Fuerzas de Defensa de Israel destruyeran las casas de civiles. Y precisamente de eso estaba llena la pequeña calle, de civiles.
Quienquiera que fuese, Hamás, Iz al-Din al-Qassam o de otros, ellos sabían que el ejército israelí puede devolver el golpe en el mismo lugar desde el que se disparó el cohete. Afortunadamente para nosotros, el cohete no alcanzó su objetivo en Israel.
La segunda historia sucedió al medio día. Yo estaba sentado con otros periodistas en un café fuera de uno de los hoteles cerca de la playa. En tiempos de guerra, estos hoteles están ocupados por la prensa extranjera y algunas ONG. Cada hotel está lleno y en sus cafés muchos periodistas pasan su tiempo para discutir, escribir, editar historias o simplemente recargar los teléfonos. De repente vi a un hombre disparando un cohete de entre los hoteles. Era obvio que nosotros los periodistas nos convertiríamos en un objetivo. Si el ejército israelí hubiera decidido devolver el golpe, todos estaríamos muertos. ¿Qué haría Hamás? No sería sorprendente escuchar acerca del “cruel matanza del régimen sionista contra periodistas libres, inocentes e independientes”.
Para mí, esta provocación también estaba utilizando de forma premeditada, escudos humanos.
Mientras yo estaba entrevistando a la gente en las calles de Gaza, no pude conocer a alguien que hablara algo distinto de la propaganda oficial. Pero algunos palestinos, cuando estaban seguros de que el micrófono estaba apagado, me dijeron que ya no podían soportarlo, pero que tienen miedo. Nadie se atrevería a decir públicamente que Hamás está creando un infierno dentro de Gaza. Pero también estaban preguntando “¿y si no es Hamás?” El gobierno de la Autoridad Palestina no tendría ninguna autoridad allí. Así que, si no es Hamás, dicen, no podía ser alguien mucho peor. “La elección es entre el mal y el mal, no hay más”, dijo uno de ellos.
La realidad es mucho más complicada de lo que se puede ver desde la distancia.

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