En tierras ajenas yo me vo murir. A 530 años de la expulsión de Sefarad, una perspectiva artística e histórica

COMUNIDAD, Mundo Judío

Luis Huitron, Enlace Judío
A 530 años de la expulsión de Sefarad. El 31 de marzo de 1492 los reyes de Castilla y Aragón expulsaron a los judíos de sus territorios. La decisión fue la última de una serie de resoluciones que la corona castellana venía aprobando desde varios siglos atrás.
Para este momento, la población judía había sido mermada por una serie de ataques a las diferentes juderías, quizá la embestida de 1391 encabezada por el fraile Fernando Martínez fue la más grotesca de todas. De las más de doscientas aljamas o barrios judíos censados hacia 1390 en Castilla, solamente sobrevivían veintitrés para el año de la expulsión.
Otro factor determinante fue la serie de ordenanzas que en unos casos invitaron y en otros obligaron a la conversión de los judíos al cristianismo.
Tampoco ayudó la imposición de las Leyes de Ayllón, mismas que restringían el derecho de tránsito, de comercio y de interacción de judíos con cristianos. En suma, la expulsión de 1492 fue el fallo definitivo que terminó con más de mil quinientos años de vida judía en la península.
Pero aunque las poblaciones de las diferentes aljamas caminaron rumbo a los puertos y fronteras, quedaban en tierra ibérica las huellas de una presencia milenaria. El mundo judío que se estableció en las dos potencias, la cristiana y la musulmana, echó raíces en la parte que le dejara vivir, ya fuera la Barcelona aragonesa o la Granada de los Nazaríes.

Artesonado de la Sinagoga del Tránsito, Toledo, España, s. XIV. Imagen de albanecar.es
Todas ellas fueron transformadas en templos cristianos después de los ataques de 1391y hasta la expulsión un siglo después.
Tan solo en Sevilla quedó en la memoria colectiva que las iglesias de la Santa Cruz, Santa María de las Nieves y San Bartolomé el Nuevo, fueron anteriormente sinagogas de las otrora florecientes aljamas sevillanas.
En Almería se encuentra uno de los vestigios arqueológicos que argumentan históricamente la antigüedad de los judíos en esas tierras, la matzevá de una niña, misma que reza: “Aquí yace Annia Salomonula, de un años cuatro meses y un día. Judía”; esta lápida data del siglo III antes de la era común.

Matzevá de Annia Salomonula. Fuente: Sfarad.es

En Segovia, la capital regia de Castilla en tiempos de Isabel, aún se conserva la traza de la sinagoga principal, hoy convertida en la iglesia del convento de las monjas clarisas. El artesonado del templo y las arquerías señalan la zona del rezo y la tribuna de las mujeres.
En Toledo se encuentran dos joyas de la arquitectura sefaradí, las sinagogas de Santa María la Blanca y del Tránsito, ambas elevadas hacia inicios del siglo XIV y que, tras los ataques a las juderías fueron transformadas en iglesias.
Particularmente el artesonado de la Sinagoga del Tránsito sigue sorprendiendo por la complejidad técnica, misma que reúne los saberes gremiales de los madereros cristianos, musulmanes y judíos. Otro saber fue el del Rambam, el gran Maimónides que fuera médico, consejero, filósofo y rabino.

En Aragón, el Monte de los judíos aún conserva su nombre “Montjuic”, en el que se encontraba el panteón y parte de la aljama de Barcelona, misma que fue destruída y las lápidas y piedras de los edificios fueron reutilizadas para los caminos cristianos.
El día de hoy, el Museu d´ Historia de Barcelona resguarda la colección más grande de Hagadot para Pesaj que pertenecieron a los más de 150 asentamientos urbanos judíos del reino de Aragón.

Piezas documentales de gran preciosismo artístico que reúnen las técnicas de los manuscritos iluminados medievales.
Representaciones de la salida de Egipto acompañadas de las kearot y de cada uno de los alimentos que se posan en ellas. El maror, matzá, karpás, beitza, jaroset, zroa y jazeret son elementos que aparecen una y otra vez acompañados de figuras animales y humanas. Mi favorita, la Hagadá de los Pajaritos.

Fojas de la Hagadá de los Pajaritos. Imagen tomada de Findinterestingplaces.com.

Faraones medievales, mesas con la liturgia del séder de pésaj, conejos, reyes y letras con hojas de oro son otros de los múltiples elementos artísticos que adornan cada una de las hojas. Documentos con gran carga histórica, ya que son narraciones que exaltan la libertad en un momento de deportación.
La vida judía en el Imperio Otomano se vio enriquecida por las familias sefardíes que fueron bien recibidas por los hermanos mizrahim. De tal manera que las comunidades marroquíes, egipcias y medio orientales se vieron beneficiadas por la llegada de los sefarditas. Salónica, Esmirna y Estambul fueron solo algunas de las ciudades que vieron florecer a miles de familias sefardíes que se desarrollaron manteniendo la lingua de los muestros, el ladino. Las kantikas y los dishos guardaron el saber de las y los antepasados, entre ellos los míos.
En Amsterdam se desarrollaron comunidades de judíos sefardím que sobrevivieron a las nuevas matanzas colectivas y conversiones forzosas de Portugal, y floreció una comunidad, misma de donde salieron los primeros colonos que viajaron al Caribe Holandés a fundar comunidades en Recife, Curazao e incluso Nueva Amsterdam que décadas más tarde cambiaría su nombre a Nueva York.

Emanuel de Witte, Interior de la Sinagoga de Amsterdam, Imagen tomada de Wikicommons.

Esta comunidad sefardí-portuguesa-flamenca levantó orgullosa su gran Snoga, que aún hoy en día sigue en pié, alta y regia al ser la primera gran sinagoga legal del mundo europeo moderno. Esta comunidad vio nacer a Baruj Spinoza.
Ellos son quienes arribaron al nuevo continente para fundar virreinatos como el del Pirú o el de la Nueva España. La presencia judía llegó a tierras remotas como el Tucumán o el Cuzco, cruzó las serranías hasta llegar a Santafé de Bogotá.
Por otro lado, la presencia judía arribó con Cortés a las costas de Veracruz y se adentró en la fundación de Puebla, Monterrey, Mérida, Guanajuato y la Muy Noble Leal e Imperial Ciudad de Méjico.
Esta presencia sefaradí se disfrazó de devota católica y se tornó minera, comerciante, hostalera y hasta cocinera. Se arraigó en comunidades fuertes que fueron lideradas por mujeres, las que transmiten el judaísmo, las que enseñaron cuando el rabino Morales no se daba abasto. Apellidos como Carvajal, Bautista, Contreras, Ovando y Núñez entre otros, se asentaron en las calles de la antigua capital novohispana, calles como Jesús María, donde cuatro siglos después arribarían más judíos con nuevos sueños.
En los lugares donde surgió el Colegio Israelita, la Sinagoga Monte Sinaí, Nidje Israel, o donde nació Margo Glantz ya habían existido siglos antes un minian y una jebrá kadishá conformada por mujeres, mismas que cuidaban el kashrut en tiempos de la inquisición. Un panteón judío clandestino en el antiguo convento del Carmen, una sinagoga en la casa de Tomás Treviño de Sobremonte y, más lejano, una mikve en el pueblo de Acamixtla, hoy Juliantla.

500 años de Presencia Judía en México. Imagen de Enlace Judío

A medio milenio de la fundación de la Ciudad de México, tuve la fortuna de formar parte del comité encargado de la conmemoración de los 500 años de Presencia Judía en México. Reunimos a los mejores especialistas académicos de diferentes disciplinas. Lanzamos proyectos mediáticos como cápsulas, un periódico y un documental. Tuvimos el apoyo de instituciones comunitarias nacionales e internacionales.
Existió el reconocimiento de autoridades gubernamentales y felicitaciones de gobiernos y comunidades extranjeras. Montamos tres exposiciones que mostraron, desde objetos intervenidos por artistas contemporáneos, hasta los lamentos de los hermanos Carvajal que agonizaron entre las llamas de las inquisiciones pintadas por Goya, mismas que contrastaban con la luz en la mirada de sus descendientes fotografiados en gran formato dentro una habitación llena de luz y sentimientos encontrados.
Cerramos el mes de eventos con poesía, historia, danza, cante y, lo más importante, un rezo en el Antiguo Palacio de la Inquisición que pedía por el descanso eterno de los caídos, de los asesinados injustamente en las celdas, un rezo que nunca nadie había ofrecido por todas y todos ellos.
El 31 de marzo de 1492 los reyes de Castilla y Aragón expulsaron a los judíos de sus territorios, pero ese evento fue el inicio de un nuevo capítulo en la historia del judaísmo: sobrevivir, fuyir de la pena, buscar nuevas tierras, empezar de nuevo.

(Las opiniones, creencias y puntos de vista expresados por el autor o la autora en los artículos de opinión, y los comentarios en los mismos, no reflejan necesariamente la postura o línea editorial de Enlace Judío)

 

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