¿A quién perjudica Amnistía Internacional con sus falsas acusaciones de «apartheid israelí»’?

Antisemitismo, COMUNIDAD, Opinión

Marcha de Amnistía Internacional celebrada en Washington. (AP)

Kenneth Jacobson *
En un mundo en el que son habituales las críticas al Estado de Israel y a sus políticas, el informe recién publicado por Amnistía Internacional destaca por su carácter ofensivo y destructivo.
Llegando incluso más allá de informes problemáticos como el de Human Rights Watch, que calificó falsamente la política israelí en Cisjordania de «apartheid», en un informe publicado la semana pasada Amnistía Internacional llegó a calificar al propio Israel de podrido hasta la médula y nacido en el pecado original.
Sus argumentos se fundamentan en la propuesta de que un Estado judío es, por definición, ilegítimo. Con ello ignoran la historia y la realidad, tanto que uno queda perplejo.
Israel surgió porque se reconoció la conexión milenaria de los judíos con la tierra de Israel y porque la masacre de seis millones de judíos en el Holocausto dejó claro –de la manera más horrible– que los judíos necesitaban un hogar propio. La resolución de las Naciones Unidas en 1947 reconoció esas conexiones y derechos judíos, y también los derechos de los palestinos que vivían allí.
Por ello abogó por dos Estados para dos pueblos, una decisión que Israel aceptó pero los palestinos y árabes no.
Además, Israel, en su Declaración de Independencia reconoció la complejidad de un Estado judío con una minoría árabe, por lo que su enunciado defendía tanto el carácter judío del Estado como la protección de los valores democráticos para todos sus ciudadanos. En otras palabras, la fundación de Israel, en lugar de nacer en pecado, buscaba el respeto tanto para el carácter judío del Estado como para sus minorías.

Celebración del Día de la Independencia en Israel. (Yoav Dudkevitch)

Como todos los países, Israel no siempre ha estado a la altura de esos ideales. Hay muchos factores que intervienen en esa historia, incluyendo la ambivalencia de la minoría árabe respecto de vivir en un Estado judío o, en algunos casos de liderazgo, la falta de voluntad para aceptar su legitimidad. Además, el hecho de que durante gran parte de su historia Israel haya estado en guerra con los Estados árabes y que los palestinos sigan rechazando su existencia complica la situación dentro de Israel.
Nada de esto es excusa para que Israel no haga lo mejor por sus ciudadanos árabes y, de hecho, Israel está avanzando en esa dirección, proporcionando una gran financiación gubernamental para mejorar las oportunidades de empleo y educación de los ciudadanos árabes de Israel.
Sin embargo, reconocer las lagunas en la consecución de los ideales de Israel está muy lejos de demonizar esos mismos ideales. Afirmar que Israel mantiene un sistema de apartheid hacia sus ciudadanos árabes, cuando no hay ninguna prueba que lo respalde –los árabes en Israel tienen plenos derechos: el derecho a votar, el derecho a ser representados, el derecho a estar representados en la Knesset, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a seguir sus creencias religiosas y a vivir según sus propias normas religiosas–, revela un prejuicio contra la idea misma de un Estado judío. Es como si Amnistía dijera que, si existe un Estado judío, éste tiene que ser racista.
Amnistía ignora el hecho de que el judaísmo no es simplemente una religión, sino una identidad que implica una historia colectiva, una identidad colectiva, una conexión con una tierra, una lengua y una narrativa. En otras palabras, una identidad nacional no diferente de la de cualquier otro pueblo. Y la responsabilidad de cualquier nación, además de expresar la identidad de esa nación, es proteger los derechos de todos sus ciudadanos… cosa que Israel hace.

Judíos caraítas rezan en Israel. (Judaísmo Caraíta Universal de Israel)
Sin embargo, además de su destructiva distorsión de la historia y la realidad, el informe de Amnistía abre consecuencias potencialmente negativas para los judíos que viven en todo el mundo y para las posibilidades de avanzar en las ya estancadas esperanzas de paz entre israelíes y palestinos.
Utilizar términos como apartheid y limpieza étnica para describir a Israel puede alentar a quienes buscan dañar a los judíos a actuar de acuerdo con sus creencias. En mayo de 2021 vimos cómo la ira por las acciones de Israel condujo directamente a ataques antisemitas en Estados Unidos y en otros lugares. En el entorno actual, una representación tan extrema de Israel podría desencadenar otros ataques. Sólo eso es razón suficiente para condenar lo que Amnistía ha hecho.
Y uno no puede evitar contrastar las esperanzas de una región mejor encarnadas en los Acuerdos de Abraham con los viejos y cansados ataques a la legitimidad del Estado judío que representa el informe de Amnistía. Uno ofrece un futuro mejor para todas las partes en la región, incluidos los palestinos; el otro ofrece acusaciones rancias y destructivas que perjudican la imagen pública de Israel, pero perjudican mucho más a los palestinos al reforzar su filosofía de rechazo que ha contribuido a tanto sufrimiento y dolor.
Amnistía Internacional ha perjudicado a la población del Medio Oriente y a su propio compromiso con los derechos humanos.
(*) Kenneth Jacobson es vicedirector nacional de la Liga Antidifamación (ADL). Puede seguir a la Liga en español en Twitter: @ADL_es.

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